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Biden y Trump volverán a disputar la presidencia de EEUU

El “supermartes” cumplió su cometido: zanjó la incógnita central de las elecciones primarias en Estados Unidos. El presidente Joe Biden y Donald Trump volverán a disputar la presidencia, tal como ocurrió hace cuatro años. Pero la cita más importante en el calendario electoral norteamericano antes de las elecciones generales del próximo 5 de noviembre dejó además indicios sobre el humor del electorado, las estrategias de las campañas y las fortalezas y debilidades de los candidatos.

Desde que Biden y Trump lanzaron sus candidaturas presidenciales, Estados Unidos ha dedicado una notable cantidad de tiempo, oxígeno y una buena dosis de imaginación para tejer escenarios alternativos. El “supermartes” terminó por demoler todas las especulaciones: salvo algún imprevisto, Biden y Trump volverán a competir por la Casa Blanca.

Trump volvió a destruir todos los desafíos a su liderazgo en el Partido Republicano. Una vez más, Trump se enfrentó a más de una docena de rivales, y les ganó a todos. Nikki Haley, la última candidata en pie, apenas se quedó un estado: Vermont, un bastión demócrata. Su equipo de campaña adelantó que hoy se bajará de la carrera. Ni la grieta en el Partido Republicano, los dos juicios políticos que sufrió en su presidencia, el asalto al Congreso del 6 de enero de 2021, las polémicas en sus negocios o en su presidencia, o los 91 cargos penales que enfrenta en la Justicia hicieron mella en su popularidad, o lograron frenar su avance a otra candidatura. El Grand Old Party es su partido, y Trump volverá a ser candidato.

Biden tiene a las encuestas en contra, su salud es un lastre político, y una abrumadora mayoría de los norteamericanos cree que el país va en el rumbo equivocado. Los demócratas no hacen ningún esfuerzo por esconder su ansiedad, y las confabulaciones tocaron lo irrisorio al imaginar, incluso, una candidatura de Michelle Obama. A sus 81 años, Biden se prepara para encarar su última campaña, sin ninguna intención de dar un paso al costado.

La vejez de los candidatos, bajo la lupa

La crisis en la frontera y la economía son los principales temas de la campaña. Pero hay otro asunto que ha ganado espacio en el debate político: Estados Unidos se encamina a elegir entre los dos candidatos más viejos de su historia, un hecho inédito en las elecciones presidenciales, y un testimonio de la gerontocracia norteamericana.

La última vez que la vejez de un candidato fue un tema de discusión fue en 1984, cuando Ronald Reagan buscó su reelección. Reagan tenía entonces 73 años, cuatro menos que Trump, y ocho menos que Biden. Reagan dejó una frase para los anales de esa campaña: “No haré de la edad un tema de esta campaña. No voy a explotar, con fines políticos, la juventud y la inexperiencia de mi oponente”, bromeó Reagan en uno de los debates ante un mucho más joven Walter Mondale, quien se río con la frase.

Este año, la vejez de los candidatos será un tema ineludible. Tanto Biden como Trump han tenido deslices y confusiones públicas, y ambos estarán bajo la lupa, aunque la vejez ciertamente parece ser un lastre mucho más pesado para Biden que para Trump, según sugieren las encuestas.

¿“MAGA” es suficiente?

Trump y su anillo de confianza han comenzado a ofrecer un nuevo mensaje últimamente: quiere un Partido Republicano trumpista, que adhiera de punta a punta con el movimiento “Make America Great Again”. Trump dijo en un reciente discurso de campaña que su movimiento “representa al 96 por ciento, y tal vez al 100 por ciento” de los republicanos, rechazando las afirmaciones de una fracción importante del partido no lo respalda. Trump le puso nombre y apellido a los moderados: apuntó al senador por Utah, Mitt Romney, candidato presidencial en 2012.

“Nos estamos deshaciendo de los Romneys del mundo. Queremos sacar a los Romneys y a esos”, dijo Trump.

Pero, ¿le alcanza a Trump con su movimiento para ganar la presidencia? La lectura convencional es que Trump y el Partido Republicano han perdido las últimas tres elecciones nacionales –2018, 2020 y 2022– justamente porque no han logrado conquistar al electorado moderado e independiente. En Virginia, antaño un estado “pendular” devenido en demócrata, Nikki Haley obtuvo casi el 35% de los votos en la primaria, un dato que encuadra uno de los desafíos que enfrenta Trump para volver a la Casa Blanca: lograr que alcance con su movimiento.

“El alto mando del equipo de Trump debería preocuparse por unificar al Partido Republicano”, alertó Karl Rove, estratega de George Bush, a sabiendas del costo que la grieta interna puede acarrear en noviembre.

Biden va por otro 2020

Biden y su campaña parecen tener el libreto de la campaña listo: intentarán por todos los medios recordarle al país el enorme trauma que generó, para una porción del país, la presidencia de Trump. Basta, por caso, con leer la primera línea del mensaje que difundió su campaña al cierre de la votación: “Los resultados de esta noche dejan al pueblo estadounidense una opción clara: ¿vamos a seguir avanzando o permitiremos que Donald Trump nos arrastre hacia atrás, hacia el caos, la división y la oscuridad que definieron su mandato?”, dijo Biden.

El problema para Biden es que 2024 no es 2020, y la estrategia de convertir la elección en un referendo sobre Trump, y no sobre su propia presidencia, puede chocar con la realidad. Hoy, Biden es más impopular que Trump, y los norteamericanos parecen mirar con mejores ojos la presidencia del magnate en el espejo retrovisor.

Biden y su equipo confían en que, al final del día, la coalición demócrata saldrá a votar para evitar el regreso de Trump, tal como lo hizo en 2020, y dejará en su casa sus preocupaciones por su vejez, o su malestar por la inflación, la economía, o su disconformidad por la guerra en Gaza. Por las dudas, su campaña se encargó de difundir algunos resultados de las primarias de este año de los estados donde Biden logró un mayor respaldo que Barack Obama en 2012, una señal de la confianza interna en el equipo del mandatario.

La campaña será atípicamente larga

En 2008, Hillary Clinton y Barack Obama estiraron al máximo su disputa por la candidatura presidencial del Partido Demócrata. La disputa terminó recién a principios de junio. En 2012, Mitt Romney se aseguró la cantidad de delegados necesaria para ser el candidato republicano a fines de mayo. En 2016, Trump fue ungido como “presunto candidato” a principios de mayo, y Hillary Clinton, a principios de junio, tras otra dura pelea, esta vez con Bernie Sanders. Cuatro años atrás, Biden logró quedarse con la candidatura a principios de abril, en medio de la pandemia, cuando Bernie Sanders puso punto final a su segunda campaña presidencial.

Este año, la primaria presidencial terminó bastante más rápido de lo habitual, y el camino hasta la elección general de noviembre será inusualmente largo: ocho meses completos de campaña presidencial.

La estrategia de demolición que han comenzado a desplegar Biden y Trump promete poner a prueba la resiliencia del electorado norteamericano para masticar y digerir lo que se avizora como una de las campañas más negativas de la historia moderna de Estados Unidos.

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