Tala ¿indiscriminada?: la naturaleza conmovida
|ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- En San Martín al 1400, un vecino tomó la decisión de talar un quinotero y un lapacho rosado. La vivienda, en la cual se desarrolla un emprendimiento privado, contaba con estos ejemplares en su fondo desde la década del ’60, o quizás más. En las ramas del lapacho toda clase de pájaros hallaban resguardo. Hoy por la mañana, las aves, desconsoladas habían perdido más que un refugio un cálido amigo.
Desconocemos si los moradores de esa finca, hoy -reiteramos- devenido en negocio, son propietarios o simples inquilinos. Ignoramos, si fue una decisión analizada y avalada por motivos justificados, lo cierto es que NO SE DEBE blandir como explicación acorde una presunta enfermedad irreversible de ambas especies pues hasta hace pocos días, las dos añejas vegetaciones exhibían hermosos frutos y/o bellísimas flores.
Pero, amén de la fecunda vida que lucían, las ramas del lapacho eran frondosos brazos que cobijaban a toda clase de aves de la región, los cuales hasta en el yermo otoño a toda hora recibían la visita de los pequeños pajaritos que ayer por la tarde habían huido despavoridos por el chirrido cruel de la motosierra y hoy por la mañana se encontraron sin su parada habitual para descansar o hasta para noviar.
Quienes vivimos en el barrio observamos estupefactos como el “Verdugo”, impiadosamente, cortaba esas vidas sin compasión, cumpliendo un servicio o una labor, indudablemente INGRATA, la cual ANHELAMOS que no continúe hoy con el “Toronjero” que quedó indemne gracias a Dios.
Lo peor fue, sufrir no solo ver la abrupta desaparición de esas especies, sino que en la intempestiva poda no hubo siquiera la GENTILEZA de avisar y/o hasta explicar el por qué se cortarían esos viejos árboles, alertándose acerca del ensordecedor ruido y de las consecuencias que podría tener la caída de ramas.
Algo extraño pues dichos responsables de la morada lindante a éste hogar y redacción, desde su llegada al barrio, evidenciaron actitudes respetuosas, procurando que su emprendimiento no provoque molestias y a su vez, demostrando gentiles conductas de otra índole. COMO BUENOS VECINOS. Como debe ser.
Ayer y hoy han sido días especiales para nosotros. Ver morir esos árboles ya AMIGOS, hacer ver enfáticamente del daño e invasión a la privacidad que había realizado en un momento quien estaba procediendo a la tala, la EXTRAÑA falta de PREAVISO de los encargados de dicha vivienda, y observar la triste reacción de los pajaritos, nos movilizaron a tomar los testimonios gráficos que publicamos en la Galería de fotos Exclusivas, compartiendo las aciagas imágenes con otras dulces, plenas de amor, de vida, tomadas justamente hace menos de cuatro meses en ese viejo árbol.
Más allá del legítimo derecho de quienes adoptaron la medida, más aun si son PROPIETARIOS o INQUILINOS autorizados, la naturaleza llora. Nosotros, también.