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Francisco denunció que “la crisis social y económica es muy grave” por la pandemia

El pontífice cambió su tradicional presencia en el balcón de la Basílica de San Pedro a raíz de la pandemia y, por segundo año consecutivo, no hubo presencia de fieles. Pidió por la redistribución de las vacunas a los países más pobres y se expresó sobre los conflictos armados y el golpe de Estado de Myanmar.

El papa Francisco denunció este domingo que “la crisis social y económica es muy grave” por la pandemia, al tiempo que instó a “superar” los retrasos en la distribución de vacunas y, en su bendición de Pascua, pidió más “ayuda” para las familias necesitadas.

“La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialmente para los más pobres; y a pesar de todo, y es escandaloso, los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan”, denunció el pontífice antes de dar la bendición “Urbi et Orbi” (a Roma y al mundo) desde la Basílica de San Pedro.

En una celebración marcada por la pandemia de coronavirus, que por segundo año consecutivo impidió la presencia de fieles y obligó al Papa a cambiar su tradicional presencia en el balcón central de la Basílica, Francisco al referirse a las vacunas instó “a toda la comunidad internacional a un compromiso común para superar los retrasos en su distribución y para promover su reparto, especialmente en los países más pobres”.

El mes pasado, el Papa había criticado de la misma manera a “los que acaparan vacunas” en medio de la pandemia.

“Todas las personas, especialmente las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios. Esto es aún más evidente en este momento en que todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramienta esencial en esta lucha”, argumentó en su reclamo.

En septiembre de 2020, cuando la pandemia parecía darle un respiro a Europa y Asia pero azotaba el continente americano, Francisco ya había pedido “a los responsables políticos y al sector privado a que tomen las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra la Covid-19” privilegiando al “más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”.

Durante el mensaje de hoy, Francisco pidió además “que el Señor inspire la acción de las autoridades públicas para que todos, especialmente las familias más necesitadas, reciban la ayuda imprescindible para un sustento adecuado”.

En ese marco, y tras celebrar a primera hora de este domingo la Misa en el día en el que según la tradición católica se produce la resurrección de Cristo, el Papa sostuvo que “desgraciadamente, la pandemia ha aumentado dramáticamente el número de pobres y la desesperación de miles de personas”.

Además de mostrar sus inquietudes por la segunda ola que vive el continente americano y la tercera y cuarta que atraviesa Europa, gran parte de Asia y África, el Papa dedicó su mensaje de Pascua para expresar, como de costumbre, su preocupación por diversos conflictos mundiales.

En su mensaje, Francisco denunció que “todavía hay demasiadas guerras y demasiada violencia en el mundo” y pidió por la liberación de prisioneros en Ucrania oriental y en Nagorno-Kabaraj, luego de la guerra entre Armenia y Azerbaiyán el año pasado en ese disputado enclave.

Entre sus preocupaciones, Francisco resaltó la situación de “tantos jóvenes que se han visto obligados a pasar largas temporadas sin asistir a la escuela o a la universidad, y sin poder compartir el tiempo con los amigos”, un problema provocado históricamente por los conflictos armados y acentuado en todo el planeta el año pasado con la pandemia.

“Todos necesitamos experimentar relaciones humanas reales y no sólo virtuales, especialmente en la edad en que se forman el carácter y la personalidad”, agregó.

Además, aprovecho la ocasión para manifestarse “cercano a los jóvenes de todo el mundo y, en este momento, de modo particular a los de Myanmar, que están comprometidos con la democracia, haciendo oír su voz de forma pacífica, sabiendo que el odio sólo puede disiparse con el amor”.

Ese país del Sudeste Asiático se encuentra inmerso en masivas protestas, una cruenta represión e incipientes levantamientos armados contra la nueva junta militar que tomó por la fuerza el poder en un golpe de Estado.

Entre sus preocupaciones, de frente a las cerca de 200 personas presentes en la Basílica de San Pedro, el Papa incluyó también otros conflictos aún irresueltos como la situación en Libia, Siria y algunas naciones africanas como Nigeria.

Al referirse al problema de la migración, Francisco se mostró agradecido con “los países que acogen con generosidad a las personas que sufren y que buscan refugio, especialmente al Líbano y a Jordania, que reciben a tantos refugiados que han huido del conflicto sirio”.

Sobre Medio Oriente, el Papa recordó su reciente visita a Irak y pidió que continúe “el camino de pacificación que ha emprendido” el país.

Tras renovar su pedido de “diálogo” entre israelíes y palestinos, el Papa dejó además claro una vez más su deseo “de dos Estados en paz y prosperidad” para resolver el conflicto.

En su novena Pascua como Papa, y en otra referencia a la pandemia, Francisco lamentó asimismo que “en diversos lugares, muchos cristianos han celebrado la Pascua con graves limitaciones y, en algunos casos, sin poder siquiera asistir a las celebraciones litúrgicas”, a causa de las restricciones presentes en muchos países.

“Recemos para que estas restricciones, al igual que todas las restricciones a la libertad de culto y de religión en el mundo, sean eliminadas y que cada uno pueda rezar y alabar a Dios libremente”, concluyó.

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