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El riesgo-país sigue en alza: sin señales de bajar

Ni el dólar quieto, ni la baja de la tasa de interés ni el retroceso de la inflación. La variable clave para medir si el plan está funcionando es el riesgo país. Son varios los economistas, analistas financieros y traders que sostienen que el indicador de J.P. Morgan es lo que marca si vuelve la confianza en la economía Argentina.

 

Ese índice, que en diciembre pasado estaba en 350 puntos básicos, hoy supera los 700 bps. Y le cuesta bajar. ¿Motivos? Desde ya, el riesgo político y la consiguiente incertidumbre por el resultado electoral de las presidenciales de 2019. La virtual polarización entre Mauricio Macri y una eventual candidatura de Cristina de Kirchner hace que cualquier bono o letra que vence de 2020 en adelante rinda hasta 3 veces más de los papeles que se amortizan el año próximo, más después de las primarias. Y un punto adicional si la jurisdicción del bono es local.

 

Pero, aunque se resolviera el factor electoral, hay otro elemento que dificulta la compresión de ese spread, que es más de 400 bps superior al de Brasil. Y es que los potenciales compradores de deuda soberana argentina ya incorporaron a sus carteras más de lo que quisieran. Federico Tomasevich, CEO de Puente, lo estimó en un reciente simposio de ejecutivos de finanzas: “hay asset managers que tienen hasta el doble de exposición con Argentina en deuda soberana y también están excedidos en renta variable”.

 

“Era una muy buena apuesta a que en un año y medio Argentina convergía al resto de los emergentes. No salió”, explicó el banquero.

 

Si en Nueva York están “long” en papeles argentinos, y encima vienen perdiendo hasta 26% en el año, tampoco cabría esperar un impulso decisivo cuando se incorpore al país al índice MSCI de emergentes, aprobada en junio, pero que comenzará a regir a partir de la revisión semestral del indicador que se hará en mayo próximo.

 

Según Tomasevich, “el flujo de capitales todavía es negativo. Hay retiro de emergentes: este año se fueron u$s35.000 millones. No veo chance de compresión de spread”.

 

El Balance Cambiario del Banco Central revela que el 20% de esa cifra se fue de Argentina. Los inversores no residentes retiraron capitales por un total de u$s6.279 millones. Y otros u$s658 millones bajaron préstamos financieros, líneas de crédito y títulos de deuda.

 

Argentina es catalogado como “high beta”: la volatilidad de sus activos es superior a la de aquellos de países comparables. Y también el riesgo. Significa que cuando deciden reducir exposición en emergentes, es lo primero que vende un fondo. Los seguros de default (CDS) para deuda soberana argentina de 5 años cotizan en torno de los 650 puntos. Casi el triple del nivel de diciembre 2017. Igual que el riesgo, encuentra dificultad para bajar.

 

La calificadora Moody´s mantuvo en octubre la nota B2 para la deuda del país. Es la misma que le puso en noviembre de 2017, cuando la había subido del nivel B3, de marzo 2016.

 

Martín Fernández Romero, director ejecutivo de Moody´s para Latinoamérica, explicó en un panel sobre tendencias de financiamiento y riesgo, por qué la calificadora no avanzó más rápido en la recategorización hacia grado de inversión. “En 2018 elegimos ser más prudentes. El mercado de capitales está cerrado en este segundo semestre para las emisiones de América latina y aún sigue el riesgo emergente. Las dos últimas colocaciones que se intentaron fueron suspendidas”.

 

Para el ejecutivo de Moody´s, “el acuerdo con el FMI asegura el financiamiento de Argentina para 2019 y eso es más importante que el rollover de los vencimientos”. Pero agregó que “el riesgo de crédito está en la relación deuda/PBI, de entre 80 y 90%, 30 puntos por encima del ratio normal y con una parte importante en moneda extranjera”. Tomasevich calificó de “incómodo” ese ratio. La salida depende de que se supere rápido la recesión, porque “si no crece la economía la carga fiscal por intereses va a ser muy alta”.

 

Un combo de factores, con incertidumbre política, dudas sobre las chances de cumplir el objetivo simultáneo de llegar al déficit cero y ganar las elecciones, e inversores sobreexpuestos en bonos argentinos, explica por qué en lo inmediato se hace difícil la baja del riesgo.