Maran Suites & Towers

Boxeo de Primera: no perdió “Cloroformo”… ganó Falliga

ESPECIAL (por Francisco “Pancho” Calderón).- Es correcta la apreciación que el sábado en el “Butta” vimos desde el vamos a un “Cloroformo” distinto. Es incontrastable. Indiscutible. Y anticipamos el viernes que en la conferencia se observó a un Ulises López como indiferente, sin la chispa de siempre. Como resaltamos la serena convicción de “El Flaco” Falliga y la arriesgada certeza de su entrenador, Mario Tedesco. Ya desde esa tarde/noche presagiábamos un combate durísimo.

“Alejandro Falliga realizó la mejor preparación de su vida para esta pelea” esa expresión contundente de Tedesco, un Viejo Lobo de Mar, resumía la infalibilidad del rincón bonaerense en la previa.

Y somos francos…Con más de dos décadas asistiendo a éste tipo de presentaciones, un gusto raro nos dejó la puesta en escena montada en el Club Neo de modo impecable.

Pero  en “Cloroformo” confiamos a muerte, y solo quisimos creer que fue un exceso de concentración o cuidado teniendo en cuenta semejante ansiedad como la que viene soportando desde hace ya largo tiempo que incluyó no menos de un par de discursos ligados a la “inminente” proyección internacional.

Y si uno rebobina el tape del juego de preguntas y respuestas entre Cuestión Entrerriana y Roque Romero Gastaldo, se verá que intentamos abordar el aspecto psicológico, con tanta carga de nervios, de tensión, del boxeador de Villa Clara que sigue sumando enfrentamientos ante colegas que sí han dado el salto de calidad y el sigue afrontando veladas de cabotaje casi en exclusividad en su terruño.

Recibimos como respuesta una negativa tajante, aunque no nos quedamos conformes…

Llegó la noche…Salió Falliga con Tedesco al frente. El entrenador mantenía su mirada vivaz y confiada. Hasta nos ofreció una foto “con el nuevo campeón” ni bien suban al ring, y cumplió, advirtiendo: “lo que prometo, lo cumplo. Prepará la máquina para retratar lo que te anuncié ayer…”.

Mientras, “El Flaco” pasaba y nos guiñaba un ojo sin restarle fiereza y firmeza al rostro, para posteriormente subir al cuadrilátero, saludar al público que lo colmó de silbidos y abucheos, y recibir unos masajes en la zona cervical como luego disponerse a posar en exclusiva para Cuestión Entrerriana.

Segundos después, giramos para ver la salida de vestuarios de Ulises. Salió Roque, con rostro más serio que nunca y atrás “Cloroformo” totalmente encapuchado. Por primera vez no logramos saludarlo, menos fotografiarlo de frente, y tampoco logramos de él esas fotos de rigor desde arriba  del escenario, cuando estaba desbordado de confianza y contagiando la buena onda que mantuvo siempre con toda la prensa paranaense.

Algo raro pasaba internamente con Ulises. Y no queríamos verlo. Lo que es más… El colega amigo Walter Nelson, al cabo del primer round, nos preguntaba con un rostro asombrado “¿qué le pasa a Cloroformo?…Luce apático” y acotaba ese enorme boxeador histórico que es Santos Laciar, con quien compartimos un gratísimo almuerzo en su penúltima visita,: “éste no es el Ulises López que conocemos…”.

Necios, porfiados, creímos que nuestro púgil estaba reservando energías, y/ que estaba respetando un libreto preestablecido por “Rocky”. Le dijimos a Walter: “esperá hasta el quinto; a partir de ahí vendrá lo mejor…”. Confiábamos como si hubiésemos apostado a muerte por Ulises. La fe, la esperanza, no nos dejaba ver otra faceta del combate y como logramos ver esos tres fatídicos asaltos al día siguiente hoy podemos asegurar que -si bien hubo algo íntimo tenso, a punto de quebrarse, en mente y corazón de Ulises-, no se puede restar, no se puede menoscabar el enorme mérito de Falliga.

Hay mensajes que brotan desde lo más recóndito de mente y alma. Y si bien ningún colega opinó en la previa y menos posterior a éste desenlace sobre la tirantez extrema, el ansia inconmensurable que invadía a Ulises en medio de tanta espera en proyectarse internacionalmente siquiera cruzando el charco hasta la vecina república “Charrúa”, había señales inequívocas que, repetimos, preferimos obviarlas y retemplar la ilusión.

Claro que nosotros no subimos al ring ni nos enfrentamos a un adversario que si viajó fuera de los límites patrios, y el tipo tenía una talla ostensiblemente distinta como unos brazos largos temibles y una pulcra dote técnica como sagaz plan de pelea.

