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Casi la mitad de los niños y niñas del país son pobres

Un 42% de los niños, niñas y adolescentes del país viven actualmente bajo la línea de pobreza, representando un total de 5,5 millones, y un 8,6% de ellos reside en hogares que no llegan a cubrir la Canasta Básica de Alimentos por lo que se encuentran en la indigencia, la situación más extrema de la pobreza.

 

Así lo resalta un estudio de Unicef sobre los “Efectos de la situación económica en la niñez y la adolescencia”, donde se buscó resaltar cómo afecta en el bolsillo el aumento de la inflacón, del desempleo, y de la retirada del Estado merced del ajuste que lleva adelante el Gobierno.

 

Uno de los datos más importantes, es que casi la mitad de los niños, niñas y adolescentes de Argentina (48%) sufre por lo menos una privación de sus derechos básicos y fundamentales.

 

“Se incrementó la cantidad de familias que van a buscar comida a los basureros municipales. Ellos saben el horario en el que va el camión a desechar los productos vencidos de los supermercados”, reza el informe al tiempo que la presidenta de una asociación de recicladores urbanos, acentuó: “El año pasado eran 50 familias las que venían al manto (basural) a buscar comida, ahora hay cerca de 150”.

 

Con los últimos parámetros, el documento menciona que los efectos negativos en la salud son inmediatos y que el año pasado las enfermedades transmitidas por los alimentos, principalmente la gastroenteritis y diarreas “posiblemente asociadas a las prácticas de búsqueda y recolección de desperdicios en basurales”, aumentaron en gran porcentaje.

 

Debido a la situación económica que está atravesando la Argentina, Unicef resaltó que en el último año aumentaron las restricciones en el consumo de alimentos tanto en su cantidad como en su calidad. “Algunas familias saltean comidas, se suprimen comidas grupales de fin de semana, se cocina una única vez por día, los adultos a veces no comen por dejarle el alimento a los niños, niñas y adolescentes, y cambia la composición de la cena. También se señaló una reducción del consumo de alimentos con proteínas de origen animal, sobre todo carne vacuna y lácteos, cuyo consumo es desincentivado por el aumento de precios”, advirtió Unicef.

 

“Hay gente que cada diez días podía hacer milanesas, hoy eso es impensable”, aseguró el referente de un banco de alimentos.

 

El estudio detalla que “la canasta de alimentos disponible en los hogares de las comunidades que participaron del estudio depende en gran medida del acceso a bolsones, cajas de alimentos y apoyos alimentarios gubernamentales”.

 

Asimismo, señala que la ayuda del Estado es insuficiente: “La provisión de alimentos resulta insatisfactoria y de mala calidad nutricional. Funcionarios locales resaltaron que los apoyos que los gobiernos reciben desde organizaciones de la sociedad civil y empresas han disminuido en cantidad y variedad, lo que se traduce en menos alimentos entregados”.

 

La síntesis del informe es la respuesta de un nene de 10 años cuando le preguntan qué es la crisis: “Para mí es dejar de jugar”. Y, ese mismo efecto se puede notar todos los días en los comedores. “Lo que se ve desde el año pasado, es que volvieron a aparecer familias enteras en los comedores, algo que hace mucho no se veía”, enfatizaron.

 

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