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¿Se aceleran los tiempos de una inevitable devaluación?

La economía real no miente. Mientras el Gobierno de Javier Milei apelaba en Washington a un rescate para salvar el frente financiero, las empresas productoras de alimentos ya daban su veredicto: con la suba del dólar de las últimas semanas y la perspectiva de una devaluación post 26 de octubre, remarcaron los precios hasta un 10 por ciento.

Las listas con aumentos que mandaron los principales socios de la Coordinadora de Productores de Alimentos (COPAL) a los supermercados y comercios barriales, reflejan su reacción a lo que creen será un tipo de cambio más caro.

Como método de defensa, y ante la caída de ventas que no se detiene, los locales más chicos, los almacenes de barrio, se vieron obligados a absorber al menos la mitad de los aumentos recibidos para no quedar con su negocio en un riesgo aún más serio.

El registro de subas muestra un aumento de 10 por ciento en harinas y 3 por ciento en lácteos. Aquí hay algo interesante, Mastellone, Danone y Nesté aumentaron toda la gama de productos, salvo la leche fluida. Es la más popular, la leche en sachet no tocó su precio en tres meses, pero está en un nivel caro para las familias.

Los supermercados tienen hecho el siguiente calculo: una familia con dos chicos que compra dos litros de leche (1500 pesos cada uno) gasta 100 mil pesos en leche por mes, con un salario promedio de 600 mil pesos en esos sectores. Por esto, todos se cuidan de subir en ese producto.

En el caso de las aceiteras, los aumentos son de promedio 3 por ciento, y están muy impactados por el precio del dólar. Son productos que tienen en orígen en trigo y girasol, todas materias primas dolarizadas. En el caso del girasol, por ejemplo, el precio internacional explica el 70 por ciento del precio final de una botella de aceite. En el caso de los fideos, tiene la misma proporción de impacto el precio del trigo, otro commodity.

En paralelo, hay listas con aumentos de 4 por ciento en Coca Cola y Pepsi y un 8 por ciento en galletitas, mermeladas, atún y fideos de Arcor. Entre las harineras, Molinos reportó aumentos. También hubo alzas en la gama completa de productos de Unilever, con un 5 por ciento.

Esta empresa produce alimentos, pero también productos de limpieza e higiene. En paralelo, todas aquellas empresas grandes que aún no aumentaron, les están avisando a los comercios que compren de manera anticipada porque “habrá aumentos”. Avisan que habrá listas con subas piso de 5 y 6,5 por ciento para operar desde el 1 de noviembre.

¿Qué ve el sector privado? A contramano de lo que vende el Gobierno, observan una mala elección para el oficialismo (perdiendo o muy justo empate) y una devaluación que, en realidad, es parte del acuerdo de salvataje de los Estados Unidos. Las subas de precios son el mejor indicador de clima social y económico. Y predictor de futuro.

Este proceso de remarcaciones arrancó hace unos quince días cuando el dólar empezó a pegar saltos. Y se intensificó en las últimas 24 horas, cuando el ministro de Economía, Luis Caputo, se quedó sin dólares para intervenir y debió ser salvado por los dólares del Tesoro de Estados Unidos, que ya juega como pez en el agua de la economía local. La situación de las subas de precios no sólo se ve en las listas. Hay consultoras que ya están registrando el fenómeno, que además les está modificando al alza el cálculo de inflación general.

Por último, las regiones donde más subió el costo del changuito de supermercado para la clase media fueron Río Negro (+3,30 por ciento), Neuquén (+2,96 por ciento) y Corrientes (+2,94 por ciento). Por otro lado, los menores incrementos se dieron en Tucumán (+1,44 por ciento), La Rioja (+1,20 por ciento) y Salta (+1,20 por ciento).

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