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Comer sano ya le sale a una familia más del doble que la canasta básica

Una pareja con dos hijos necesita $ 16.170 al mes para llevar una dieta ideal. Es 40% más que hace un año, por las fuertes subas en alimentos frescos. El combo que mide el Indec cuesta $ 7.473, pero es poco saludable. La brecha se amplió.

 

Mantener una dieta saludable siempre exigió mucha voluntad: las harinas blancas, los postres y la “chatarra” tientan. Pero últimamente ganó terreno otro requisito: poder pagar esa dieta. Porque la inflación parece haberse ensañado con los alimentos más recomendados por los nutricionistas. La brecha creció respecto de los menos sanos y ahora una pareja porteña con dos hijos chicos ya precisa al menos $ 16.170 para comer bien: unos $ 135 por persona por día.

 

El dato surge de un estudio realizado por la Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA y el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA).

 

En el relevamiento, hecho en la Ciudad y el Conurbano, los expertos evaluaron el costo de una “Canasta Saludable de Alimentos” armada según lo que aconsejan las Guías Alimentarias para la Población Argentina del Ministerio de Salud.

 

Se trata de una dieta ideal, donde dos tercios de las calorías provienen de alimentos puntuados como de “calidad alta” por tener “alta densidad de nutrientes”, como lácteos, frutas y hortalizas frescas, legumbres, cereales integrales y pastas de sémola. En ese menú sano, otro 20% de las calorías surgen de opciones de calidad “intermedia”, como pan común, galletitas de agua, harinas blancas, arroz blanco, fideos comunes, papa, batata y choclo. Y el resto son artículos de “calidad baja”, que se deberían limitar, como el azúcar y los dulces.

 

Según el estudio, para comer así, una familia tipo porteña gastó en mayo $ 12.430 en los alimentos de alta calidad: un 77% del presupuesto.

 

Esto incluye $ 3.650 en lácteos y quesos, $ 2.830 en carnes y huevos, $ 2.390 en hortalizas (sin contar papa, batata y choclo) y $ 2.400 en frutas, a los que se suman $ 680 en cereales integrales, legumbres, avena y fideos de sémola, y $ 480 para los aceites. En los de calidad media se van otros $ 1.530 y en los de calidad mínima, $ 2.210.

 

 

Con su nuevo valor, la Canasta Saludable de Alimentos quedó 40,5% más cara que un año atrás y ya más que duplica los $ 7.473 ($ 62 al día por persona) que vale la canasta básica de alimentos del Indec. Ese monto del combo oficial, que se encareció menos (24,8% en un año), es el que traza la línea de indigencia.

 

Pero esa canasta, según los autores del trabajo, representa una dieta “pobre y desequilibrada”, apenas de supervivencia, donde sólo el 33% de las calorías provienen de alimentos de alta calidad, 42% de opciones intermedias y un 25% de los de calidad mínima.

 

Lo que inquieta a los expertos es que, por segundo año seguido, la inflación afectó más a la canasta saludable que a la otra. Entonces, si en 2016 el costo de comer bien era 66% mayor, en 2017 la brecha se amplió al 92% y este año llegó a un 116%.

 

“Nos preocupa mucho cómo creció la brecha. Lo que muestran los datos es que hoy acceder a una dieta saludable tiene un costo muy superior a lo que puede pagar la población más vulnerable”, advirtió Sergio Britos, profesor de la Escuela de Nutrición de la UBA y director del CEPEA.

 

En el último año, lo que más se encareció en la canasta sana, muy por encima de la inflación general, fueron las frutas (66% en promedio), las verduras (49%), los lácteos (48%) y las carnes y huevos (39%). Juntos, estos cuatro rubros ahora se llevan un 69,7% del presupuesto, cuando hace un año representaban el 65,5%.

 

La lechuga, por caso, se disparó 120% en un año, muy afectada por las lluvias. En cebolla el salto fue del 88% anual, del 101% en naranja y del 78% en mandarinas. El arroz integral subió 40%. El yogur avanzó 48%, y un 37% la leche semidescremada y el queso untable. En el pollo entero detectaron un 38% de aumento anual, 41% en el filet de merluza, 45% en la carne picada especial y 58% en los huevos, donde hubo escasez y la disparada del precio se mantiene, con polémica, hasta hoy.

 

En conjunto, según el estudio, los alimentos de alta calidad aumentaron 48% en un año, los de calidad media 24% y los de calidad mínima, 17%. Por lo cual, calcularon, comer los alimentos más sanos cuesta ahora un promedio de $ 10,50 cada 100 kilocalorías. Mientras que con los de menor calidad se paga $ 5,40, aunque con un costo para la salud.

 

“La inflación generó un incentivo inverso al que buscamos. A los sectores de bajos ingresos, comprar alimentos saludables se les vuelve más difícil y crece el atractivo de reemplazarlos por los de menor calidad, en las que su dieta ya tiene gran exceso. El argentino medio ya consumía sólo un tercio de la cantidad ideal de alimentos de alta calidad, y esto ahora podría estar agravándose porque fueron estos alimentos, justamente, los más encarecidos”, añadió Britos.

 

Si esto se sucede, advierte, sería un “fuerte determinante” para que avance la obesidad, en un país donde 35% de los chicos y 57% de los adultos está excedido de peso. También podrían agravarse, alerta, las deficiencias de calcio, potasio y vitaminas A y C, que derivan en osteoporosis, hipertensión y un mayor riesgo de infecciones.

 

Lo que proponen, para atenuar el impacto, es que el Gobierno les baje los impuestos a los alimentos con mayor impacto positivo en la salud y que amplíe su presencia dentro del plan Precios Cuidados. También creen que deberían tener mucho mayor peso en los menúes escolares.