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Daniel Scioli: “La gente está descreída, y tiene razón”

El precandidato presidencial Daniel Scioli participó del ciclo que convoca a jóvenes para dialogar con protagonistas del proceso electoral. Habló sobre su vida, el recuerdo terrible del accidente en el que perdió el brazo, la interna oficial y toda la actualidad en un momento álgido de la política argentina.

Daniel Scioli participó del ciclo La entrevista informal. Habló sobre su vida, la mirada de futuro y los comicios que se avecinan.

De modo innegable, es uno de los políticos argentinos que mejor conoce el valor y las medidas que tienen las palabras, sobre todo, en tiempos de campaña. Hábil declarante, el embajador en Brasil habló sin medias tintas sobre su proyecto político, definió de manera explícita su intención de participar en las PASO y reconoció que tendrá que bancarse más de una “patada” en la interna. “Yo me la banco”, desafía.

Los once jóvenes que participaron de La entrevista informal, el ciclo de Infobae que conecta a ese público -en general esquivo a las cuestiones políticas- con los protagonistas del proceso electoral en marcha, recibieron de Scioli respuestas directas y llanas.

“Estoy cumpliendo 25 años de actividad política”, contó en un tramo del encuentro, que tuvo momentos amenos, tensos y dramáticos, cuando recordó el día del accidente que lo dejó sin brazo derecho y lo empujó a un destino nuevo e incierto.

Scioli trajo el recuerdo de esos instantes donde peleó una lucha desigual con la muerte, en medio del río Paraná: “Les pedía ‘no me dejen morir, no me dejen morir’”, contó y rememoró todo lo que pasó después del impresionante vuelco de su lancha junto a Luca Nicolini, el copiloto que falleció en 2019, justo 30 años después, en otro accidente, en otra lancha y en otras aguas.

Diputado, secretario de Turismo y Deporte, vicepresidente, gobernador, fugaz ministro y embajador en Brasil, “El Pichichi” -como admite que le dice ahora la gente- va por el sueño trunco del 2015, cuando perdió por menos de dos puntos ante Mauricio Macri. Ocho años después, Scioli cree que tiene revancha, que puede llegar a esa meta y acelera: “Me tengo más fe que en el 2015. Ante las posiciones extremas que hay, existe un gran espacio que demanda sensatez, racionalidad, experiencia, algo previsible, confiable, que pueda llegar a puntos de acuerdo y de encuentro. Ese soy yo”.

“La gran grieta está entre la política y la gente, más que entre los partidos políticos. La gente está descreída y tiene razón, porque han prometido y dicho tantas cosas que después no se vieron reflejadas en la realidad”, afirmó.

Un feed back fecundo

-Imanol: Quería preguntarte algo sobre algo más personal, sobre lo que pasó hace mucho tiempo pero seguramente hoy todavía lo seguís recordando. ¿Cuál fue tu primera sensación después del accidente en el que perdiste un brazo?

-De conmoción, un trauma bajo todo punto de vista, no solamente físico, sino también psíquico. Me estaba desangrando, muriéndome, me quedaban pocos segundos, de acuerdo que dijeron los médicos. Si te cortás un dedo toda la sangre que te sale, imaginate con el brazo cortado, con infección, estar ahí en el río.

Fue un milagro que se acercó una lancha que estaba compitiendo, que la habíamos superado cuando vio el splash de agua. También ocurrió algo muy especial, porque un avión que estaba relatando por radio la carrera, cuando ve eso se aproxima, empieza a hacer unos movimientos, porque la lancha desapareció del río, se hundió, y estábamos nosotros ahí y el río Paraná, que es marrón y había poca visibilidad.

Quedé inconsciente y cuando reaccioné un poco por el agua, intenté sacarme el casco, porque me estaba como ahogando. Y de repente veo llegar milagrosamente esta lancha, me enganchan del mameluco, me suben, y allí me hacen un torniquete. Pedí que vean dónde estaba mi copiloto, porque no lo veía, estaba como a 50 metros, tenía fractura de costilla. Y dije vamos a buscar a Luca -Luca Nicolini, que se mató hace dos años- y él estaba tan conmocionado, hasta con un sentimiento de culpa, porque en esa lancha él aceleraba y yo manejaba. Y él decía “no, no, lleven al gaucho”, me decía “gaucho” él.

