Una Argentina huérfana de verdaderos líderes políticos que trabajen para el Pueblo

Resulta inevitable reflexionar sobre lo que se está viviendo en esta Argentina contradictoria, sensiblemente dividida y con un futuro confuso, complejo. ¿Podemos apostar a la esperanza en un país en el cual sus autoridades dicen una cosa y hacen otra? ¿Podemos tener fe en que desde la oposición se pueden proponer transformaciones cuando la misma está absolutamente fracturada y -en parte- con antecedentes de corrupción? ¿O será cuestión de profundizar el sálvese quien pueda, o replantearse la salida por Ezeiza?
Solo transcurrió un año de gestión para presidente, gobernadores, intendentes y legisladores. Un 2024 conflictivo en el cual el INDEC dio números que luego no se palpan en la diaria de satisfacer las necesidades básicas, elementales.
El dato es simple: no alcanza la plata y las deudas o insatisfacciones en los hogares de esta bendita república son cada vez más elocuentes.
Si a ello le sumamos despidos, desempleo, pobreza, indigencia, inseguridad entre tantos factores adversos, la angustia nos asfixia ya que nuestros representantes no generan sanas, saludables expectativas con sus retóricas técnicas que son pueriles a la hora del debe y el haber de los bolsillos argentinos.
Pero ojo… esto no es de hoy… Hace mucho que la Argentina está huérfana de verdaderos líderes políticos. Y eso que en cada Fiesta Patria, en cada aniversario de gestas patrióticas, nuestras autoridades se llenan la boca hablando de los próceres que sí se inmolaron con proezas o heroicidades, sin embargo desde el Siglo XIX no hubo paradigmas dignos de elogiar por sus hazañas proclives a que nuestra Nación sea la potencia que podría ser.
Hubo intenciones, sí… Propuestas aisladas… Aunque, en verdad, uno repasa la historia, analiza los resultados de esos movimientos, y es inevitable interpretar que se trató de determinadas particularidades con ideas transformadoras provistas de características intransigentes o extremistas que tan solo derivaron en posturas fanáticas por sobre la imperiosa necesidad de unirnos como Pueblo.
Y así seguimos… Con cruces desde oficialismo y oposición que tan solo ratifican la actitud negacionista a que puede haber una Argentina más sana.
¿Cómo cambiar el rumbo con estos políticos que no evidencian la más exigua dosis de autocrítica y que ni siquiera en sus estructuras internas lucen la insoslayable homogeneidad?
¿Cómo se puede gobernar con tantas renuncias de funcionarios, cambios, desplazamientos o conflictos intestinos que ni siquiera se explican con claridad para que el ciudadano común lo entienda o los propios empleados no sientan la zozobra ante esos movimientos incomprensibles?
¿Cómo creer en sus oratorias cuando día a día se muere más gente en las rutas destrozadas?
Cuando día a día se mueren más ancianos por no tener sus medicinas…
Cuando día a día avanza el narcotráfico, la trata de personas, la inseguridad…
Cuando día a día crecen las áreas marginales “liberadas”…
Cuando a los docentes, personal de salud y seguridad se les siguen pagando sueldos de porquería…
Cuando esos docentes, profesionales y personal de sanidad, policías y fuerzas armadas trabajan en condiciones insalubres…
Cuando las obras sociales han sido manejadas espuriamente y los responsables de ese desquicio ilícito solo son cuestionados discursivamente pero no hay novedades de interpelaciones judiciales…
Cuando esas obras sociales no brindan a sus afiliados la certeza de contar con prestadores que no cortan sus prestaciones por incumplimientos…
Cuando esas obras sociales demoran la provisión de insumos a quienes deben operarse en tiempo y forma…
Cuando esas obras sociales no proveen los medicamentos prescritos por los profesionales ante tratamientos crónicos imprescindibles…
Cuando los salarios públicos y privados pierden cada vez más su valor adquisitivo, o se cobran tarde, venciéndose tarjetas, servicios o cuentas varias…
Cuando los servicios de luz, gas, agua son impagables…
Cuando los impuestos son agobiantes…
Lo que inexorablemente #NoHay es un ejemplo NOBLE de quienes nos gobiernan en reconocer sus compromisos postergados, en reconocer sus indefiniciones, en auto examinar sus gestiones y ejerciendo esa introspección dar los pasos lógicos para cristalizar un Gobierno eficaz.
Para constituir y consolidar esa eficiencia gubernamental hacen falta funcionarios probos, incuestionables, éticos, aptos, idóneos, pero a la vez líderes gubernamentales que ejerzan su labor de modo coherente, que esa congruencia vaya en línea con sus palabras y acciones.
El Pueblo quiere saber de qué se trata… Necesita una comunicación fluida para entender ciertas cuestiones que se palpan a simple vista y/o se potencian por redes sociales, grupos de whatsapp o foros de opinión.
Al cabo de un año de Gobierno, es menester exigir a nuestras autoridades mayor transparencia y la indefectible cuota de armonía, demostrando que la gestión goza del suficiente equilibrio en sus líneas para emprender una incisiva labor y compensar o reparar las frustraciones de la gente.
Un Gobierno descompensado y peor aún… mal asesorado o hasta apremiado por sectores sean gremiales, empresariales o privados, es hueso fácil de roer hasta su destrucción.
Las elecciones legislativas son trascendentes, pero más lo es, el devenir cotidiano de cada jornada. Las proyecciones egoístas solo se erigen en un búmeran peligroso. Presidente, gobernadores, intendentes, legisladores deben trazar un 2025 de reencuentro con el Pueblo y para ello será trascendental que cada uno se haga responsable de su papel sacándose de la cabeza ideas egocéntricas.
Ya habrá tiempo para recoger los frutos de la siembra. ¿Piensan en sus futuros cargos? Forjen entonces su carrera plena de logros y ejecuciones comprobables. Esa será su mejor propaganda política. Más hechos… Menos palabras…