Por ello es que hoy, ya en frío, sin la adrenalina del domingo a la madrugada, logramos discernir que “Cloroformo” no pudo, quizás no supo, asimilar la vicisitud de sentirse mentalmente presionado en extremo por esos gritos del alma que solo se capitalizan con sabiduría alejada de todo desborde pasional.

Generalmente, todos los deportes tienen un componente psíquico y físico instintivo, natural. Ese componente instintivo, en el caso del boxeo, si no es encauzado, es muy peligroso.

En este viril deporte pesan más los errores que los aciertos y el sábado en Echagüe no se puede adosarle plena responsabilidad a López por su sentir, padecer o actuar en el momento de la definición traicionando a tope lo que le había recomendado “Rocky” en cuanto a los tiempos de salir “a matar”.

Es injusto con el mismo Falliga creer que PERDIÓ “Cloroformo” por más defecto o carencia propia que el mérito del moronense.

Falliga supo estar de pie en Alemania ante el hasta allí invicto Sebastián Zbik, hoy campeón mundial; rendirle pleitesía en Irlanda a otro imbatido como Andy Lee; o hasta le otorgó ventajas de peso en Australia a que fue rey universal como Anthony Mundine.

O ni hablar de aquella velada en Uruguay donde lo robaron en aquel memorable combate ante Rafael Sosa Pintos que tuviera un bochornoso resultado, injusto por donde se lo mire.

Por eso es que Falliga le tiró encima al adoptivo entrerriano superiores fuerzas mentales, esas que consisten en sentirse, en saberse más experimentado que su oponente.

Así fue que el de Morón prevaleció con amplitud en el primer round y por menos margen en el segundo, controlando los precipitados avances de un López que alternaba lapsos apáticos con mala coordinación del trabajo de piernas, descoordinado el eje vertical, sin  tapar o entrando sin protección de la mano adelantada.

Falliga dominó con un agudo punteo zurdo y también con derechazos. Quien algo sabe de éste deporte, conocerá que muchas veces, la sola visión del puño derecho cosido al mentón, en dirección a la cabeza del rival intranquiliza al oponente, lo bloquea.

Sin ir más lejos recordemos a Holyfield, que estiraba la mano izquierda, y cuando su rival ingenuamente fintaba por debajo de su codo, se encontraba con una derecha explosiva.

Ya en el asalto inicial, Falliga clavó un imperceptible pero certero gancho diestro a la mandíbula del campeón que acusó recibo retirándose contra las cuerdas y “perdiendo” el protector, siendo el campanazo final su mejor aliado.

Quizás ese golpe no le permitió más a López recuperarse debidamente de ese impacto y, por más que su orgullo y del aliento de su gente lo llevaban hacia delante, las mejores cosas las continuó haciendo el adiestrado por Tedesco con una pose sólida, ojos bien abiertos, alejándose sagazmente de toda línea de fuego de los picantes puños de Ulises, manejando criteriosamente tiempos y distancias con aceitados movimientos de piernas y un martilleo constante con su jab zurdo que perforaba constantemente la guardia abierta del dueño de casa, llegando al rostro y al plexo de un rival desconcertado.

No obstante, esas cualidades del forastero no lograba coronarlas en forma contundente, hasta cambió su estrategia y metió varios ascendentes en el comienzo que ablandaron a un López, asombrosamente con escaso poder de absorción, a quien preparó para la definición precipitada con un cross zurdo.

López, después de dos rounds lamentamos decirlo, abúlicos, anodinos, sin su energía chispeante habitual, manifestó de pronto una actitud valerosa, digamos que hasta llamativamente expuesta, como pretendiendo disimular la superioridad técnica de su oponente. Pero la claridad de Falliga fue demasiada para sus intenciones.

Así fue que luego de una nueva serie de golpes curvos que llegaron reiteradamente a destino, Falliga dio un paso atrás y recibió el último ataque adversario con un quirúrgico uppercut de derecha al mentón de un López que se desmoronó pesadamente, obligando al árbitro Diego Linari seguir con la cuenta hasta el out.

Con esta definición precipitada que conmovió a todo al estadio como a buena parte del ambiente pugilístico nacional, se abrió -sin decirlo ni desde Buenas Ideas ni desde Argentina Boxing Promotions- la chance de proponer Falliga enfrentarse por los otros cinturones que aún ostenta “Cloroformo”, teniendo pasaporte reservado hasta para un eventual tercer pleito por semejante victoria conquistada nada menos que sobre suelo paranaense.


¿Nace un clásico?… Pensamos que sí, y ya anticipamos… La próxima, por los títulos que aún hoy ostenta López, será acá y quizás sobre el filo de fin de año, aunque no es descartable el rumor llegado hoy a nuestra redacción, inherente a que Margossian planea una velada espectacular en la Costa atlántica a mediados de enero.

Fotos: Mariana Bourband y F. “P”. C.