UADER: ¿se desoirá a la Justicia?
|ANTICIPO.- Los MP 3 que grabaron la tumultuosa Sesión-Asamblea del Consejo Superior de UADER en la sala “Amanda Mayor”, contienen un documento excepcional: el ir y venir de denuncias entre autoridades, consejeros y estudiantes. Las pre-citadas herramientas de informática contienen conceptos específicos -esencialmente exigidos por consejeros reclamantes y apasionada masa estudiantil- que trasuntan la presunción de un incipiente desistimiento de respetar los pasos judiciales pese a la concurrencia del asesor letrado José Gervasio Cassano, quien puntual y precisamente explicó que la Alta Casa de Estudios no tiene independencia o autarquía de decisiones mientras la Justicia resuelva postergar la conformación de los padrones docentes hasta tanto “culminen los concursos docentes convocados que se encuentran en trámite”, y en consecuencia siga pospuesta la fecha de elección en ese claustro.
La jornada se inauguró protocolarmente mediante la toma de asistencia realizada por el secretario Carlos Bordi. Acto seguido, el rector de la UADER, Marino Schneeberger, realizó una difusión de informaciones institucionales formales, oficializando el procedimiento a desarrollar inherente al tratamiento y evaluación de expedientes para Concursos los cuales debían considerarse y resolver en consecuencia designaciones o cargos desiertos.
Posteriormente, consejeros “demandantes”, o contrarios al mandamiento del Dr. Alejandro Grippo, y en sí a la actual gestión, pidieron la palabra.
Arengados por encrespados estudiantes -algunos de ellos muy irrespetuosos y violentos verbalmente-, hicieron primariamente uso de la oratoria Graciela Mingo y Enrique Raffin, quienes -a viva voz y con gestos que combinaron rudeza con ironía o histrionismo-en sus palabras priorizaron reprochar procedimientos u omisiones de autoridades, dando muestra cabal Raffín de un elevado carisma y llegada a sus estudiantes, aunque no de la compostura que todo consejero debería tener, en especial, escuchando con respeto a los demás y no criticando cualquier expresión con la que discrepa, realizando ademanes innecesarios, no poniéndose en tela de juicio su razón, la legitimidad de su demanda, o mucho menos su incuestionable aptitud o capacidad como docente.
Ambos pusieron blanco concreto en Schneeberger y el vicerrector Sebastián Aguilar, exigiendo continuar con el proceso de normalización, concretar la aspiración de arribar a un co-gobierno.
Más grave aún fue la forma en que denostaron a los docentes que se ampararon en la Justicia para frenar el cronograma electoral, calificándolos de “truchos” en forma incesante y agresiva.
También se cuestionó en ácidos términos y/o con gestos ampulosos, fundamentalmente del consejero Raffin, la judicialización del proceso de normalización manifestando que es el “ámbito académico” donde se resuelven esas cuestiones.
Aguilar -luego de escuchar respetuosamente cada una de las exposiciones y pese a observar gesticulaciones constantes de Raffin- dio una muestra cabal de cómo expresarse, sin agravios, sin gestos desencajados, sin epítetos insultantes, y respondió a las acusaciones, adjuntando documental probatoria de las acciones notoriamente cuestionables de la ex rectora Graciela Mingo en su gestión, recibiendo por respuesta una actitud irreflexiva por parte de la aludida consejera que saltó de su asiento para sacarle el micrófono al opinante, visiblemente ofuscada, y tributando un ejemplo poco democrático a sus estudiantes seguidores.
Ante los documentos indudables expuestos por el vicerrector, surgió de modo inequívoco por parte del estudiantado un “que se vayan todos” como otro grito, reconociendo las polémicas determinaciones de la anterior máxima autoridad “el muerto se asusta del degollado…”, dando la impresión que el estudiantado también se encuentra dividido, entre aquellos que quieren una Universidad reconducida por caminos normativos óptimos y aquellos que necesitan de lo coyuntural para imponer poder, con aspiraciones que exceden lo académico.
Aguilar, sin perturbarse y con plena convicción clarificó que la designación de Luciana Etchemendigaray fue realizada en el “uso de sus atribuciones y tiene que ver con designaciones de profesores de la casa, que se suelen hacer, normalmente, en todas las facultades para acompañar el desarrollo de cátedras. Hablamos de una profesora que coincide, eventualmente, que es una de las amparistas pero, es una profesora que no es nombrada ahora, una joven profesora de varios años y que me acompaña en las cátedras desde el año pasado y, circunstancialmente ahora, se da la posibilidad para que me pueda acompañar más efectivamente”.
