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Día del Árbitro de Básquet: un saludo especial a quienes honran tan compleja profesión

Los jueces de basquetbol argentinos celebran hoy el Día del Árbitro. Más allá del cálido, afectuoso saludo a nuestros amigos, autoridades de LNB, Federativos entrerrianos y Asociativos paranaenses, vale la pena redactar unas líneas a modo de reflexión acerca de tan ardua labor. E inevitablemente, dedicar unos renglones a una coyuntura preocupante.

 

Todo árbitro debería reflexionar sobre el juez que quiere llegar a ser, así como el trabajo que debe llevar a cabo para concretarlo, y el tipo de relaciones que convendrá tener con el resto de personas involucradas en este deporte.

 

Sin una reflexión sensata de todos estos componentes y sin un trabajo planificado de los aspectos que debe mejorar y trabajar periódicamente, es difícil que cualquier persona pueda llegar a ser un buen árbitro.

 

Para plasmar un análisis coherente, consideraremos tres dimensiones fundamentales:

– El árbitro como persona. Dentro de ésta podemos diferenciar entre aspectos intrapersonales (mentales, emocionales) y aspectos interpersonales (sociales).

Deberá trabajar el autocontrol, la empatía, la asertividad.

Debe ser capaz de reconocer y controlar sus emociones para evitar situaciones de tensión y mantener una actitud correcta y concentrada en todo momento. Reconocerá las emociones de los protagonistas en el juego para valorarlas en su justa medida, tratando de entender sus reacciones.

Para ello, tendrá ineludiblemente que profundizar y trabajar sobre las habilidades personales o emocionales y sobre las habilidades sociales.

 

– El árbitro como deportista. Al tratarse el básquet de un juego que implica situaciones de gran rapidez, deben estar preparados físicamente para seguir esas acciones. Precisan tener velocidad para seguir acciones rápidas, en los contraataques, y necesitan exhibir también resistencia, para poder soportar la acumulación de esfuerzos durante el partido.

Por ello se erige en deber insoslayable el trabajar semanalmente su condición física: velocidad, resistencia, fuerza y flexibilidad para estar en condiciones óptimas y soportar el esfuerzo físico requerido.

 

– El árbitro como juez. Bajo esta dimensión resulta insoslayable que conozcan todas las leyes que rigen nuestro deporte: aspectos reglamentarios, no solo del reglamento general, también las reglas de cada categoría en concreto, aspectos administrativos, criterios e interpretaciones, manuales de mecánica, señalización, etc, y tener una visión global acerca de lo táctico-estratégico para comprender los por qué de ciertas ejecuciones de los jugadores y/o planteos de los técnicos.

 

Vamos a detenernos en este último punto… Un buen árbitro debe colocarse adecuadamente para ver la acción y centrar su atención en los aspectos relevantes.

Es imperioso que posea un profundo conocimiento del juego, tanto técnico como táctico, así como de las características de los jugadores para priorizar la atención sobre aquellos pasajes del cotejo con más posibilidades de que ocurran acciones sancionables, y moverse de acuerdo a la perspectiva que permite un mayor control de todos los jugadores.

 

Por consiguiente, es necesario el trabajo de la visión periférica, no para sancionar acciones, sino para poder percibir, aunque de forma más superficial, dónde está nuestro compañero y qué acciones está siguiendo; dónde se encuentra la pelota; posibles emparejamientos en los que pueda haber acciones sancionables.

 

Esa visión periférica permitirá centrar el enfoque con mayor rapidez cuando haya cambios de responsabilidad en las acciones, así como para seguir de una forma más acertada el juego sin pelota.

 

Percibida la acción, es necesario que el juez sentencie, de acuerdo al reglamento, al criterio ventaja o desventaja y a las características del juego, si es necesaria su intervención o no, sancionando si es preciso.

 

Allí se genera un mecanismo de determinación, estableciéndose un criterio a seguir durante el resto del partido en función de la categoría y las características de los jugadores, un discernimiento que debe ser consistente durante todo el encuentro.

 

Aplicada la decisión, conlleva un lógico mecanismo de ejecución, entrando a tallar las señales oficiales, las cuales deben emplearse naturalmente y coordinadamente.

 

Como acto reflejo, debe nacer desde allí la autocrítica por lo actuado para propender a mejorar cualquier clase de defecto, carencia u omisión.

 

Y no lo hemos dicho una vez… Lo hemos señalado en infinitas oportunidades. En ocasiones, se hace necesaria la ayuda externa ya que por falta de experiencia, por falta de conocimiento, por falta de una buena colocación o por falta de concentración u otros factores, no se obra adecuadamente, y para ello resulta trascendente exhibir una actitud receptiva a las críticas constructivas de los jugadores, entrenadores, compañeros, formadores e informadores, para intentar corregir rumbos a tiempo.

