Shakira llegó a la Argentina en el marco de su gira “Las mujeres ya no lloran”

Después de cancelar sus conciertos en Chile, Shakira aterrizó en Buenos Aires para presentarse en el Campo Argentino de Polo el 7 y 8 de marzo. Su llegada generó gran expectativa entre los fanáticos, quienes la recibieron en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza con carteles y esperando fotos.
En la madrugada del 4 de marzo, Shakira arribó a Ezeiza en un vuelo privado procedente de Bogotá, acompañada por su hermano, donde hizo una escala tras salir de Chile. Vestida con ropa cómoda, la cantante evitó dar declaraciones, pero agradeció a los seguidores que esperaban su llegada en la Argentina.
En tanto, previamente en Santiago de Chile la cantante, a minutos de partir hacia el aeropuerto, tomó una decisión que tomó a todos por sorpresa. La multitud que la esperaba a las afueras del hotel creyó, por un instante, que solo la verían abordar su vehículo y alejarse entre flashes y gritos. Pero la estrella colombiana tenía otros planes.
De pronto, en el estacionamiento del hotel, la cantante pidió un par de parlantes y llamó a su banda. El asombro fue inmediato. Los fans, algunos con lágrimas en los ojos, otros con los celulares listos para capturar el momento, vieron cómo Shakira transformaba una despedida en un momento épico. Con su característica voz rasgada y una emoción palpable, comenzó a interpretar “Antología”, aquella canción que, desde su álbum Pies Descalzos (1995), se convirtió en un himno generacional.
La seguridad intentó contener el caos, pero ella rompió el protocolo sin dudarlo. Se acercó a sus seguidores, los abrazó y, conmovida por el cariño que la envolvía, dejó escapar algunas lágrimas, lo que provocó un rugido de aplausos y vítores.
Así, entre acordes improvisados y un amor palpable en el aire, Shakira se despidió de Chile dejando una huella imborrable. Su conexión con el público, que trasciende los escenarios y los éxitos radiales, volvió a quedar en evidencia en este encuentro inesperado.
Así las cosas, el equipo de producción de la intérprete ya se encuentra en la ciudad de Buenos Aires, en el Campo Argentino de Polo, donde se espera una asistencia masiva este próximo fin de semana.
Mientras tanto, en Buenos Aires, los seguidores de la barranquillera ya se preparan para dos noches que prometen ser inolvidables. Con un montaje espectacular y un repertorio que incluirá sus mayores éxitos, Shakira busca dejar atrás las dificultades y reencontrarse con su público argentino.
Ocho años pasaron desde su última gira, “El Dorado World Tour”, y la artista colombiana vuelve a la capital argentina para ofrecer dos noches cargadas de emoción, recuerdos y, por supuesto, pura energía latina.
En el escenario, entonará sus últimos éxitos, aquellos que marcaron su nueva etapa artística, pero también hará un viaje en el tiempo, al rescatar esos himnos que la llevaron a la cima de la música global. Desde “Ciega, sordomuda” hasta “Ojos así”, pasando por “Hips Don’t Lie” y “La Tortura”, cada acorde promete desatar la euforia de miles de fanáticos que aguardan con ansias su regreso.
Este tour no es solo un reencuentro con su público, sino también una reafirmación de su identidad. “Este tour es una celebración de mi viaje musical y un énfasis en la importancia de mis raíces latinas en la construcción de mi identidad y éxito”, comentó la artista en una reciente entrevista. Un mensaje claro: su esencia sigue intacta, más allá del éxito internacional y de los cambios en su vida personal.
Porque la cantante no solo vuelve a los escenarios, sino que lo hace en un momento clave de su carrera y de su vida. Tras su mediática separación de Gerard Piqué, decidió instalarse en Estados Unidos, desde donde reinventó su carrera con nuevas canciones que se convirtieron en himnos de empoderamiento y resiliencia.
Luego de Buenos Aires, el tour la llevará a México, República Dominicana y varias ciudades de Estados Unidos, donde la esperan con la misma devoción. Pero estas dos noches en la Argentina serán especiales: un reencuentro con el país que siempre la recibió con los brazos abiertos y que ahora, tras ocho años de espera, está listo para corear con ella cada verso, cada grito, cada latido.