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El 911 debe agregar coherencia a sus raudos operativos

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Las modalidades delictivas han ido variando en relación a los avatares históricos y culturales ocurridos, por lo cual la Policía de Entre Ríos ha debido adaptarse a los cambios suscitados, incorporando herramientas tecnológicas de avanzada. El sistema del 911 en la provincia, tiene como función institucional la coordinación del sistema de atención de primera respuesta a emergencias, de los servicios de Policía, Bomberos y Emergencias Médicas. Para su correcta, ágil, efectiva y eficaz implementación es necesario contar con personal profesional, capacitado e idóneo llevando adelante los objetivos plasmados institucionalmente y brindar un nuevo y moderno servicio a la comunidad que incremente su calidad de vida y seguridad.

 

La misión del sistema 911 es, bajo un nuevo concepto de seguridad y mediante un Sistema de Gestión de Calidad, atender las llamadas de emergencias de la comunidad ante coyunturas que atenten contra su propiedad, seguridad y salud, respondiendo de forma ágil, eficiente y efectiva, coordinando las acciones de prevención, permitiendo elaborar estrategias de prevención con tecnología de punta, personal altamente calificado y comprometido éticamente con el servicio que se brinda a la población.

 

Así, el 911 ha sido pensado como un sistema donde se integran procedimientos, personal, equipos, software, comunicaciones y móviles para proporcionar la información necesaria, pronta, exacta y relevante en pos que se pueda ejercer un eficiente trabajo en escena, siendo algunas de las herramientas utilizadas para ello la grabación de las comunicaciones, cartografía digitalizada, coordinación con otros organismos, estadísticas, entre otras.

 

Por todo lo resumido, el 911 y la video vigilancia constituyen una modalidad de trabajo que es utilizada a nivel mundial, cuidando, preservando el atributo más importante de los seres humanos, que es la libertad, custodiando los derechos y garantías de todos los ciudadanos.

Instrucción, capacitación, perfeccionamiento son claves

 

No tenemos la menor duda que el servicio 911 ha evolucionado en recursos humanos, tecnología, vehículos y también en una de las premisas fundamentales que es la profesionalización de los hombres y mujeres de la fuerza para cumplir acabadamente con el rol que le cabe a esta institución.

Ahora bien, este domingo fuimos testigos y hasta protagonistas de una circunstancia que esperamos tenga su formal tratamiento para evitar se susciten episodios aciagos como el vivido por el director de este medio de Prensa.

 

Atravesábamos la Plaza de Mayo en sentido norte-sur cuando apreciamos tres pequeños grupos de indigentes que estaban ubicados en bancos y canteros del precitado paseo, rodeando al monumento del General San Martín, comportándose inadecuadamente, profiriendo expresiones inapropiadas, perpetrando gestos indecorosos que incomodaban a los paseantes.

Uno de ellos se acercó a nuestro grupo y con evidentes signos de padecer una severa borrachera o hasta de estar bajo los efectos de alguna sustancia prohibida, nos pidió plata insistentemente.

 

La firme respuesta de quienes evitamos un mayor contacto, tuvo por resultado algunos epítetos irreproducibles mientras el sujeto se dirigía a uno de los arbustos lindantes con la nueva parada de taxis, frente a lo que sería el ex Comedor Petra.

Coincidentemente con esa situación que pudo verificarse probadamente a través de las varias cámaras ubicadas logísticamente en el micro y macro centro de Paraná, abruptamente una unidad motorizada policial tomó en contramano por 25 de Mayo y subió en forma intempestiva al sector Peatonal de la plaza principal capitalina donde aún están montadas, aunque vacías y abiertas, las carpas de las últimas ferias de emprendedores y artesanos.

 

Allí realizaban cabriolas, piruetas, sin molestar u ofender a nadie, un grupo de “skaters” que con sus patinetas aprovechaban la soledad del improvisado escenario, para desplegar sus habilidades.

Estos mismos chicos, algunos adolescentes y otros jovencitos, es real que suelen usar bancos o monolitos como rampas, generando a veces estropicios lamentables, y NO ESTÁ MAL advertirlos sobre los límites que se les deben imponer.

 

Ahora bien, el policía que se transportaba en una moto y llegó a la “pista” donde estas “tribus” de skateboarding o monopatinaje​ se deslizaban sobre sus tablas con ruedas realizando diversos trucos y/o figuras, ejerció un trato poco amable para desalojarlos.

Aunque sorprendió su nula cortesía al dirigirse a este ya avezado periodista que solo le consultó si no estaba bueno que, amén de este rol disuasivo​, proceda a desalojar a todos los vagabundos que sí representaban un peligro para los que transitaban dentro de la plaza con una alta dosis de inseguridad.

Parcamente nos contestó que nos comuniquemos con el 911. Le ofrecimos presentar nuestras credenciales, pero optó por retirarse del sector sin aportar la más ínfima muestra de caballerosidad.

Quizás estaba en un muy mal día. Tal vez no es la primera vez que lidia con los gurises de las tablas y por allí hasta ha soportado alguna afrenta o reacciones de pura irreverencia.

Lo que tenemos en claro, no obstante, pudo asumir este policía una posición más fecunda, hasta actuando preventivamente con los nómades que ocupan sectores de la ciudad con una impunidad execrable, motivando una pregunta insoslayable: ¿por qué gozan de tanta permisividad cuando precisamente conspiran con la higiene de los paseos y ocasionan inquietud por sus conductas, por sus modales? ¿Cómo se nivelan los Derechos Humanos?

 

Al menos delante de nuestra presencia, los “skaters” no molestaban a nadie y fueron expulsados con ostensible severidad gestual y hasta verbal. Mientras, los “homeless” (sin hogar) se burlaban por la situación, como gozando que se echaba de ese sector a los pibes, y ellos podían seguir usurpando la plaza, inclusive con colchones, frazadas y otros trastos.

 

El 911 está diagramado para garantizar la seguridad en la vía pública mediante una rápida y eficiente respuesta. La fuerza policial interviniente priorizó echar a la intrépida juventud pretenciosa de solo dejarse llevar por los instintos de querer desarrollar sus movimientos y saltos.

Y optó por darle carta blanca a los pedigüeños o limosneros que sin ningún control hacen y dicen lo que se les antoje en plena Plaza de Mayo, incluyendo orinar sin tapujos ante la atónita mirada de vecinas y vecinos o hasta de turistas, como de hasta acosar impunemente.

 

No nos disgustó la postura del agente motorizado. Nos dejó preocupados. Nos sentimos desprotegidos.