Pero fuimos, lo subimos a la lancha, y allí un helicóptero de la Fuerza Aérea que le había avisado el avión logra aterrizar en el muelle de Ramallo y entonces deciden llevarme a Rosario. Pedía “no me dejes morir, no me dejes morir” y yo decía “no me voy a morir”. Y me inyectaban de todo, morfina, todo lo que había.

Después llegué al Sanatorio Laprida, en Rosario, y ahí me estabilizan, me operan. Y después me aferré mucho al deporte. Me acuerdo que a la semana empecé con el ping pong, después con racquetball, después a los quince días me subí a la lancha a ver qué sentía. Y después, empecé a elaborar proyectos en mi cabeza para enfocarme en eso y tener la esperanza de reconstruir mi vida y ver a partir de esta situación tan traumática qué es lo que iba a encarar. Y la verdad es que me ayudó mucho el trabajo y el deporte. Fueron mis mejores terapias.

-¿Tuviste alguna vez que ir a terapia o hacés hoy en día?

-No. No, tuve algunas charlas pero me enfoqué en eso. Las charlas fueron muy buenas, una ayuda. Sufrí muchísimo porque las curaciones eran atroces, atroces, con dolores tremendos. Te tenían que poner una capa de venda, te la sacaban, era una cosa horrible. Y después controlar la infección. Allí, una vez que me estabilizaron, empecé a buscar soluciones por el mundo y acá, me di cuenta que no había ninguna solución, y que la solución estaba en el corazón, en la cabeza y en la voluntad de cada uno.

-¿Creés que sin ese accidente no hubieses incursionado en la política?

-Seguramente el accidente me generó un vínculo muy especial con la gente. Me acuerdo cuando salí campeón del mundo en Mar del Plata, después del accidente, porque había preparado una lancha especial, con una dirección hidráulica, potenciada. Había en Mar del Plata 500.000 personas en la costa mirando esa final. Y allí dije “bueno, hay que cerrar un ciclo y empezar otro”. Con un sentimiento de decir “no puedo ser indiferente, conozco a todo el mundo, me acompañó la Argentina ¿qué puedo hacer?” Y ahí empecé mi carrera política, hace justo 25 años. Ninguna duda que me ayudó el conocimiento y el vínculo que tengo con la gente.

-Virginia: Te quería preguntar si considerás que sos una persona más mental o emocional a la hora de tomar decisiones.

-Es una combinación de las dos cosas, Virginia. Un poco la experiencia y las alternativas en mi vida me llevaron a eso, tener un pie en el acelerador y otro en el freno, digamos simbólicamente. Las emociones, en la medida que uno va madurando, las estabilizás con racionalidad, con sensatez. Es eso. Seguramente, cuando tenía la edad de ustedes era mucho más impulsivo y emocional.

-Y en la política ¿cuándo creés que es necesario usar la emocionalidad?

-Todo el tiempo, porque si uno las cosas no las siente no les puede poner pasión y las cosas no salen bien. Ese es el motor de mi vida, la superación y la emoción.

-Melina: Quiero saber cuánto ocupan las redes sociales en tu vida. ¿Cuánto tiempo le dedicás?

-Hoy la irrupción de las redes y todo lo que te permiten, interactuar, escuchar, comunicarte, es como un multimedio de cada persona, en la cual subís videos, das mensajes. Yo les doy una gran importancia.

-Victoria: Quería preguntarte, siendo un nexo entre Argentina y Brasil, como sos embajador ¿qué pensas sobre el caso de Darthés?

-Estuve con Thelma. La acompañé cuando vino a San Pablo en su lucha por defender sus derechos, porque se llegue a la verdad. Obviamente me conmovió, a partir de escuchar el testimonio de ella de qué fue lo que ocurrió. Ahora, siempre soy muy respetuoso de las distintas instancias de la Justicia. En este caso y en todos. Siempre hay otros recursos y yo creo que ella está con una gran tenacidad perseverando en eso.

-Franco: Estuviste hablando de toda tu trayectoria, todos esos momentos que a vos te conmovieron. Últimamente, a los jóvenes les cuesta a veces humanizar a los políticos. Yo quería saber qué te hace reflexionar el término de “casta política”.