 

Planteados los aspectos que un árbitro debe tener en cuenta para su gestión, es harto elocuente que los jueces deben tener en cuenta particularidades psicofísicas fundamentales para soportar la fatiga y coordinar los conocimientos teóricos con el sentido común y la filosofía del juego, lo cual mantiene al árbitro concentrado en lo que debe hacer estableciendo relaciones equilibradas con el resto de componentes del partido.

 

Está clarísimo que el mero hecho de conocer las Reglas de Juego y la Mecánica Arbitral no garantizan la integralidad que deben emplear los árbitros.

 

Elementos como la personalidad, las relaciones con jugadores, entrenadores y demás oficiales, grado de comunicación, aspecto personal, preparación física y psicológica y gado de profesionalidad ante situaciones complejas, son aspectos primordiales desde los primeros pasos en la formación de los árbitros.

 

Conjugando todos estos parámetros, combinando dichas características, crea una influencia que hace que los jugadores eviten la infracción de las reglas. Se establecen la confianza y la cooperación de alguna manera, los jugadores parecen darse cuenta que hay alguien que está cumpliendo con su trabajo, que está en el lugar correcto, en el momento correcto, que es justo, que es consciente, que entiende y siente el significado de cada situación.

 

Por eso es tan importante que el árbitro tome control del juego en los primeros minutos, que esté cerca de la jugada, que sancione oportunamente indicando en forma rápida cual es el equipo que debe poner en juego el balón, al sancionar debe demostrar seguridad, firmeza, valor y en esa forma proyectar su personalidad, ganándose la confianza de jugadores y espectadores.

 

Es indispensable comprender que es más fácil aflojar después que se ha sujetado firmemente, lo contrario hace que el juego se torne embarazoso.

 

Algunos árbitros imponen una actitud severa y firme, pero a la vez cortés y amable, y otros, apelan a un acercamiento cálido, placentero.

Están los cuales recurren a un desenvolvimiento autoritario, mientras que otros son más humildes y a la vez sinceros. También se hallan los que cargan temor en el corazón de los jugadores, se ganan su respeto pero no su estima.

 

Lo ideal es que el árbitro mediante su inteligencia, descubra en cada juego cómo debe acercarse a los jugadores e influir de manera que el partido se lleve de acuerdo con las reglas que él tiene la obligación de hacer respetar. O sea, utilizar un acercamiento correcto y adecuado que debe encajar en la ocasión.

 

Claro está… cada individuo debe seguir el método que mejor le encaje en su propia personalidad. El arte de ser uno mismo y de ser capaz de influir el acercamiento correcto para cada situación, es el secreto para establecer la correcta relación.

 

El árbitro que parezca excitado o que reaccione lentamente, o que parezca indeciso, o que no consiga que sus decisiones sean lo suficientemente claras para la interpretación de protagonistas y espectadores, seguramente tiene dificultades profundas en establecer  buenas relaciones públicas.

 

Para ello, debe ser fuerte y silencioso, debe dominar la jugada, pero hacerse notar lo menos posible, recordando que los protagonistas excluyentes son los jugadores; ni él, ni los técnicos.

 

El ser árbitro es uno de los trabajos más difíciles relacionados con el deporte. El árbitro debe estar concentrado en el juego ciento por ciento, tiene fracciones para decidir si existe o no infracción, por lo que no puede distraerse en ningún momento ya que su tiempo de reacción es fundamental.

 

El árbitro excitable o nervioso contribuye más que los jugadores a un juego desordenado. Los jugadores particularmente los más jóvenes e inmaduros, están normalmente nerviosos y juegan bajo una tensión considerable consecuentemente debe utilizarse cualquier acción que produzca calma y control emocional.

 

Hay muchas situaciones de juego en las cuales la callada influencia del árbitro puede ser la solución. El árbitro puede emplear diversas tácticas para reflejar atención, esas acciones que rara vez se notan, pero son altamente efectivas.

 

Dicen que el árbitro no debe entablar diálogos, que el único que habla en el terreno es él, pero se omite una faceta imprescindible: el de ser humanos y accesibles, sabiendo escuchar para ganarse el respeto de los jugadores, guiando con más estabilidad el encuentro.

 

Consistencia es la virtud más grande que un árbitro puede poseer. Si la decisión y ejecución de un árbitro son las mismas bajo las mismas o similares circunstancias, los jugadores pueden ajustar su juego al que está señalando el árbitro.

 

Por el contrario, si el árbitro está fluctuando sus métodos y decisiones, desbarata el juego o nivel de un equipo y mantendrá a los jugadores nerviosos o molestos emocionalmente por lo que su efectividad se pierde completamente.

 

El criterio y la consistencia van de la mano, si se establecen los principios básicos que serán la guía para determinar la legalidad de una jugada y la responsabilidad por los actos cometidos, estará definida la base sobre la cual se desarrolla el criterio. Si estos principios básicos se captan adecuadamente, entonces se edificará un criterio sólido a través de la experiencia.

 

Y un punto relevante: para ser competente, se necesita practicar el arte de arbitrar, de la misma forma que un jugador debe practicar su técnica para desarrollar su destreza.

 

Y aquí vale la pena detenerse en un punto: un perfecto conocimiento de las reglas, no garantiza el buen trabajo de un árbitro. Es esencial que conozca la relación entre una regla y otra. Aún más, es muy importante que tenga antecedentes de las mismas, si se entiende la razón por la cual se instituye una regla, si se conoce la historia de la evolución y desarrollo de la regla en conexión con el progreso del juego y si la interpretación oficial de la misma en su aplicación a situaciones de juego es clara y adecuadamente relacionada al espíritu de la misma podrá administrarla adecuadamente durante el partido.

 

Un árbitro que está en el lugar correcto, en el momento correcto, al menos se verá eficiente. Estará donde puede tomar mejores decisiones cuando sea necesario. El estará imponiendo respeto y proyectando su personalidad para dominar la situación.

 

Por otra parte, ya lo enunciamos en el prólogo de esta Columna, los árbitros requieren de la mejor condición física posible. No es posible que un hombre haga un trabajo que necesita casi de la excelencia a un alto grado, a menos que no tenga una óptima condición física. Por lo tanto entrenar fuertemente cada semana debe ser algo obligatorio en su quehacer diario. El básquet moderno requiere de árbitros con estas condiciones. Innegable: es sorprendente como la pulcritud de la indumentaria y la apariencia física impresiona a jugadores y público.

 

No obstante, aún no citamos algo que caracteriza a varios árbitros paranaenses/entrerrianos. Todo esto que hemos puntillosamente descripto puede fallar por un solo aspecto: “el ego psicológico”. ¿Y por qué se denota tanto ello? Por la mera razón que los árbitros están solos, más allá de la presencia de Comisionados, colaboradores de mesa y hasta compañeros que los hayan acompañado en tan o cual encuentro.

 

¿Cómo pueden manejar saludablemente ese “ego” los árbitros? Más simple de lo que se cree:

Siendo objetivos, pitando siempre lo que ven, nunca intuyendo ni inventando.

Siendo exigentes más con ellos mismos que con jugadores, técnicos, dirigentes, espectadores. Para ello es ineludible ejercer una implacable autocrítica controlando reacciones ante los estímulos exteriores, siendo educados y nunca perdiendo los modales y las buenas formas.

Entender sabiamente que equivocarse es de humanos y rectificar de sabios. Por ello los árbitros deben dar el ejemplo en cuanto a aprender de sus propios errores y tener la voluntad de salir adelante, comprendiendo que nunca, jamás serán perfectos debido a la condición de seres humanos.

Asumir esto es fundamental para disminuir la ansiedad y demostrar humanidad pues aceptar el error como posibilidad es el inicio de un buen trabajo posterior.

Aceptar las críticas es saludable. Esto no significa estar de acuerdo con ellas ni asumirlas. Tampoco es bueno rebatirlas ni discutirlas, solamente deben tomarse para una reflexión más profunda desde otros puntos de vista.

Vislumbrar y entender que ante cualquier signo o símbolo de desborde, deben blandirse estrategias personales para evitar perder el control de la situación y sirvan como soporte psicológico en tan compleja labor.

 

Para cerrar… El objetivo fundamental del árbitro es intentar hacer las cosas bien. El árbitro debe ver, valorar, reflexionar y sancionar, todo en un brevísimo lapso que implica décimas de segundo. ¿Cómo lograr que jugadores, entrenadores, dirigentes espectadores entiendan ello?

 

Muy sencillo: siendo íntegros, por ende, conscientes de sus limitaciones; poner empeño y hacerse respetar. Una máxima: para ser respetado, hay que saber respetar. Ser inteligentemente sensitivo.

 

Luego se anexarán, consistencia  y firmeza. Para ello será menester exhibir confianza, conocimiento, personalidad/carácter.

