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Condena de 3 años de prisión para Roberto Giordano por insolvencia fraudulenta

Roberto Giordano fue sentenciado este miércoles a tres años de prisión tras admitir su culpabilidad en un juicio abreviado, en el que se le imputaba insolvencia fraudulenta. Es decir, ocultar bienes intencionalmente para evitar su embargo judicial. La sentencia fue firmada esta tarde por el juez Jorge Alejandro Zabala. Cabe recordar que el famoso peluquero ya tiene una condena previa de dos años por un caso similar, que aún espera la confirmación de la Corte Suprema de Justicia.

La causa contaba con una fuerte carga probatoria contra el antiguo peluquero de las estrellas. En el expediente se acumulaban documentos y testimonios que lo comprometían significativamente, por lo que no tuvo otra opción que declararse culpable para evitar una condena más severa.

“Lo que hizo Giordano fue, básicamente, crear una serie de empresas falsas y sellos de goma que puso a nombre de conocidos suyos, en su mayoría empleados sin capacidad financiera. Empresas que en realidad él manejaba desde las sombras. Es decir, usó testaferros. El objetivo fue esconder en esas sociedades fantasmas 17 bienes para evitar perderlos, ya que la AFIP lo estaba investigando y él lo sabía”, explicó una fuente en los tribunales del fuero penal económico.

Según la reconstrucción judicial, al verse acorralado por las inspecciones fiscales de la AFIP sobre su peluquería, que operaba bajo la sociedad ASPIL S.A., Giordano habría utilizado testaferros para crear empresas paralelas en las que él no figuraba oficialmente, pero que seguía manejando en la práctica. A estas empresas, denominadas Nilamar S.A., Big Brands S.A., Arimis S.R.L. y Unidor S.R.L., entre otras, transfirió tanto personal como bienes.

“Una vez que hizo todo eso, la empresa que él reconocía como propia, ASPIL S.A., quedó vacía, es decir, solo quedó el cascarón: sin empleados, sin bienes, sin absolutamente nada. Mientras tanto, seguía ahí acumulando deudas, no pagaba impuestos, evitaba abonar las cargas sociales. Si le hacían juicio, ya no tenía nada a su nombre, lo había pasado todo a las empresas truchas. Esa es la maniobra. La realidad es que es muy común que se haga esto solo que él lo llevó al paroxismo”, afirmó una fuente familiarizada con los tribunales y, especialmente, con Giordano.

Para comprender el complejo entramado que realizó Giordano, y que fue investigado durante más de seis años hasta llegar a esta instancia de juicio abreviado, conviene repasar el procesamiento que sufrió el peluquero el 5 de junio del 2020, en el que se detalló minuciosamente el delito.

En total, fueron 17 los bienes que el peluquero transfirió de su empresa a las sociedades fantasmas manejadas por sus conocidos. Lo hizo mediante ventas a valores nulos, bajos o transferidos directamente a personas sin solvencia económica. Posteriormente, los desapoderaba de sus bienes en detrimento de sus patrimonios.

Cuando Giordano tuvo la oportunidad de defenderse en indagatoria, negó esas maniobras. Alegó que era un simple empleado. Aseguró que las empresas falsas lo habían contratado a él y que no tenía ninguna responsabilidad: “Las presuntas evasiones fueron llevadas a cabo por sociedades de las cuales yo no tengo ninguna participación societaria”.

“Debido a la inmensa cantidad de juicios laborales que tuve que afrontar y pagar, sumado a los bajos ingresos de la peluquería, decidí dejar de explotar los diversos salones y ofrecer mis servicios como asesor en marketing, profesor de peinado y cortes de cabellos a diferentes empresas. Mi beneficio económico era por ese asesoramiento. A su vez le vendí a esas sociedades mi nombre (marca) para que promocionen sus comercios. Por eso no es extraño que en los tickets aparezca mi nombre”, declaró Giordano ante el juez.

El magistrado no le creyó. Principalmente, porque en el expediente había una serie de pruebas que contradecían a Giordano en varios aspectos.

El juez formuló su hipótesis basándose en eso: “Sin perjuicio de que Roberto Leonardo Giordano no integraba formalmente las empresas Unidor, Arimis, Big Bands y Nilamar, era quien en los hechos dirigía y tomaba las decisiones inherentes al funcionamiento de aquellas, es decir, era el verdadero responsable de la explotación de la cadena de peluquerías y que los cargos directivos de tales empresas se encontrarían ocupados a título formal por personas relacionadas con aquel”.

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