Mar del Plata homenajeó a la Virgen de Lourdes y a Santa Bernardita
|El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, celebró este martes la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes en la gruta dedicada en su honor que se encuentra en la zona portuaria de la ciudad. Allí, el prelado destacó a Santa Bernardita Soubirous, por quien la Inmaculada Concepción de Lourdes se dio a conocer, y la misericordia de Dios transmitida a la niña.
Una verdadera fiesta de fe se vivió ayer por la tarde en la gruta de Lourdes, que en este año está cumpliendo 75 años de existencia. Miles de personas se acercaron a expresar su devoción a la Virgen, y a “dejar a sus pies” sus intenciones.
Alrededor de las 19, la gruta continuaba colmada de fieles. Luego del rezo del Rosario, la artista Cecilia Milone entonó el Ave María. Algunos jóvenes voluntarios tomados de las manos, formaron un “cordón humano” para permitir el paso del carro adornado con miles de flores, que portaba la imagen de Nuestra Señora de Lourdes. Con pañuelos en las manos, y muchos con lágrimas en los ojos, recibieron a la Virgen con vivas y aplausos y luego comenzó la santa misa.
Monseñor Marino quiso centrar su reflexión sobre la jovencita a la que la Virgen se presentó. De la santa, destacó su humildad y simplicidad. El prelado opinó que María buscó una mujer perteneciente a lo más llano del pueblo, del mismo modo que Dios, su Salvador, miró con bondad su pequeñez de servidora.
El obispo también destacó que santa Bernardita evitó siempre la exposición e insistió en la centralidad de Jesús en los mensajes transmitidos, y valoró que quisiera vivir en la verdad de lo cotidiano con el realismo de una campesina y la fe robusta que la llevó a superar enormes dificultades y pruebas.
Monseñor Marino aseguró que, por medio de esta chica, Dios quiere mostrarle al mundo moderno el camino de retorno, que se funda en la pobreza evangélica y la penitencia, el rezo del rosario como ascenso hacia los misterios de la salvación y, por sobre todo, el amor a Dios y al prójimo.
El obispo marplatense dedicó palabras especiales a las pequeñas Hermanas de la Divina Providencia, por quienes hace 75 años se estableció en la zona portuaria la gruta que este martes los convocó, y afirmó que las religiosas brindan un ejemplar servicio de caridad hacia los ancianos y enfermos, que armoniza con el espíritu de las apariciones de Nuestra Señora en Lourdes.
“Como obispo de esta diócesis, deseo expresarles mi gratitud por su testimonio y mi aliento para continuar la tarea”, manifestó.
Al finalizar la Eucaristía, todos se dispusieron a realizar la procesión; nuevamente la imagen de la Virgen salió de la gruta, y fue escoltada por efectivos de la Armada y los miles de peregrinos que recorrieron desde Magallanes hasta Martínez de Hoz, y allí retomaron 12 de Octubre para retornar a la gruta.
En la intersección con Bosch, el punto más alto de la ciudad, la procesión se detuvo por unos momentos y la imagen de la Virgen se giró, para ubicarla mirando en dirección al mar. El Obispo recordó a los pescadores que están navegando, los que han fallecido e impartió una bendición especial. Mientras tanto, algunos de los abuelos del Hogar y las religiosas esperaban a la Virgen en la puerta del hogar de ancianos y enfermos crónicos. Con lágrimas en los ojos, uno de los abuelos del hogar contempló en silencio a la brillante imagen de la Virgen de Lourdes que se acercó hasta el cordón de la vereda, y la saludó con la pequeña toalla que tenía en sus manos.
La procesión continuó por Don Orione y retomó por Magallanes, nuevamente en el interior de la gruta, el obispo diocesano, realizó la exposición del Santísimo Sacramento, y luego la bendición. La banda militar entonó las estrofas del himno nacional argentino.
“Estoy feliz al contemplar esta multitud, este fervor en la salida y a la entrada de la Virgen a la gruta. Ha sido para mí una gran emoción, he visto muchas gargantas anudadas, la mía también. Es hermoso vivir esto y rendir homenaje a nuestra Madre. Los invito a prolongar en la vida cotidiana la belleza de lo que hemos celebrado en la liturgia”, manifestó al final el obispo.
“Cuando el corazón está lleno de estas convicciones, este fervor, es imposible que no se traduzcan en la conducta de cada día. Gracias de nuevo a todos los que hicieron posible esta fiesta mariana, con tanto esplendor, muchas personas que colaboran para que sea una procesión lucida, ferviente, popular. No tengo más palabras que gracias y hasta el año que viene”, dijo monseñor Marino. Luego cantando “adiós, adiós”, la multitud fervorosa se despidió de la Virgen… hasta el año que viene.