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TeDeum del 25 de Mayo: Fuerte alegato de Puiggari a favor de la vida

Las homilías de los obispos argentinos en los TeDeums por el 25 de Mayo constituyeron un alegato a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, en medio del debate por el aborto en el Congreso de la Nación, y en las que la consigna #ValeTodaVida se hizo escuchar fuerte. “Nos duele profundamente que en nuestra Patria haya aún muchas situaciones de exclusión. A las ya conocidas por todos, viene a sumarse una nueva y grave forma de exclusión: la de privar a los no nacidos del derecho a vivir. No podemos dejar de recordar en este aniversario de la revolución de Mayo que nuestros próceres lucharon por la libertad e igualdad de todos los ciudadanos. Esta igualdad que abarca a los no nacidos, está basada en la pertenencia a la misma raza humana y completamente fundada en los datos de la genética moderna y es reconocida por nuestra constitución. No es yendo contra la verdad como podremos construir una Nación grande. Y no es una auténtica expresión de libertad la que reclama el derecho de disponer la vida de otros” destacó el arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari.

 

Delante del presidente Mauricio Macri, los gobernadores provinciales y los jefes comunales, los prelados también hicieron un llamado a proteger a los más pobres, advirtieron sobre la necesidad de una justicia distributiva “largamente esperada”, pusieron el acento en la urgencia de volver “a Dios, fuente de toda razón y justicia”, y destacaron la importancia de dar gracias a Dios en la fecha patria.

 

La homilía del arzobispo de Paraná

 

“Queridos hermanos:

 

Una vez más nos hemos congregado en este día, en la Parroquia histórica de San Miguel, para elevar a Dios el TeDeum por un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, momento inicial del proceso que unos años más tarde nos permitiría ser una nación independiente.

 

Gratitud y alabanza a Dios por los dones recibidos, se enlazan con las súplicas y los buenos deseos que apuntan al futuro.

 

Más de doscientos años han transcurrido ya desde esa fecha. Cada etapa vivida por nuestra joven nación ha estado signada por esa lucha espiritual entre el bien y el mal que atraviesa toda la historia de la humanidad.

 

Esa lucha espiritual entre el bien y el mal que se manifiesta en primer lugar en el interior de nuestros corazones y desde allí se proyecta hacia la vida social.

 

Estas fechas Patrias nos ayudad a recordad a todos que es indispensable abrazar nuestra vocación ciudadana sin perder de vista el horizonte de la eternidad. Para construir una patria como la que soñaron nuestros antepasados es necesario encontrar puntos de referencia sólidos, siendo el más firme de ellos la persona y el Evangelio de Jesucristo.

 

En tiempos de crisis no tan lejanos los obispos de Argentina ofrecimos a nuestro pueblo una oración, que dirigiéndose a Jesús como “Señor de la historia”, le decía en primer lugar “te necesitamos”. Prescindir de Jesús, prescindir de la ayuda divina, no es un signo de libertad y madurez, sino lo contrario. Alejándose de su Creador y su Ley eterna la convivencia fraterna se hace más difícil aún, y se corre el riesgo de que se instaure la ley del más fuerte. Estamos convencidos y la historia nos lo demuestra que cuando el hombre prescinde de Dios necesariamente termina enfrentando con el hermano.

 

Por eso quisiera recordarles en este día brevemente algunos de los valores contenidos en esta oración.

 

La “Pasión por la verdad” es una exigencia irrenunciable. Sólo la verdad nos hace libres, y es necesario que se asuman y reconozcan con realismo todas las situaciones existentes. Es fácil engañar a los demás e incluso puede suceder que nos auto engañemos, no mirando de frente las situaciones que ocurren. Pero estas salen a nuestro encuentro, exigiendo una respuesta. No podemos cerrar los ojos y no darnos cuenta de que hay muchos argentinos que sufren distintas formas de pobreza, a quienes la vida diaria se les hace pesada y que conviven con la incertidumbre sobre el futuro económico y material de su familia, así como sobre su futuro laboral.

