Ya basta de salvatajes…Es hora de cambios profundos
|ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- La transformación no solo edilicia de Paraná, sino esencialmente en materia humana es notable. La mutación de principios, de valores; el cambio de conductas en cuanto a lo coyuntural es desmesurado. Digamos que se ha llegado a una postura tan indiferente como desalmada de lo que le ocurre al prójimo. Ello se trasunta en cualquier ámbito donde algún que otro gesto esporádico solidario permite liberarse del pesimismo y angustia como ilusionarse con un mañana mejor. Pero donde llamativamente se denota tan profunda variación de códigos es a nivel clubes.
Si bien sería mejor hablar de tantas entidades y tantos dirigentes que aún son buenos ejemplos de crecimiento, de evolución, mediante un sacrificio fabuloso, digno de alabar, y capacidades distintas a las del resto, venimos observando en diferentes estamentos de la sociedad deportiva paranaense una pasividad asombrosa respecto a situaciones en algunos casos alarmantes y en otros hasta risueñas.
Lo de Palermo movilizó a socios, hinchas (algunos de ellos que agresivamente arremetieron contra la Liga Paranaense dañando el frente y ocasionando por ende costos no al ente sino a los clubes representados en él), dirigentes, periodismo y hasta a la clase política que descuidó por unos días un montón de vicisitudes por las que atraviesa ésta bendita República y se ocupó de mediar para evitar un remate inminente.
Semanas atrás Echagüe también estuvo envuelto en otro brete del cual una vez más salió a flote refrendando nueva documental que se espera ésta vez pueda ser cubierta para no seguir sufriendo una agonía que -guste o no lo que aquí se señala- resta credibilidad y opaca las buenas intenciones de una novel dirigencia decidida a hacer bien los deberes y no reeditar viejas fallas u omisiones que redundaron en éstos episodios lamentables donde hubo a su vez personas perjudicadas ya que siguen habiendo acreedores con el derecho inalienable de percibir lo que les corresponde.
Y rebobinando, antes, Universitario que ya ha atravesado graves conflictos de distinta índole con finales parecidos, o sea, zafar a sentencias de remate horas previas al acto de subasta.
En las últimas horas ha salido a flote la historia del Hipódromo y lo que representa su entrega para la construcción allí de un Shopping, pero solo hay nostalgia en las expresiones y nada de crítica ni de investigación.
La resignación en el Jockey es tan notoria como asombrosa pues hay tiempo para hurgar en el arcón de los recuerdos pero no para abordar un análisis exhaustivo del por qué se llegó a ésta instancia y qué grado de responsabilidad (o irresponsabilidad) tuvieron los diversos dirigentes que lideraron los destinos de ésta señera entidad.
Lo mismo ocurre con Belgrano y el éxtasis que a algunos les produce “rescatar” las torres de iluminación de ese mítico estadio que supo tener y perdió precisamente por lo que consignamos en la introducción de éste Editorial: la indiferencia, la apatía de quienes pudieron (PUDIMOS) frenar aquel remate/venta del cual POCO O NADA en claro se dejó y los protagonistas de la coyuntura pasean orondos por la ciudad sin que nadie haya juzgado en lo BASICO su proceder para dictaminar INOCENCIA O CULPABILIDAD y así recibir el castigo pertinente o liberarlos de la duda eterna.
Igualmente con Hindú, otro histórico que sucumbió por deudas y por acuerdos no clarificados, del que en los últimos años se dijo que renacía y hasta hoy han sido tibios intentos, ni siquiera formulados con una convocatoria formal, no como las realizadas a través de los medios fotito mediante para unos centímetros de fama, o notas en radio y TV también para pasar a la celebridad de una o un par de entrevistas de efímera resonancia.
Claro que más allá de esa INformalidad, -feroz para quienes mucho hicieron en su momento por la entidad deportiva y humanamente-, no podemos criticar la buena intención, sí, la metodología.
Pero ésta columna no es para reprochar nada. Todo lo contrario. El objetivo de la misma es trasuntar la peculiar, la particular manera de ser y/o sentir en las instituciones paranaenses donde -insistimos- no se puede endilgar culpa alguna a tal o cual directivo o mesa directriz sin observar cuál fue el modo de actuar de los asociados o peor aún, sin acentuar el grado de pasividad de los socios que permitieron arribar a semejante desenlace como lo es el perder el patrimonio.
Y ojo que aquí no defendemos a dirigente alguno… Pero ya es moneda común que la Comisión Directiva “x” hace y deshace porque el socio no se compromete. No solo que colabora poco, sino que tampoco pide explicaciones.
