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Vicentín acumula más cheques rechazados y lleva 40 días de default

Exactamente 40 días se cumplieron ayer desde que la firma agroindustrial Vicentin se declaró en default con deudas estimadas en alrededor de u$s1.000, pero el plan de pagos prometido por la compañía en reiteradas oportunidades continúa sin aparecer. Mientras tanto se siguen acumulando sus cheques rechazados en la central de deudores del BCRA que hasta la fecha totalizan los $60 millones.

 

De nada sirvió la intimidación de la Bolsa de Comercio de Rosario para que la empresa, comandada por Alberto Padoan –quien fue presidente de la entidad hasta el año pasado- presente alternativas de pago concretas para la cancelación de sus deudas contraídas con productores, acopios y cooperativas que le vendieron granos. El monto total de esta deuda alcanza los u$s350 millones, de los cuales u$s100 millones serían adeudados a la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), la cooperativa agrícola más grande de la Argentina que no solo está siguiendo de cerca el default de Vicentin porque es una de las principales afectadas, sino que también podría convertirse en la salvación que la empresa agroindustrial necesita.

 

Concretamente desde las últimas semanas de diciembre, Vicentin está negociando con ACA para que le vuelva a entregar materia prima y de esta manera poner en funcionamiento sus dos plantas de crushing que hoy están paradas. Del otro lado de la mesa está la gigante cooperativa que quiere asegurarse el pago de la millonaria deuda y mira con buenos ojos la posibilidad de quedarse con una porción de Vicentin a cambio de este millonario favor.

 

Las negociaciones siguen en marcha porque ACA antes de arriesgarse a esta movida tan importante, espera que Vicentin renegocie parte de su millonaria deuda con los bancos argentinos. Por otro lado la firma santafesina sigue porfiando que su plan no contempla deshacerse de ninguno de sus millonarios activos, y mucho menos del control total de esta empresa que tiene 90 años de trayectoria en la Argentina.

 

Por su parte la multinacional Glencore, socia de Vicentin en la planta de biodiésel Renova y quien recientemente le compró más participación en esta sociedad de la que hoy controla más del 60%, aparecía como otra firme candidata para el salvataje, pero lo cierto es que la cuestión se enfrió y en el sector resuena una frase contundente: “Se la puede quedar por menos una vez que esté quebrada”.

 

A su vez la negociación con los bancos argentinos merece un capítulo aparte. Por lo pronto, es sabido, que el mayor acreedor de Vicentin en el sistema financiero local es la banca pública. Con el Nación tiene créditos tomados por poco más de $18.100 millones y con el Banco Provincia otros $1.600 millones. Ambas entidades no estarían dispuestas a facilitarle el millonario recorte de deuda que pretende, dicen, que hay otras prioridades en un contexto en el que hay un sinfín de pymes entraron en cesación de pagos y que ninguna de ellas puede vender activos para financiarse.

 

Mientras tanto la banca privada, con quien tiene una deuda de alrededor de $3.700 millones, tampoco mira con buenos ojos las alternativas que pretende Vicentin porque ninguna de ellas incluiría acciones de la compañía a modo de garantía.

 

Por ejemplo, Garbarino en agosto pasado logró un acuerdo para reestructurar sus pasivos que alcanzan los $4.400 millones de pesos y a cambio entregó acciones de la firma y un mandato de venta como garantía. Hoy los bancos, principalmente Galicia y Santander, negocian la venta de la empresa al fondo de inversión Inverlat. Este precedente no le gusta nada a los dueños de Vicentin, en tanto que la presentación del plan de pagos se sigue dilatando.