 

Pasión por la verdad significa apertura de mente frente a los fanatismos y las ideologías que cierran y esclavizan, a veces yendo de modo directo contra la experiencia real.

 

Unido con lo anterior, la oración pide a Jesús que nos enseña a “Amar a todos sin excluir a nadie”. Nos duele profundamente que en nuestra Patria haya aún muchas situaciones de exclusión. A las ya conocidas por todos, viene a sumarse una nueva y grave forma de exclusión: la de privar a los no nacidos del derecho a vivir. No podemos dejar de recordar en este aniversario de la revolución de Mayo que nuestros próceres lucharon por la libertad e igualdad de todos los ciudadanos. Esta igualdad que abarca a los no nacidos, está basada en la pertenencia a la misma raza humana y completamente fundada en los datos de la genética moderna y es reconocida por nuestra constitución. No es yendo contra la verdad como podremos construir una Nación grande. Y no es una auténtica expresión de libertad la que reclama el derecho de disponer la vida de otros.

 

Otros son los desafíos y las verdaderas deudas de la democracia para con los argentinos del presente y del futuro, y cada uno de nosotros, desde su lugar, debe procurar defender la vida de todos y hacerla cada vez más digna.

 

Es necesario, por lo tanto, que el Señor nos conceda vivir “aborreciendo el odio y construyendo la paz.” La paz solo puede construirse desde la aceptación de todos y desde una búsqueda continua y concreta. El Papa Francisco comentando la bienaventuranza “Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados”, nos decía que

 

“Tal justicia empieza por hacerse realidad en la vida de cada uno siendo justo en las propias decisiones, y luego se expresa buscando la justicia para los pobres y débiles. Es cierto que la palabra «justicia» puede ser sinónimo de fidelidad a la voluntad de Dios con toda nuestra vida, pero si le damos un sentido muy general olvidamos que se manifiesta especialmente en la justicia con los desamparados: «Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda» (GeE, n° 78)

 

Queridos hermanos:

Frente a diversas situaciones difíciles que atraviesan muchos argentinos, es necesario que no nos dejemos abatir por la tristeza o el desánimo. Es cierto que a veces tenemos la sensación de tropezar muchas veces con la misma piedra. Sin embargo, no dejemos de pedir “la alegría de la esperanza que no defrauda”

 

Alegría y esperanza que son fruto de la gratitud, porque a pesar de las dificultades actuales, no dejamos de ser una Patria enormemente bendecida por la calidad de su pueblo y con inmensas posibilidades de crecimiento. Sólo hace falta el compromiso solidario, sin mezquindad de los que tienen más responsabilidades y más bienes para trabajar por el bien común.

 

Alegría y esperanza que tienen su fundamento último en la certeza de que María Santísima nos acompaña. Ella no nos abandona y por eso le pedimos:

 

Nuestra Señora de Luján, Patrona de nuestra Patria; hoy elevamos nuestros ojos y nuestros corazones hacia tí… Madre de la Esperanza, de los pobres y de los peregrinos, escúchanos…

 

Hoy te pedimos por Argentina, por nuestro pueblo. Ilumina nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de una mañana nueva, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos.

 

Unidos estamos bajo la celeste y blanca de nuestra bandera, y los colores de tu manto, para contarte que: hoy falta el pan material en muchas, muchas casas, pero también falta el pan de la verdad y la justicia en muchas mentes. Falta el pan del amor entre hermanos y falta el pan de Jesús en los corazones.

 

Te pedimos madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia, que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles.

 

Haz madre que comprendamos que somos hermanos, nacidos bajo un mismo cielo, y bajo una misma bandera. Que sufrimos todos juntos las mismas penas y las mismas alegrías. Ilumina nuestra esperanza, alivia nuestra pobreza material y espiritual y que tomados de tu mano digamos más fuerte que nunca: ¡ARGENTINA!, CANTA Y CAMINA!

 

Virgencita de Luján, Madrecita azul y blanca devuélvenos la argentina, danos Dios y danos Patria.

Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén”.