Sobran ejemplos para referirnos a directivos que han perdido plata de sus bolsillos o sus cuentas por esa pasión inoxidable al mejor estilo “Luna de Avellaneda”. No solo que perdieron dinero sino que pusieron en riesgo casas, autos y más grave aún: SALUD PSIQUICA, SALUD FISICA, RELACIONES FAMILIARES, Y CREDITO PERSONAL.
Sin embargo es más común hablar de tal o cual “H. de P.” y no examinar por qué se dejó a ese REPRESENTANTE del asociado actuar fallidamente.
Idem para el trabajador de los clubes. No en una sino en varias ocasiones hemos tenido el gusto de charlar con trabajadores afiliados a UTEDYC y le hemos consultado sobre que hasta cuándo van a seguir firmando papeles los cuales luego se transforman en dos, tres o más refinanciaciones y se está años para cobrar una justa acreencia.
La respuesta coincidente, salvo excepciones, ha sido “mejor un mal arreglo que un buen pleito…No podemos perder la fuente laboral…”.
Hete aquí la realidad, aunque no se enuncia que tarde o temprano se termina al borde del odio/desesperación y ahí llega la instancia demandante que luego se toma injustamente como “coacción” o “apremio” o “ejercicio cohercitivo”, endosándose la culpa peculiarmente al laburante por el mero hecho de reclamar lo que se le prometió sean condiciones de trabajo, plata o resarcimientos diversos o hasta la queja concluye poniendo a UTEDYC como un “monstruo” recaudador.
Por esto es que seguimos considerando que nada va a cambiar si no hay una intensa toma de conciencia.
Un “mea culpa” INTEGRAL a partir de una severa autocrítica y aquí incorporamos una alta cuota de protagonismo a nuestros gobernantes, los de hoy, los de siempre, ya que es una acción aparentemente inextinguible: la de transigir y mover distintos resortes para evitar la “Bandera Roja” o que se accione el martillo, para luego convenir uso de instalaciones de Escuelas, eventos, etc, etc (algo que está SÚPER BIEN…) pero sin CONTROLAR el posterior cometido de los dirigentes y sin pensar que así como se salvó a éste o a aquel club, se dejó sin percibir lo que les correspondía a acreedores con quienes en su momento la entidad convino una forma determinada de cumplir con la obligación oportunamente contraída.
Supo haber en una época algo formidable como eran las Jornadas de Capacitación Dirigencial, sin embargo, la buena idea y/o ese buen proceder político/estatal quedó en el manto del olvido y así los clubes siguen siendo manejados por socios/padres con una voluntad digna de admirar, con pasión, con entusiasmo, dejando tiempo de sus ocupaciones, de sus hogares y/o de sus descansos para que el querido club no cierre sus puertas y de ésta manera el DEBE no solo que se mantiene sino que se incrementa, salvo muy, pero muy pocas excepciones que se manejan de manera impecable, como debe ser CON ACTITUD Y APTITUD, con arrojo, vocación de servicio, no exentos de inteligencia, mesura, sensible sinceramiento y CAPACIDAD.
Y aquí pongamos severidad…Son escasísimos los clubes de ésta provincia cuyos balances dan equilibrados o con superávit. Y así no se puede seguir…
Por eso es que creemos que tarde o temprano un, SÍ, UN GOBIERNO, sea cual fuere el partido o el color, debe decir “BASTA”.
Club que no puede afrontar sus obligaciones inicialmente debe ser intervenido, estudiadas las causas de sus números en rojo, y llevar si es necesario a la Justicia a quien haya transgredido ordenanzas legales/laborales de modo flagrante.
Cuando se actúe drásticamente, cuando se tomen los recaudos correspondientes, cuando el Estado se anime a decir “NO; te doy pero si aceptás mis condiciones…”, quizás algo empiece a cambiar.
Son tiempos de cambios. Hay que aceptar el desafío de modificar conductas. Hoy, el reto que tienen por delante gobernantes, dirigentes y socios es simplemente ser MÁS QUE NUNCA SERIOS, RESPONSABLES, COMPROMETIDOS Y VALIENTES.
VALENTIA, CORAJE… Requisitos insoslayables para aceptar que si alguien cometió errores y los mismos perjudicaron a otro, esas faltas deben ser castigadas como corresponde para que de aquí en más, quien quiera regir los destinos de una entidad sepa que deberá hacer correctamente sus deberes no solo para el engrandecimiento de la misma, sino para no estar en riesgo de ser juzgado, penado y escarmentado.