-Interpreto mucho la bronca, la frustración, la desesperanza. Y también a un candidato que interpreta eso y representa eso. Pero aprendí en la vida que yendo con bronca no vamos a tener un país mejor. Creo que el camino es entender los problemas a fondo y no comentarlos, sino encontrarles soluciones. Y creo que la gran grieta está entre la política y la gente hoy, más que entre los partidos políticos. El mensaje de la casta, el mensaje de la dolarización, generan esas expectativas.

-Virginia: Es sabido que Cristina Kirchner tiene un carácter fuerte y muy de líder. ¿Qué se siente enfrentarse a ella?

-Nunca tomé a la política en términos de enfrentamientos. A veces doy un ejemplo simbólico: cuando corría en lancha no pensaba en hundirle la lancha al otro, pensaba en superarlo, en prepararme mejor. Y en política me enseñó Alfonsín -este año se cumplen 40 años de la vuelta de la democracia- “discutí ideas, no personas”.

Soy muy respetuoso, jamás van a escuchar de parte mía una agresión, una falta de respeto, un gesto de intolerancia. No. Creo que es de las cosas que aleja a la política de la gente, en general, y a los jóvenes, en particular… cuando ven ese tipo de peleas o discusiones personales que no van a mejorar ni las oportunidades laborales, ni la seguridad, ni mejorar la calidad de la educación.

Yo me enfrento a los problemas que tiene el país: a la inflación, a los salarios, a las desigualdades, y mi vida es testimonio de que cada cosa que he encarado quise buscar transformaciones, evolución, superación. Ese es mi compromiso, esa es mi forma de ser: prometer poco y hacer mucho. Ya hemos visto a los que prometen mucho y después lo que ocurre. Y la gente está descreída y tiene razón, porque han prometido y dicho tantas cosas que después no se ven reflejadas en la realidad.

-Imanol: Te presentás de candidato a presidente y esta decisión debe tener costos internos también.

-Pero lo sé. Como soy el Pichichi goleador de La Ñata, una patada me tengo que comer por ser el goleador. No me van a dejar entrar al área chica a meter los goles y no me voy a quejar de eso. Y si vos estás disputando una campaña presidencial obviamente tenés que aguantar. Yo aguanto. Me la banco.

-Lautaro: Ya que estamos hablando de resiliencia y estas cosas ¿qué siente que aprendió de la derrota del 2015?

-Muchísimo. Muchísimo. En primer lugar seguramente tendría que haber puesto más el foco en lo que me proponía hacer y no tanto en advertir lo que Macri iba a hacer si ganaba. Que después se dio todo. Algunos decían la campaña del miedo y ahora me dicen “¡qué razón tenías, todo lo que anticipaste ocurrió!” Pero eso ya pasó.

Entiendo que había una voluntad de cambio, de probar con un cambio, aunque también dije “ojo, que el cambio puede ser una marcha atrás”. Y aprendí que esta vez la gente tiene que estar segura, convencida, y tiene que ver para creer y por eso a mí me gustan las PASO. Las PASO ¿qué son? que democráticamente ustedes, toda la gente, elija a los candidatos. Tener la autonomía, la legitimidad y no ser elegidos por nada ni por nadie, sino que lo elija la gente. Entonces creo que eso fue bueno.

Me arrepiento también de no haber ido al primer debate donde estaban todos los candidatos. No fue bueno eso, por respeto a la gente y por respeto a los otros candidatos también. Después fui al debate final.

-¿Cómo ve el panorama para la elección actual? ¿Se ve con más posibilidades? ¿Cómo se ve?     

-Le decía a amigos y gente de confianza: “me tengo más fe que en el 2015″, porque creo que ante las posiciones extremas que hay, existe un gran espacio que demanda sensatez, racionalidad, experiencia, algo previsible, confiable, que pueda llegar a puntos de acuerdo y de encuentro.

Terminar de una vez por todas y para siempre con estas divisiones, con esta grieta, con estas agresiones. Que pueda vincularse con el mundo. Eso me ha dado Brasil, también, una visión de lo que está pasando en el mundo y de la crisis de la globalización y de la importancia de tener la mayor soberanía y autonomía en la economía de nuestro país.

Si logro explicar con toda claridad de qué se trata, y agradezco mucho a Infobae este espacio, porque una de las mayores preocupaciones mías es la realidad de la juventud y ustedes me han nutrido de cosas muy interesantes.

