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Conmovedora despedida a Kirchner: un desfile multitudinario en la Rosada

Miles de argentinos pasaron delante del ataúd con frases de aliento a la Presidenta y ofrendas para Néstor Kirchner. Los presidentes sudamericanos, incluso Lula en medio de la campaña electoral, asistieron al velatorio, donde hubo una fuerte presencia de los organismos de derechos humanos y figuras populares. El trayecto del cortejo fúnebre, entre la Rosada y el Aeroparque, fue tan impresionante como movilizador.

Muchos dijeron un grito que comenzaba mientras miraban hacia abajo y terminaba cuando levantaban la vista: “¡Fuerza, Cristina!”. Fue lo más escuchado. Otros dijeron, con la mirada hacia abajo, “Gracias, Néstor”. Y muchos, muchísimos, caminaron en silencio, llorando o con el gesto de asombro que provocan los muertos queridos. En medio del Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada estaba el ataúd cerrado color caoba con el cuerpo de Néstor Kirchner.

Frente al ataúd, parada, pasó largas horas la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Una despedida del líder muerto y una palabra para su mujer, la Presidenta. Vestida de negro y con anteojos oscuros, Cristina estuvo casi todo el tiempo de la mano de su hija Florencia y sostenida por la sonrisa de su hijo Máximo. Muchas veces salió de su lugar para convertir una cara en abrazo, recibir un beso, esperar que un discapacitado terminase de decirle algo o guardarse una ofrenda.

A la izquierda hubo una guardia permanente de ministros, secretarios de Estado y gobernadores. Legisladores y viejos amigos se acercaron a saludar. Lo hicieron con cierto pudor, mientras comentaban entre susurros que no comprendían cómo podía tenerse en pie tanto tiempo. Entendieron que era ella la que tenía que tomar la iniciativa de moverse. Si no, parecía existir un pacto tácito de no incomodar a Cristina. Quizás la explicación de tanta entereza frente al dolor fuese la carga emotiva del cara a cara incesante y heterogéneo: jóvenes, muchos y muchas sub-30, maduros y maduras, viejos y viejas, humildes y de clase media, con muletas o con bebés en brazos.

El Gobierno asistió en pleno. El gobernador bonaerense, Daniel Scioli, estuvo parado muchas horas junto al féretro. Otro referente clave del peronismo, el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, abrazó a Cristina y conversó con ella.

También pasaron dirigentes de la oposición, como el radical Ricardo Alfonsín, el PRO Mauricio Macri, el peronista federal Francisco de Narváez y Roberto Lavagna, ex ministro de Kirchner y asesor actual de Eduardo Duhalde. “Nos sacamos el sombrero frente a un militante”, dijo Alfonsín.

“Venimos a poner el hombro”, dijo Rubén Giustiniani, del Partido Socialista. La senadora María Eugenia Estenssoro encabezó una delegación de la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Felipe Solá expresó en un comunicado –tal vez el más explícitamente político del día– que “con la muerte de Kirchner todo cambia” y que “hay un discurso de campaña que termina”. Prometió colaboración a la Presidenta “para ayudar a que la Argentina no retroceda”.

En la Rosada hubo una presencia permanente de los organismos de derechos humanos. Hebe de Bonafini, de Madres, Estela de Carlotto, de Abuelas, y Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora, fueron algunas de las que, acostumbradas a tanto, superaron el pudor frente a Cristina.

El toque sudamericano fue uno de los grandes signos de ayer. Llegaron a Buenos Aires los amigos de Kirchner y de Cristina, los presidentes que se tratan unos a otros de “compañero” o “compañera”: Pepe Mujica de Uruguay, Hugo Chávez de Venezuela, Fernando Lugo de Paraguay, Rafael Correa de Ecuador, Evo Morales de Bolivia, Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil.

También estuvieron los que encontraron un modo de convivir en medio de las diferencias ideológicas. No les dicen “compañero”, pero los llaman por el nombre y ellos llaman por el nombre a los demás: Sebastián Piñera de Chile y Juan Manuel Santos de Colombia. Santos recordó ayer los buenos oficios de Kirchner cuando Colombia y Venezuela rompieron relaciones y el secretario general de Unasur ayudó a componerlas. “Con su muerte, América latina pierde a una persona que estaba haciendo una labor importante por proyectar la región hacia el resto del mundo y sobre todo mejorar las relaciones entre los países”, dijo Santos.

Chávez había sido el primero en tweetear su dolor. “Ay, Cristina…”, empezaba su mensaje del miércoles. “Ha muerto un justo, llorarlo fuera poco”, dijo ayer sobre Kirchner, repitiendo una elegía del cubano José Martí.

Lula, que cumplió 65 el mismo día que Kirchner murió a los 60, fue el último en llegar, ayer por la noche. Abrazó varias veces a Cristina y le dio muchos besos. Su regalo para el Salón de los Patriotas, por el Bicentenario, había sido el retrato de Getulio Vargas, el presidente a quien los brasileños llamaban “el padre del pueblo”. Que Lula haya venido ayer, cuando todavía no habían terminado los actos de campaña en Brasil para la segunda vuelta presidencial del domingo, significa tres cosas. Una, que quiso expresar su pena por la muerte de Kirchner y su compromiso personal con Cristina. Otra, que la Argentina sigue siendo la prioridad uno de Brasil en sus relaciones exteriores. La tercera, que Lula se siente seguro de que el domingo su ex jefa de Gabinete Dilma Rousseff le ganará a José Serra, pupilo de Fernando Henrique Cardoso, y que así el Partido de los Trabajadores comenzará su tercer turno de cuatro años al frente de la coalición de gobierno.

Correa lloró al llegar a la Argentina. Antes, en Ecuador, cuando se enteró de la muerte de Kirchner pidió que en lugar de un minuto de silencio hubiera un largo aplauso para el ex presidente argentino.

Mujica, a quien se lo veía más delgado, dijo que “el río une”.

Diego Armando Maradona estuvo frente el ataúd. Dijo que Kirchner fue “un luchador, como el Che Guevara, un gladiador”.

Julio Grondona saludó a la Presidenta. Lo acompañó el director técnico de la Selección, Sergio Batista, y el director de selecciones, Carlos Bilardo. “Kirchner tenía que decidir una cosa por minuto”, explicó Bilardo, siempre gráfico.

Marcelo Tinelli se estrechó en un abrazo enternecedor con Cristina. El bandoneonista Leopoldo Federico, fanático de Racing como el ex presidente, y la cantante Susana Rinaldi también se acercaron. Y Federico Luppi. Andrea Del Boca estuvo horas en el velatorio. Teresa Parodi, igual. Artista popular, Soledad Silveyra eligió un plano de discreción junto a Chacho Alvarez, el ex vice que Kirchner había rescatado para la política activa.

La muerte de Kirchner juntó a los dirigentes de la Central de Trabajadores Argentinos Pablo Micheli y Hugo Yasky, opositor el primero y cercano al Gobierno el segundo, que todavía dirimen quién seguirá conduciendo a la CTA después de las últimas elecciones internas.

Detrás de la escena, en los pasillos de la planta baja, se cruzaban visitantes, funcionarios y ministros en diálogos informales. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, iba y venía del Salón al pasillo, en lo que él mismo definió como “el día más triste después de la muerte de mi viejo”. Carlos Zannini, secretario de Legal y Técnica y consejero de confianza de Kirchner y Cristina, abrazaba y hablaba. El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, transitó la escena y esa zona. El secretario general Oscar Parrilli coordinó los movimientos cercanos a la Presidenta. Todos ellos más el ministro de Trabajo Carlos Tomada integran el gabinete presidencial desde el 2003.

Miles de personas continuaron ingresando durante la madrugada y la mañana al Salón de los Patriotas Latinoamericanos para rendir su homenaje.

Ya este viernes, la presidenta Cristina Fernández llegó a las 9.52 a la Casa de Gobierno, para presenciar las últimas horas del velatorio y luego encabezar el cortejo fúnebre.

