Una multitud dio el último adiós en Gualeguaychú a Mons. Eichhorn
|Presidida por el obispo de Gualeguaychú, monseñor Héctor Luis Zordán M.Ss.Cc, y concelebrada por el obispo de Morón, monseñor Jorge Vázquez, el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, el obispo emérito de Goya, monseñor Ricardo Oscar Faifer, y un gran número de sacerdotes, en la tarde del jueves 26 de mayo se celebró la misa exequial de monseñor Luis Guillermo Eichhorn, fallecido este miércoles a sus 79 años.
Una gran cantidad de fieles colmaron la catedral San José, de Gualeguaychú, para despedir a quien fue rector del seminario, vicario general, y finalmente obispo entre 1997 y 2004. Allí residió los últimos años de su vida, desde su renuncia por edad al obispado de Morón.
Hombre de Dios, testimonio de vida creyente
En sus palabras, monseñor Zordán expresó: “La muerte es un misterio. Cuando nos enteramos de la muerte de monseñor Luis Guillermo, pensamos eso: ¿Cómo puede ser? Si un rato antes sabíamos que estaba bien, y no esperábamos este desenlace”.
Al respecto, reflexionó: “La muerte es un misterio que solo se puede entender o develar a la luz de Jesús muerto y resucitado. Por eso la primera lectura de la palabra de Dios, cuando nosotros nos enfrentamos a este misterio de la muerte, nos dice: ‘Acuérdense de Jesucristo, Él resucitó de entre los muertos’. Esta es la luz que recibe este misterio de la muerte con que nos enfrentamos”.
“Y en el Evangelio, que Jesús compara su propia vida con el misterio también, de la semilla que debe ser puesta en la tierra, debe morirse para poder brotar, crecer, florecer y dar fruto en plenitud. No podemos entender de otra manera nuestra propia muerte o la de aquellos a quienes queremos si no la miramos desde el misterio de Jesús muerto y resucitado. Y el misterio de Jesús muerto y resucitado que estamos celebrando en este tiempo de la Pascua nos ayuda a develar o a acercarnos un poquito más a este misterio tan grande que significa para nosotros la muerte”, continuó.
“Me acordaba de aquellas palabras de la carta a los Hebreos, que decía algo así: ‘Acuérdense de aquellos que les enseñaron la fe, y mirando cómo terminó su vida, imiten su fe’. Qué lindo cuando podemos hacer memoria, mirando hacia atrás, y descubrir lindos testimonios de aquellos que han marcado una huella importante en la vida de fe ya sea personal, familiar, comunitaria, diocesana, como en el caso de monseñor Luis Guillermo”, valoró. “Qué lindo poder rescatar muchos gestos importantes y poder utilizarlo como testimonio, que nos sirva como testimonio de vida creyente, de ministerio sacerdotal, episcopal, vivido en plenitud y en fidelidad hasta el último momento”.
En esa línea, el obispo de Gualeguaychú quiso rescatar algunos aspectos importantes. “Muchos de ustedes lo conocieron mucho más que yo”, admitió. “Hace cinco años nomás, cuando vino a vivir aquí a nuestra diócesis, a nuestra ciudad, empecé a conocerlo y a tratarlo de cerca, pero me llamó la atención su sencillez, su simplicidad, su humildad. Un hombre de bajo perfil, y eso expresa un corazón grande, de un buen hombre”, describió. “Un hombre de Dios”.
“Qué lindo descubrir eso en nuestros hermanos mayores, sobre todo en aquel que nos deja. Y creo que también su gran amor por la Iglesia y por la evangelización, por el anuncio del Evangelio, que se expresó particularmente en su dedicación a la catequesis, aquí en la diócesis, cuando fue a Morón, después en la Conferencia Episcopal Argentina siendo presidente de la Comisión Episcopal de Catequesis, expresó su gran amor por la catequesis que es una forma de llegar con el anuncio del Evangelio a tantos hermanos, y amor por la Iglesia, en especial amor por la Iglesia”, insistió.
“Yo quisiera que nos quedemos con estas cosas, seguramente si pudiéramos hablar todos, tendríamos muchas cosas para decir y poner sobre la mesa, pero quedémonos con estas pocas, y viendo el desenlace de su vida, tratemos de imitar su fe. Él, que fue fiel hasta el final de su vida, de su ministerio, nos enseñe a ser creyentes, a ser cristianos, a ser sacerdotes, obispos a nosotros, en este tiempo que nos toca vivir”, anheló.
Un amigo y un compañero
Por su parte, monseñor Vázquez manifestó: “Yo encontré en él un amigo y un compañero”, y destacó su dimensión humana y fraterna: “Cómo me acompañó, me sostuvo, también la alegría que manifestó cuando a mí me nombraron”, recordó.
“Y agradecer a todos ustedes, su familia, sus amigos, su primera diócesis. Abrazarlos y comprometernos a seguir adelante en el camino de la fe, de la esperanza, de la evangelización, de esa pasión por llevar la alegría del Evangelio a todos. Justamente en estos días se cumplen los diez años de la celebración del III Congreso Catequístico Nacional, que se hizo en Morón y que condujo Luis, siendo obispo de Morón. Realmente fue algo que marcó no solamente a nuestra diócesis de Morón sino también a la Iglesia en la Argentina”, reconoció.
“Y por último decirles que Luis va a descansar, va a tener el reposo en un altar de la Virgen, que tiene un lema, en la catedral de Morón: ‘Que todos sean uno’. Ese es el lema de Luis, y Luis pidió ser sepultado ahí, y vamos a cumplir ese deseo”, anunció.
“Gracias Luis por tu vida, fuiste muy importante”
Finalmente, el padre Rubén Melchiori, que compartió con él su tiempo como formador del Seminario Menor de Gualeguaychú, profundamente conmovido, pronunció unas palabras de despedida en las que recordó la confianza que monseñor Eichhorn tuvo para con él en sus primeros desafíos apostólicos, la fuerza y la enseñanza que le transmitió. “Él me fue guiando, y con muchos de nosotros lo ha hecho, por eso estoy muy triste, pero el Evangelio de hoy lo dice: la tristeza se convertirá en alegría”.
“Su fidelidad y su entrega es absolutamente indudable, y seguramente ahora estará disfrutando de todo lo que aquí lo hacía grande. Gracias Luis por tu vida, para mí y para muchos fuiste muy importante, y eso es lo que hace grande al hombre”, concluyó, despertando un gran aplauso por parte de la feligresía presente.