-Felipe: Habiendo tantos jóvenes que nos queremos ir o que estamos todo el tiempo pensando en irnos porque no vemos esperanza en el país ¿cómo me convences vos a mí y a tantos jóvenes que nos queremos ir o que hemos pensado irnos?

-Estuve hace pocos días en una fábrica de alfajores que es una de las tantas empresas que participó de misiones comerciales a Brasil para lograr meterlas en ese mercado. Y a la salida de la fábrica una señora, Mirta, con lágrimas en los ojos, me transmitió: “Decime Daniel cómo me convencés de una sola cosa -sufría la mujer porque su hijo se había ido a España a buscar un trabajo y un destino mejor- ¿qué vas a hacer vos para que pueda volver?” Ya era un tema de una familia dividida, destruida.

Cuando veo que el mundo demanda lo que nosotros tenemos, energía, economía del conocimiento, la minería sustentable, el turismo, digo “hay que poner el foco ahí”. Dejar las peleas y las discusiones del pasado. Esto no es de izquierda, de derecha, es para adelante. Cómo de la mano del crecimiento, no del ajuste, logramos las soluciones de fondo. Y vinculando la educación al mundo del trabajo.

Lo hice en la provincia de Buenos Aires: armamos el Programa Envión para jóvenes, conectado a la salida laboral. Y escuelas técnicas, escuelas agrarias, el trabajo integrado a las universidades, los sectores productivos, el Estado. Es por ahí.

-Lautaro: Después de tu paso por la embajada ¿qué cosas notaste en Brasil que se pueden replicar acá y que pueden funcionar?

-La integración entre lo público y lo privado es muy fuerte. Allá lo llaman las parcerías público-privadas por darte una idea. Luego el federalismo, el funcionamiento de los Estados, la autonomía que tienen los Estados en Brasil. Luego la estabilidad de Brasil. Allá nadie piensa en dólares o vas y querés cambiar dólares para pagar en un negocio y no te los aceptan.

-Victoria: Me gustaría saber cómo te definís como persona.

-Trabajador. Luchador. Perseverante. Tenaz. Algunos dicen que tiene que ver con las características de mi signo, que es capricornio. Nos ponemos una cosa en la cabeza y no nos importa el esfuerzo, lo que tengamos que sufrir, trabajar, luchar, pero llegamos. Es eso, la esencia mía es eso.

-Te quería preguntar por último ¿cómo te gustaría que te recuerden?

-Como que pongo todo. Que jamás ando en la vida con mala fe. Es eso. Me equivoco, obviamente. Chingo en muchas cosas, pero no ando con malas intenciones. El otro día, mira, Jaime Durán Barba, que fue el publicista de la campaña de Macri, tuve con él una charla fantástica. Me acuerdo cuando entré a la casa de un amigo en común yo me acerco y le hago como una reverencia, se reía, le digo “me siento como el boxeador que después del último round que le ganaron viene a abrazar a su contrincante”.

Entonces le digo “contame a ver cómo veían la campaña del lado de ustedes”. Tuvimos una linda charla. Y a los pocos días en una entrevista él usa una palabra que a mí es de las cosas más lindas que me dijeron, cuando dijo la bonhomía. “Scioli y su bonhomía”. ¿Bonhomía qué significa? Que no andás por la vida buscando hacer daño. Y como lo del poder nunca me lo creí, porque tuve cosas muy fuertes en mi vida, ser campeón del mundo, experiencia empresaria, entonces como que lo veo no como el normal o la media de los políticos, que se la creen. Son ustedes los que tienen el poder y lo sacan cuando ustedes deciden.

-Y a raíz de lo que te pasó en la vida y desde tu experiencia cómo aconsejarías a nosotros o a la gente que te esté mirando en este momento salir adelante.

-Animarse. Animarse. Yo me acuerdo que cuando tenía la edad de ustedes mi tiempo era la educación y el deporte, y el laburo, ya había empezado a laburar. Es eso, animarse. Estar seguros de ustedes mismos. No se queden con las dudas. Me parece que pasa por ahí, decidirse. Una vez se puede pensar bueno, no voy a poder lograr, los demás son mejores. Me pasó en cada cosa. Empecé a correr en lancha, “estos monstruos me van a ganar”, pensaba. Empecé en la política, “estos con todo lo que saben no tengo ninguna posibilidad”. Y poniendo lo mejor de cada uno de ustedes y con convicción y determinación van a poder alcanzar lo que se propongan.

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