“Honestamente digo que nombré, en uso de mis atribuciones, una profesora como tantas otras uno va nombrando en estas circunstancias, de hecho que he nombrado a otros profesores que tienen que ver con reemplazos en cátedras, suplencias y demás. Es un trámite que uno siempre lo realiza”, sintetizó Aguilar.
Luego de varias solicitudes a cargo de consejeros, de poner en orden la sesión por la intemperancia de la barra de estudiantes, también la decana Rosario Badano propició un diálogo enriquecedor, solicitando que se oigan todas las expresiones respetuosa y atentamente para beneficiar el ámbito de debate, a la vez que aportó precisiones acerca de una propuesta oficial de la Facultad de Humanidades, Arte y Ciencias Sociales que ella conduce.
En dicha proposición -acordada en pleno mediante votación- se hace alusión a ratificar el proceso de normalización de la Universidad Autónoma de Entre Ríos; requerir al Consejo Superior que solicite la intervención de la Secretaría de Políticas Universitarias para clarificar las condiciones para normalizar; y solicitar a los consejeros superiores se mantengan en contacto permanente, informando a los representantes de los claustros y las unidades académicas sobre los acontecimientos en torno al proceso de normalización y que todo lo resuelto se adjunte como documentación a los trámites iniciados en la Justicia y en la Cámara de Diputados.
Badano visualizó que “pertenecemos a diferentes estamentos, tenemos nuestros representantes y con ellos proponemos problemáticas particulares con diferentes intereses que tienen expresión en este órgano; a lo que se suma nuestra pertenencia a distintas agrupaciones políticas e ideológicas”, destacando que éste ámbito debe constituir “un punto de encuentro, reflexión y debate construido en base al intercambio, propuestas, maneras de entender y de tramitar los diferentes temas que hacen a la vida académica de la Universidad y a decisiones que hacen al horizontes de sentido que transitamos”
Además subrayó dirigiendo su mirada a la masa estudiantil que “el problema no es pensar diferente, el problema es cuando no sabemos construir en la heterogeneidad y en la diferencia y exponemos apasionamientos circunstanciales”
Por su parte, de parte de los consejeros estudiantiles surgió un mensaje coincidente en lo concomitante a que ésta problemática “va en detrimento de la autonomía en términos presupuestarios y, sobre todo, académicos”.
Enfatizándose que la culminación de una instancia de normalización en una casa de altos estudios “es el más importante de los avances en materia de institucionalización de un órgano educativo, siendo imprescindible dar los pasos necesarios para finalizar el proceso de normalización de la UADER”.
No obstante, hubo disenso en lo que concierne a actitudes, unos agresivos, otros pensantes y reflexivos sobre la necesidad que se produzca la nacionalización de la Universidad.
Desde la FUA se puso acento, con prédica provocadora que “la falta de autonomía, no sólo conspira contra la capacidad de decidir sobre la administración de sus recursos y actividades, sino que también justifica el manejo discrecional de las partidas presupuestarias por parte de sectores oficialistas que, aprovechando esa situación, realizan clientelismo político con el dinero de los estudiantes”, sosteniendo con gesto vehemente que “la dependencia de la UADER respecto del gobierno provincial es alarmante: gran parte de su personal administrativo ha sido colocado por el gobierno de turno, muchas de sus cátedras no han sido concursadas aún y la falta de recursos e insumos para el desarrollo normal de sus actividades”.
Finalmente, cabe reseñar que la consejera docente de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencia Sociales, Laura Naput, también tuvo su espacio para dirigirse a la Asamblea, y entre sus conceptos salientes proferidos con inocultable cólera, destacamos: “un número pequeño decidió judicializar un conflicto que ya se había resuelto políticamente. Dicen que sus concursos convocados no se han hecho o están en proceso. Dos de los docentes han concursado pero haciendo uso de su derecho han impugnado el concurso porque no lo ganaron. Así pretenden que toda la Universidad frene el proceso eleccionario porque no han concursado”
Naput, enérgicamente, con gesto irritado enfatizó: “es una vergüenza que se acate el fallo de un juez de Primera Instancia, contra las instancias resolutivas de la Universidad, que votaron mayoritariamente una resolución que defendemos como justa. Esta lucha es política. A los consensos los construimos dentro de la Universidad y no puede ser que un grupo de docentes frenen el proceso de normalización sin límite de tiempo: Se debía garantizar el cronograma y no se hizo. Es vergonzoso. Proclamamos listas, elegimos consejeros, y cinco docentes frenan todo éste proceso” AMPLIAREMOS.-