Entre los miembros del Gabinete, la primera en llegar al Salón de los Patriotas Latinoamericanos esta mañana fue la ministra de Desarrollo Social y hermana del fallecido ex mandatario, Alicia Kirchner. Luego, arribó a la capilla ardiente el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y después se fueron sumando de a poco los ministros Héctor Timerman (Relaciones Exteriores), Alberto Sileoni (Educación), Juan Manzur (Salud), Débora Giorgi (Industria), Julián Domínguez (Agricultura) y Julio Alak (Justicia).

También llegaron hasta el Salón de los Patriotas la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont; los gobernadores Daniel Scioli (Buenos Aires) y José Luis Gioja (San Juan), y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. En tanto, poco antes de las 8.30 arribó el jefe de la CGT, Hugo Moyano, junto a los dirigentes sindicales Omar Viviani (taxistas), Julio Piumato (judiciales), Antonio Caló (metalúrgicos) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), entre otros.Más temprano, se acercó a la ceremonia el padre Luis Farinello, quien pronunció una oración frente al féretro.

También estuvieron Alex Freire y José María Di Bello, la primera pareja homosexual en casarse tras la sanción de la ley de matrimonio igualitario, impulsada por el Gobierno.

Durante toda la mañana siguieron pasando por allí las miles de personas que aguardaron durante toda la noche en inmediaciones de la Plaza de Mayo para ingresar al Salón de los Patriotas en pos de tributar el último adiós al ex presidente como darle fuerzas a Cristina.

Rumbo al Sur

Una aglomeración colmó las calles porteñas para seguir el cortejo fúnebre que llevó los restos del ex presidente desde la Casa Rosada hasta el aeroparque metropolitano, desde donde partió hacia Río Gallegos.

Apenas se inició la lenta marcha desde la Casa de Gobierno, la fanfarria del Alto Perú del Regimiento de Granaderos saludó el paso del coche fúnebre con la Marcha de San Lorenzo.

Sobre el vehículo que trasladaba los restos llovieron miles de flores y centenares de personas se agolparon a su alrededor para tocarlo en un gesto de despedida. También se acercaron de manera permanente a lo largo de todo el trayecto al auto que trasladaba a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para desearle fuerza y brindarle apoyo.

No había silencio, por el contrario, el ambiente se pobló de cánticos como “Néstor, querido, el pueblo está contigo”, “Para Cristina, la reelección”, en medio de aplausos y agitar de banderas y pancartas.

El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, caminó al lado del cortejo fúnebre con lágrimas en los ojos y coreando con la multitud “Néstor no se murió”.

El cortejo pasó frente a la sede del ministerio de Trabajo, ubicado sobre la avenida Leandro N. Alem al 600, donde la mayoría de los trabajadores de esa cartera bajó de sus oficinas a la calle para saludar el paso del ex mandatario.

Los más jóvenes gritaban en muchas oportunidades “yo soy argentino, soy soldado del pingüino” y “Che gorila, che gorila, si la tocan a Cristina el kilombo que va a haber”. Algunos recordaron que el sepelio de Juan Domingo Perón, el 1 de julio de 1974, también se realizó en un día gris y lluvioso como el de hoy. El cortejo recorrió luego la avenida Córdoba, por donde continuó hasta la 9 de Julio.

Entre las pancartas y banderas de las agrupaciones, se destacó la de la agrupación “La Cámpora”, la de la Juventud Peronista, de sindicatos y agrupaciones sociales como así también muchas banderas argentinas. Numerosas banderas de países latinoamericanos, de los pueblos originarios y de la diversidad también se agitaron también para la despedida.

El cortejo tomó luego la Avenida del Libertador. El paso se realizó a mayor velocidad, y continuó recibiendo el clamor popular que no dejó de arrojar flores al paso de los autos.

En el aeroparque, esta vez bajo una lluvia más intensa, el avión TC-55 de la Fuerza Aérea despegó a las 14.40 rumbo a Río Gallegos llevando a su bordo los restos del ex presidente. En la nave también viajó la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, sus hijos Máximo y Florencia, Alicia Kirchner, Aníbal Fernández, Oscar Parrilli y Carlos Zannini.

Fotos: Reuters, AP, DPA, EFE, Presidencia de La Nación, y La Nación.-