Creemos que es satisfactorio ser un buen árbitro pero siempre privilegiaremos, que es preferible ser un mejor ser humano. Feliz Día Amigos…

 

Triste anécdota

 

Se llama Isaac Zapata. Es juez Federativo. Uno de los tantos buenos muchachos que hay en el referato entrerriano. Sin embargo, ayer tuvo una pésima noche en el gimnasio del Paraná Rowing Club.

Juego Categoría U15 entre el local y Recreativo. No vamos a poner en tela de juicio el triunfo inobjetable del “Celeste” de la Avda. Costanera.

 

Ganó bien el equipo de Miguelito Zandomeni que viene haciendo un gran trabajo en la institución “Remera”.

 

El propósito de las reglas es sancionar al jugador que por medio de un acto ilegal coloque al adversario en una desventaja. No es únicamente lo que sucede, sino también el efecto que tiene sobre la jugada. Un partido de básquet, lo debe ganar el más hábil, en última instancia el que tenga más suerte, pero nunca quién tomó provecho de beneficios “extras”.

 

Algo de ello ocurrió en el gimnasio del PRC. Un equipo anfitrión que defendió durísimo, agresivo, y lució un porcentual de eficiencia ofensiva superior a su rival.

Un elenco visitante que no supo contrarrestar la vehemencia defensiva de su adversario y que erró demasiado como perdió innumerables pelotas.

 

En el medio, un arbitraje polémico, controvertido. Un Renzo Guerberoff correcto, un Isaac Zapata indeciso, dubitativo, y todo lo que pitó lo hizo en perjuicio de los “Rojiverdes”.

Pero una mala noche la tiene cualquiera. El punto en cuestión es lo actitudinal. Mucho más cuando se trata de pibes de 14/15 años.

 

Pelota disputada por el jugador n° 4 de Rowing y el 15 del Bochas. El lungo del Recrea tiene posesión de la misma, pivotea y defiende la bola con fuertes movimientos de brazos.

Tardíamente, Zapata cobró la indudable falta del pibe local, pero acto seguido le dice al ex selección U13 APB, y preselecciones entrerrianas de dicha categoría y APB U15: “tranquilo con los codos… A vos ya te conozco…”.

 

Una advertencia grosera e injusta. Justamente a un gurí que semanas atrás fue cortado arteramente en su labio superior, precisando realizársele una microcirugía en la Clínica Modelo a cargo del Dr. Joaquín Meresman, todo a causa del jugador n° 14 de Neuquén, quien le aplicó un artero codazo en el estadio “Antonio Zorzet”, jugador que, coincidentemente, días después, fue descalificado del partido Talleres – Neuquén también por violentas conductas.

 

Zapata, que ya lo ha dirigido a Casiano Calderón Bourband, falló grotescamente en sus palabras, repudiables por cierto, habida cuenta de todo lo que sufre el ex Quique y hoy en la entidad de calle Italia solo por ser uno de los más altos jugadores de dicha División en Paraná.

 

Él, como chicos lungos como Hans Feder Ponce, Brunito Muzzachiodi, Lucas Czarlinski, y Quico Cardozo, entre otros, por el mero hecho de jugar más posteados que afuera, sufren todo tipo de contacto ilícito hasta bajo sus propios canastos, pero los árbitros se fijan más en que no incurran en 3 segundos, que en todos los manotazos, las agarradas, los empujones, los anticipos ilegales y hasta en golpes tipo paralítica o rasguños en brazos y costillas.

 

Desde hace un par de años lo venimos reclamando, pero solo honrosas excepciones cuidan a estos gurises. Y así, deben aprender a imponerse, a hacerse respetar con lo que tienen.

 

Si de algo estamos seguros, férreamente convencidos, es que Casiano Calderón Bourband es uno de los jugadores más correctos en categoría U15. Noble, siempre dispuesto a perdonar a los adversarios o a pedir disculpas toda vez que comete una falta o una simple torpeza por su cuerpo grande y aun no bien coordinado.

 

Zapata le erró feísimo en su acusación. Como si no tuviera idea a quién le habló. Lo charlamos entre anoche y hoy con 2 árbitros. Ambos admitieron que fue una expresión absolutamente fuera de lugar. Ojalá que Zapata admita su equivocación. Que sea honesto, que honre su labor. De lo contrario, la Filial Paraná de la Asociación Argentina de Árbitros, deberá hacerse responsable de las conductas de sus afiliados.

 

Estamos seguros que, los amigos y una amiga como Stellita Manzo que tenemos en dicha Filial, sabrán interpretar estas palabras y dialoguen con Isaac Zapata. Será bienvenida su reflexión y pedido de disculpas.