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Bullying: escuelas y clubes impasibles… Padres indolentes

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- El maltrato u hostigamiento que reciben los chicos en las escuelas y clubes, denominado “bullying”, sigue sin manejarse con coherencia en establecimientos educativos como en clubes paranaenses y en hogares donde prima una falta de criterio inconcebible.

Basta recorrer distintos ámbitos de la capital entrerriana y hablar con padres educados, de buena cuna; responsables en todos sus quehaceres respectivos, como esencialmente comprometidos con una excelsa formación humana y pedagógica de sus hijos, para verificar que algo está fallando en diversos colegios e instituciones deportivas de Paraná.

Alcanza con compartir distintos diálogos para interpretar una coyuntura que afecta a varios niños y hasta adolescentes de nuestra ciudad: chicos intimidados y maltratados por sus compañeros de forma repetida y sostenida, expuestos a agresiones físicas, verbales o sociales.

Una situación inaceptable pues, el agredido, es un niño o adolescente en riesgo. No es “cosa de chicos, ni un juego”, como intentan encubrir algunos docentes, directivos, padres y madres indiferentes.

Un chico que está emocionalmente preparado y ajustado puede ponerse en el lugar del otro, registrar la crueldad o el abuso como algo externo y perjudicial, y hacer algo al respecto, sin embargo no todos los violentados poseen ese carácter o temperamento.

El aislamiento es una de las situaciones sociales más dolorosas para los chicos pues, amén del dolor físico se agrava la pérdida de la autoestima y la confianza personal en un período clave de sus vidas.

Por ende, frases de docentes, entrenadores, directivos o hasta padres que invocan “no le hagas caso…”, o “aguanta, que un día se va a cansar de ofenderte…”, o hasta el execrable “si el que te molesta se acerca a vos o está con otros compañeros con los que querés estar, aléjate de él y de ellos… Mejor solo…”, agravan el sinsabor.

Si bien podemos concebir de buen tacto el enseñar al niño a hacerle frente a la intimidación o crear estrategias enérgicas para saber que hacer frente a la situación de acoso, lo real es que maestros, profesores, instructores y los demás padres del Colegio deben bregar por identificar a él o los provocadores-pendencieros, o a aquellas criaturas mordaces, socarronas, sarcásticas que tanto daño generan, y trabajar con ellos en pos que dejen de ejercer ese vil trato.

Obviamente, se debe acometer un tratamiento diferencial con esa clase de niños o niñas violentas y con sus padres.

Lo peor que pueden hacer quienes tienen en sus manos la decisión de transformar ésta problemática es desligarse, ser impasibles, insensibles y más grave aún… ser condescendientes con el/la o los/las bravucones, quienes suelen ser apañados por el mero hecho de ser hijos de padres benefactores de las entidades donde se perpetran éstos acontecimientos aborrecibles.

Y precisamente son esos padres los que suelen deslindar responsabilidades y/o inculpar al niño o niña acosado/a, agredido/a, como en forma asombrosa tejen conjeturas engañosas, falaces, con una sutilidad increíble que terminan incriminando al dañado y no a los dañinos, o culmina imputando a los padres del atacado y no a los padres tan arteros como hipócritas.

Lo detestable es como, el resto de la Comunidad Educativa o Deportiva se muestra insensible y en vez de sumar adhesión o votos para que el o los agresivos dejen de accionar maliciosamente, les dicen a sus hijos que se alejen del niño o niña que soporta el Bullying y así logran “inmunidad” ahondando, profundizando, la apremiante discriminación.

Esto no es todo… Se acercan a los padres de los niños ofensivos segregadores y les rinden pleitesía evidenciando temor, sumisión, sometimiento, una humillante subordinación en vez de unirse al papá y mamá del agredido ofreciéndoles contención mediante una actitud solidaria.

Lo que deben tener en cuenta estos padres es que, tarde o temprano, sus niños se verán envueltos, comprendidos, en la agresión de quienes se han transformado en sus líderes; procederes que, quizás, ya hayan sido documentados y un día sean develados generando estupor por comprobarse palmariamente quien y/o quiénes NO eran tan inocentes y elocuentemente se los encubrió cuando ironizaron a un compañero, cuando lo maltrataron verbalmente, cuando lo bloquearon aislándolo del resto, o hasta cuando los padres de éste dominador o dominadora transformaron el escenario volviéndolo culpable al chico o chica agraviado/s.

Y ese día… Escuela, Colegio, o Club tendrá su castigo legal y moral de parte de la Sociedad toda, por el simple hecho de no haber sabido adoptar oportunamente las resoluciones más congruentes y JUSTAS.

Así estamos en Paraná, y ojo… cuidado… Con tan peligrosísima actitud de autoridades de escuelas-colegios-clubes se ahonda el riesgo de reacciones de toda índole, sin descartar que alguna de ellas concluya en tragedia.