Tras la quita de descuentos del PAMI, los jubilados eligen qué medicamentos desechar por no poder pagarlos
|Hay un drama que se está viviendo en las farmacias, en las que se refleja el síntoma de la angustia social que hoy padece la Argentina, donde lo que está en juego es la vida: las personas mayores que ya deben seleccionar qué medicamento se llevan, entre todos los que necesitan, por no poder costearlos.
Si la plata ya no les alcanzaba (convertidos en la mayor variable de ajuste para que se alcance el “equilibrio fiscal”), la decisión de PAMI de recortar la cobertura del 100% a gran parte de los remedios –por ejemplo, antivirales, corticoides, antidepresivos, vasodilatadores, o aquellos para el tratamiento de la artritis o de la piel– los terminó de hundir en una asfixia tanto económica como sanitaria.
Por mes, las y los jubilados ahora deben poner de su bolsillo entre 50 mil y 170 mil pesos de más. En muchos casos supera la mitad de su jubilación.
La gestión anterior había lanzado a inicios de 2020 el plan Vivir Mejor, que contemplaba cobertura total de seis medicamentos por mes. La canasta incluía unos 3000 remedios que se desprendían de 167 monodrogas.
En junio, el Gobierno de La Libertad Avanza recortó 11, y en agosto le sumó otras 44 con el objetivo de lograr un “manejo eficiente y planificado de los recursos”.
Las que sacaron significan más de un tercio del total. Las personas mayores ya habían pasado de tener 6 medicamentos gratis por mes, a 5. Además, perdieron el beneficio ‘PVP PAMI’ (precio de venta al público), sobre un listado de medicamentos que ahora son de “uso eventual”: abarca unas 54 monodrogas.
Lo primero que se denota es la desazón de los jubilados que, en la mayoría de los casos, se enteran de la novedad del recorte cuando llegan al mostrador. La medida reciente no fue informada por PAMI a sus afiliados. Y quienes deben lidiar con la angustia y los enojos son los farmacéuticos. Son los que alertan el fenómeno en ascenso: las personas mayores están dejando de llevar todos los medicamentos que precisan, con el peligro que eso significa.
“Es muy preocupante lo que está pasando con el PAMI. Estamos viendo que hay jubilados que no están llevando sus medicamentos cuando tienen que hacer un copago. Antes tenían el beneficio de la entrega gratuita de los medicamentos que necesitaban para sus enfermedades crónicas o agudas”, afirma el titular del Centro de Profesionales Farmacéuticos Argentinos (Ceprofar), Rubén Sajem.
“Además, el PAMI no está informando en forma adecuada; ni siquiera emitió un listado con los medicamentos a los que le quitó la cobertura, lo hemos tenido que averiguar a través de las entidades farmacéuticas”, añade.
Cuenta que un copago puede ir del 20% al 60% del medicamento. Pero la mayoría de los que perdieron la gratuidad son los del 60%. “Esto es un retroceso –subraya Sajem–. A través del programa Vivir Mejor del PAMI, se pasaron de 3 millones de unidades de medicamentos mensuales que se entregaban gratuitos en el 2018 a 12 millones de unidades en el 2023. Los remedios de Vivir Mejor representan el 75% de los que consumen los jubilados”.
Y aporta otro dato clave: 9 de cada 10 jubilados estaban recibiendo algún medicamento gratuito. Hoy, quien necesite continuar con el beneficio debe solicitar un “subsidio social” en su agencia o vía web. Pero los requisitos ahora son más restrictivos, desde tener ingresos netos inferiores a 1,5 haberes previsionales mínimos hasta vehículos con más de 15 años de antigüedad.
No hay forma que les alcance el dinero
“Se estima que el beneficio promedio para los jubilados era de 50 mil pesos por mes. Una ayuda adicional a los jubilados muy importante”, remarca Sajem. Y ofrece un ejemplo: para un tratamiento antihipertensivo, el descuento que perdieron puede estar entre 50 mil y 170 mil pesos. “Si el jubilado debe afrontar ese copago, en muchos casos no lo va a poder hacer. Y son medicamentos muy usados, esenciales; hay plaquetarios, antiparasitarios, analgésicos potentes e imprescindibles, metadona y la morfina”, consigna.
Una farmacéutica completa el panorama: “cuando vienen los jubilados ya nos dicen ‘lo que no tiene cobertura del 100% no lo llevo’. Sacaron el 100% del paracetamol, de las cremas con Vitamina A, antibióticos, circulatorios, antes fue el omeprazol que pasó a venta libre. No hay forma que les alcance el dinero, es imposible. Vienen, te presentan las recetas, a veces ni preguntan lo que es, te dicen: ‘me llevo lo que es sin cargo’. Otros te dicen que les dejes las recetas stand by y le piden a los hijos si los pueden ayudar”.
Situación dramática
El abogado previsional Christian González D’Alessandro, magíster y docente, enfatiza que la situación es crítica: “lo que se está viviendo, y lo que se refleja en los medios, es una puntita del iceberg, porque no solo se suma a toda la debacle que están viviendo los jubilados, sino que también está la depresión, que es el problema más fuerte. No les alcanza, no pueden comprar los remedios y están seleccionando cuál toman, les están llegando tarifas de luz y gas impagables… va a ser muy difícil combatir la guerra silenciosa de la depresión en los adultos mayores, va a hacer estragos”.
Lo barato sale caro
Un segmento que perdió el beneficio fue el de los opioides y analgésicos adyuvantes. Los integrantes de la comisión directiva de la asociación civil Pallium Latinoamérica – “Instituto Pallium” solicitaron a las autoridades la “urgente revisión de la disposición que restringe el subsidio del 100% para los afiliados del PAMI”.
Sostienen que la conjunción de ser jubilado (adulto mayor), enfermo incurable y padecer dolor intenso “es suficiente razón, científica y éticamente justificada, para acceder al beneficio sin que se requiera ningún trámite de excepción”.
Y agregan que, además, lo barato sale caro: un anciano con dolor intenso por cáncer que no recibe en tiempo y forma el analgésico vía oral que le permite vivir aliviado en su hogar, termina sobrecargando guardias o internaciones hospitalarias, “con los correspondientes costos que ello implica”.
“La restricción del beneficio es una decisión que consideramos de pequeñez moral, que aniquila el gesto humano y compasivo –completan–. Necesitamos construir una economía y una salud con moralidad, como medio para la autenticidad, tomando decisiones significativas y coherentes con fines particulares. Hay necesidades de mínima que son universales: una de ellas es el alivio del dolor sin excepciones”.