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Cortes de luz: falta de inversión y desidia

Los cortes de luz y la falta de agua han puesto en una situación de irritante abandono y desesperanza a los argentinos, que no ven actitudes proactivas de parte del Estado. Peor aún… escuchan declaraciones absurdas de altos funcionarios que pretenden justificar lo injustificable.

 

Agobiados por temperaturas superiores a los 40 grados centígrados, miles de vecinos de decenas de barriadas porteñas y del interior, fueron sorprendidos por cortes totales o parciales de los sistemas de agua corriente y de energía eléctrica. Dos prestaciones elementales para la vida de un hogar, más allá del calendario festivo.

 

La comunidad hizo explotar su malhumor en las redes sociales y a través de los medios de comunicación. Los entes energéticos nacionales, provinciales y comunales  se mostraron impotentes, cuando no incapaces, para dar una solución a las familias aquejadas por la interrupción de los servicios.

 

No atinaron tampoco a ensayar soluciones urgentes, según sus responsabilidades, y quedaron atrapados por la desidia ya que COMO MÍNIMO pudo montarse dispositivos extraordinarios en materia de Seguridad y Salud, optándose a lanzar acusaciones y amenazas de sanciones a prestatarias en Buenos Aires, o a esgrimir justificaciones, excusas imbéciles en el interior argentino.

 

La penalidad a quien le corresponda debe ser aplicada sin demoras y de manera rigurosa, pero hay que asistir a las personas que sufren los efectos de apagones y canillas secas. En esta vía de desatinos, sonaron inoportunas y hasta temerarias las expresiones de Osvaldo Simone, presidente de la Empresa de Energía de Córdoba, quien culpó a los usuarios por no haber informado la instalación en sus viviendas de ­nuevos aparatos electrodomésticos, con la ­consiguiente mayor carga energética.

 

Como consecuencia de políticas erráticas el déficit energético en Argentina arrastra años de inoperancia y falta de inversiones en grandes obras de infraestructura.

 

Pero resulta casi obsceno que las empresas prestarias que abrocharon fuertes aumentos de tarifas para 2014 abandonen a su suerte a miles de usuarios que, pese a los costos y magros beneficios, abonan sus facturas de manera religiosa y si no lo hacen YA NO HAY AVISOS DE CORTES… No pagás en fecha enunciada mediante factura, y el corte es INMEDIATO.

 

Las empresas distribuidoras no han realizado las inversiones necearías y por eso las redes colapsan.  Esa es la pura verdad. Pero ciertamente el gobierno ha permitido a las empresas  seguir facturando con subsidios y no controlar las inversiones necesarias, eso es sencillamente por la corrupción de los funcionarios que reciben prebendas a cambio de mirar para otro lado o bien falsificar las mediciones de calidad, ergo no hay mantenimiento ni inversión y colapsan las redes de distribución.

 

Ahora bien no es sólo que no hay energía para soportar el consumo,  y eso es culpa del Estado, sino que además, no se exigió a las empresas hacerlo. Eso es culpa también del Estado y asimismo es culpa del Estado, no dejar margen de utilidades para la inversión.

 

El país explota por el desastroso estado de la infraestructura energética, presa de la desinversión agudizada en las últimas décadas y la falta de control del Gobierno sobre las empresas privatizadas que tienen la concesión del servicio.

 

De seguirse con el bajo nivel de inversión, nuestro país dejará de autoabastecerse por completo y se profundizará la crisis, por lo cual se comprometerá, seria y quizá definitivamente, la posibilidad de desarrollar la economía -sin olvidar la tremenda y postergada deuda social-.

 

La crisis energética tiene aristas realmente graves y la peor de ellas es que se está frenando proyectos de crecimiento y de inversión en otras áreas vitales de la economía.

 

Mientras tanto, ni el gobierno ni la clase política parecen haberse dado cuenta aún de la gravedad de la situación diagnosticada hace años, pero de la cual nadie prestó atención en esta Argentina en la que lo urgente -y a veces ni siquiera lo urgente- resta espacio de decisión sobre lo importante.

 

Sin embargo… al mal tiempo, buena cara… Nada mejor que una crisis energética para impulsar el desarrollo de fuentes renovables.

 

Momentos así estimulan el interés en alternativas sustentables, que suelen ser menospreciadas en épocas de normalidad, por lo cual será necesario “cambiar mentalidades” para diversificar las fuentes energéticas.