Una confirmación y una sorpresa en la primera rueda de reconocimiento por el crimen en Villa Gesell
|A través de una mirilla, una pequeña ventana corrediza en una puerta, dos amigos de Fernando Báez Sosa (18) identificaron “de modo coincidente y concluyente” a dos de los imputados por el crimen en la primera etapa de la rueda de reconocimiento.
Los testigos del ataque frente al boliche Le Brique marcaron al rugbier que le pegó una trompada cuando Fernando estaba de rodillas, ya inconsciente, y a quien lo remató en el suelo pateándole la cabeza. El primero es Máximo Thomsen (20) y el otro es Enzo Tomás Comelli (19), quien está imputado pero como “partícipe necesario”.
La fiscal Verónica Zamboni acusó como coautores a Thomsen y Ciro Pertossi (19), a quien sin embargo en la audiencia de hoy no pudieron reconocer como uno de los atacantes.
Los diez rugbiers imputados llegaron temprano a la sede de la secretaría de Seguridad de Villa Gesell, un galpón que a unos 500 metros de la ruta 11 que se pensó como el centro de convenciones “Néstor Kirchner” y aún sin concluir terminó siendo una sede policial.
Los recogió temprano una camioneta custodiada muy de cerca por agentes del GAD, primero por la Comisaría 1ª de Pinamar y después por la seccional 2° de Gesell, donde estaban repartidos de cinco. Viajaron esposados y tapándose la cara con sus propias remeras. El trámite comenzó cerca de las nueve de la mañana, y finalizó once horas después.
También participó de la rueda de reconocimiento Pablo Ventura, el remero de Zárate que había sido incriminado por los rugbiers y que fue liberado cuatro días después de su detención, después de que se corroborara que la madrugada en que Fernando fue asesinado él no estaba aquí, sino en su ciudad.
A Ventura, que aún en libertad sigue vinculado a la causa, no lo mezclaron con los imputados. Su reconocimiento se hizo cuando había terminado el del resto y ninguno de los dos testigos que participaron este jueves lo identificó.
La mecánica del procedimiento fue una incógnita hasta que el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, se acercó al cerco de periodistas para explicar que el trámite se desarrollaba con normalidad y que por el ritmo con que se llevaba adelante “podría llevar más de cuatro días”, que es lo que se había pautado en principio, hasta el martes próximo.
Escoda aclaró que aunque se hayan difundido imágenes de los diez rugbiers imputados eso “no implica nulidad, sino una cuestión de valoración de prueba”, es decir que en la siguiente etapa del proceso, luego de los 30 días que tiene la fiscal hasta de cerrar la investigación y pedir la prisión preventiva, o la calificación que considere, será un juez quien dirima ante una eventual solicitud de nulidad.
El reconocimiento, en este caso, no es como se supuso desde un primer momento: imputados de un lado de un vidrio espejado siendo observados, sin poder ser oídos siquiera, por los testigos. Aquí se utilizó un cuarto con una pequeña ventanilla con puerta corrediza por la que los testigos observaban a la indicación de la fiscal y la defensa. ¿Qué veían? A cuatro jóvenes, uno de ellos el imputado, los otros tres muchachos que la Policía fue a buscar a las calles, a la salida de un boliche a los primeros, a la madrugada, y a la playa a los últimos.
Unos entrerrianos que llegaron a Villa Gesell no terminaron de pisar la playa cuando policías los “invitaron” a participar de un trámite judicial al que no pueden negarse, pues implica una carga pública, y pasaron su primer día de vacaciones en un galpón entre médanos rodeados de policías. Un grupo hasta tuvo que bajar a empujar una combi de la Policía cuando se encajó en la arena. “¡Vamos Los Pumas!”, bromearon.
Por esa mirilla, los dos testigos identificaron a Thomsen y a Comelli, sin vacilar, “de modo fehaciente”, describió el abogado Fabián Améndola, del estudio de Fernando Burlando, que asumió la representación de la familia del estudiante asesinado y remarcó que en el homicidio “hubo premeditación y alevosía”.
Entre el fiscal Zamboni y el abogado Hugo Tomey, que defiende a los diez imputados, llevaban adelante una especie de casting cada vez que debían conformar un grupo, tratando de que los falsos imputados tuvieran cierto parecido con el verdadero. Luego de cada reconocimiento, el testigo daba una testimonial donde deja asentado en qué circunstancia había visto a cada uno de los señalados.
Sobre Thomsen, según las fuentes, dijeron que se trata del quien le dio una trompada cuando la víctima estaba arrodillada y sin sentido; sobre Comelli, que le dio la patada en la cabeza cuando estaba tendido en el suelo. La fiscal, sin embargo, apuntaba a Ciro Pertossi.
Entre una declaración y otra, los tres “extras” y el imputado hasta pudieron cambiar unas palabras. Juan Cruz Hasevocs, un chico de Lanús al que la Policía convocó cuando salía del boliche Pueblo Límite, a las seis de la mañana. Estuvo en la rueda con Thomsen y contó: “A mí no me iba a contar mucho, sólo dijo que se trató de una pelea normal, una pelea entre pibes”, y que lo vio tranquilo.
Otro contó que el imputado al que le tocó acompañar decía: “Hace cinco días que estoy detenido y yo no hice nada”, por lo que recibió el reto del policía que lo custodiaba en ese cuarto: “No estás acá para hacer amigos”, lo silenció. Contó que ese acusado “estaba asustado, triste, como con miedo”.
A otros dos imputados, a los que la fiscal imputa el delito de partícipes necesarios, los amigos de Fernando los reconocieron de manera parcial, los ubicaron en la escena “corriendo, pero no los vieron golpear”.
De todos modos, para la querella, esa condición no mejora su situación judicial, para ellos a los diez les corresponde la misma pena para el delito de “homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas”, al que el Código Penal le asigna cadena perpetua.
Este viernes será el turno de otros tres testigos. Lo mismo que está previsto para el lunes y el martes.