La Academia Nacional de Periodismo mostró su “dolor unánime” por el fallecimiento de Beatriz Sarlo
|La Academia Nacional de Periodismo emitió un sentido comunicado para despedir a la ensayista Beatriz Sarlo, que era una de sus integrantes y murió a los 82 años. Allí destacó su “espíritu joven” y su lucidez para analizar las distintas épocas que vivió.
“La Academia Nacional de Periodismo participa con dolor del fallecimiento de la académica Beatriz Sarlo, la intelectual más importante del país, y una colega brillante y austera”, sostuvieron desde la organización, en un posteo que realizaron en las redes sociales. Allí compartieron el comunicado oficial con el que despidieron a la ensayista.
“Beatriz Sarlo encarnó como pocos la figura del intelectual, una especie que la cultura actual parece relegar cuando más se lo necesita. La movía la necesidad de saber, la curiosidad más genuina”, escribió la Academia en el mensaje, publicado horas después de conocerse el fallecimiento de la estudiosa de la literatura y de la cultura argentina.
Sarlo escribió para decenas de medios, uno de ellos Clarín. A lo largo de su trayectoria recorrió destinos tan distantes como Malvinas o la Amazonia, incursiones que reunió en su libro Viajes.
Asistió a diversas marchas en Plaza de Mayo, de las que extraía información que conectaba en sus textos. “Su pasión por la política y el periodismo (y por la cultura mediática en sentido amplio, se puede decir) se despertó muy temprano en su vida”, remarca la Academia Nacional de Periodismo.
Quienes la conocieron destacaron la acidez de sus observaciones, mechado con el sentido del humor y la ironía. En los últimos años trabajaba en una autobiografía que quedó inconclusa.
Sarlo, quizá la intelectual más destacada de Argentina en las cuatro últimas décadas, dejó un rico legado en decenas de libros. Hace unos diez días había sido internada en el Otamendi debido a un ACV masivo, que la dejó con problemas motrices. “Se acabó la Sarlo”, les había dicho a amigos en una visita al sanatorio. Si bien logró salir de la terapia intensiva, esta madrugada tuvo una descompensación y falleció.
La despedida tendrá lugar en el CeDInCI (Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas), Rodríguez Peña 356, hoy martes 17 de diciembre desde las 19 hasta la medianoche. El cortejo fúnebre saldrá desde allí hacia el crematorio del cementerio de la Chacarita a las 9 de mañan.
El texto completo de la despedida de la Academia de Periodismo
Beatriz Sarlo encamó como pocos la figura del intelectual, una especie que la cultura actual parece relegar cuando más se lo necesita. La movía la necesidad de saber, la curiosidad más genuina. Lectora voraz desde muy temprana edad, no se quedaba sin embargo en la letra de los libros. La llamaba también la experiencia directa de las cosas, el contacto sin mediaciones con la realidad, y dedicó su vida a desentrañar sus significados. Reunía en su persona la hondura reflexiva del pensador y la capacidad de observación del cronista. En ese ida y vuelta entre las ideas y los fenómenos concretos construyó una obra que reunía los mejores atributos de la critica literaria, el ensayo de ideas y la crónica de viajes o periodística.
Fue, siempre, un espíritu joven. La necesidad de comprender, unida a su capacidad de observación, la llevó a indagar con lucidez en los cambios culturales y políticos de nuestra sociedad hasta sus últimos días. Su mirada y su registro se fueron ampliando para poder dar cuenta de esas transformaciones en los ámbitos más diversos. Su ojo era tan agudo cuando se posaba sobre los procesos políticos como cuando, por ejemplo, diseccionaba los escándalos de las celebridades para entender el modo en que el ecosistema mediático actual había trastocado el concepto de intimidad.
Fue, antes que nada, una critica literaria. De Sarmiento a Juan José Saer, deteniéndose por supuesto en Borges, recorrió en sus libros el canon nacional de escritores. Su lectura no se reducía a desentrañar los dispositivos estilísticos de la obra analizada o a indagar en las claves internas del texto. Buscaba vincular a los autores con con el clima de época y ofrecer además el contexto cultural y y político en el que escribían. De ese modo, los ensayos literarios de Sarlo son también un recorrido por la construcción de la cultura de nuestro pais.
Como gran observadora, desarrolló también sus dotes de cronista. Puso en juego sus dotes narrativos en ‘De la Amazonia a las Malvinas’, libro en el que rescató una serie de viajes por América Latina que hizo en su juventud, durante los años 60 y 70.
En su actividad periodística aunó la profundidad de análisis con su pulso narrativo. Le gustaba ir de incógnito a las grandes marchas políticas en Plaza de Mayo, mezclarse con la gente y tomar nota de lo que observaba para después volcar todo en crónicas cargadas de inmediatez en las que, sin embargo, se colaba la mirada de la analista en detalles u observaciones cargados de significación. Su pasión por la política y el periodismo (y por la cultura mediática en sentido amplio, se puede decir) se despertó muy temprano en su vida. Fue, desde 1978 hasta 2008, directora de la revista Punto de Vista, ineludible ámbito de discusión de la cultura y la política argentina. Colaboró con los diarios La Nación, Clarin y Perfil.
Podia ser ácida en observaciones, pero nunca perdió un fino sentido del humor y el manejo sutil de la ironía. Tampoco su entusiasmo por el trabajo. Desde hace unos años, trabajaba en un libro de memorias. “Es una autobiografía centrada en el hecho de no entender, que es mi experiencia constitutiva”, dijo en 2022. Esa vocación omnívora por comprender, en suma, la llevó a profundizar en los ámbitos más diversos y a desplegar una obra de enorme valor en la que se cruzan el ensayo, la crónica y el articulo periodístico. Y fue, hasta el último de sus dias, la razón de su inagotable energía.
Por todo eso y mucho más, para la Academia Nacional de Periodismo fue, y será para siempre, un un honor honor que Beatriz Sarlo haya sido una académica brillante. Por eso también, el dolor unánime entre los miembros de la Academia.