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Salud bendita democracia…

Celebramos en nuestra querida Nación argentina 30 años ininterrumpidos de democracia, y lo hacemos con una mezcla de emoción y profunda tristeza por los brotes de violencia social que se viven en estos días en varias provincias del país.

Es tiempo de asumir como prioridad nacional la erradicación de la injusticia social, de la cada vez más pronunciada desigualdad social, y privilegiar, de una buena vez por todas, el desarrollo integral de cada uno de los habitantes de esta bendita tierra.

Urge desterrar un histórico y nefasto clima de corrupción que afecta a todos los niveles de la sociedad y cercena la confianza del Pueblo, produciendo pobreza y muerte.

Es imperioso ponerse a trabajar decididamente para recuperar el respeto por la Familia, avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo, forjando cada uno, desde nuestro compromiso individual, una consciencia de ciudadanos responsables, en pos de fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad.

Solo de este modo podremos fortalecer los logros alcanzados y asumir responsablemente los retos que tenemos por delante.

Que perduren en nuestras mentes y corazones las insoslayables dosis de memoria agradecida por todos aquellos hombres y mujeres que trabajaron vigorosamente para restituir la vida democrática.

Los argentinos corremos el peligro de dividirnos nuevamente en bandos irreconciliables. Se extiende el temor a que se acentúen estas divisiones y se ejerzan presiones que inhiban la libre expresión y la participación de todos en la vida cívica.

Algunas sombras nos han perseguido a lo largo de nuestra historia, que en distintos momentos han acentuado su intensidad e impedido una vigencia más plena del orden democrático. Una es el excesivo caudillismo, que atenta contra el desarrollo armónico de las instituciones, acentúa su deterioro y menoscaba la autonomía de cada uno de los poderes del Estado, tanto en el orden nacional como provincial.

Hoy, queremos expresar una honda preocupación por algunos síntomas de la persistencia de la crisis moral y cultural, y la droga que se extiende por el crecimiento del crimen del narcotráfico y la red de complicidades que lo sustentan lo cual se constituye en una de las causas principales de la proliferación del delito y de la consiguiente inseguridad.

Toda sociedad tiene conflictos. La democracia no se construye agudizándolos, sino concretando los ideales de una verdadera amistad social.

Que esta celebración conlleve una reinversión en cuanto al mayor respeto por los Derechos Humanos no solo teniendo memoria por los aberrantes sucesos sufridos sino especialmente haciéndolos valer en el presente, lo cual solo puede cristalizarse con el crecimiento de la participación ciudadana, la búsqueda de la equidad social, el firme deseo de velar por la vida institucional en el marco de la pluralidad social, que a través del mecanismo ininterrumpido de las elecciones permite al Pueblo elegir las autoridades que lo representen en la consecución del Bien Común.

Empuñemos el espíritu necesario para trabajar con rectitud por la justicia, para buscar la verdad, esgrimiendo la disposición inquebrantable a vivir en solidaridad, con el compromiso de construir nuestro país y robustecer su sistema democrático privilegiando el transitar por senderos de diálogo, que superen la división y la intolerancia, sintiéndonos urgidos por afianzar la Educación y el Trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes.