Postales que conmueven: el hambre en su máxima expresión
|¿Qué es el hambre? La RAE tiene tres dilucidaciones para la expresión “hambre”. Una primera acepción sería “ganas y necesidad de comer”; otra, “apetito o deseo ardiente de algo”. Ambas, identifican al hambre como sensación momentánea. Pero la Real Academia también habla de “escasez de alimentos básicos, que causa carestía y miseria generalizada”. Miren las postales que acompañan este breve Editorial. ¿Qué sienten? Nos gustaría que los políticos, TODOS y cada uno de ellos, revelen si no les provoca vergüenza.
Obviamente… En estas líneas cortas, pues las fotos lo dicen todo, no hablamos del hambre como avidez fugaz, nos referimos al hambre como condición.
Personas que, inclusive sin tener la conmoción o los dolores del hambre, están hambrientos. Carecen de los nutrientes necesarios en el cuerpo para sobrevivir en buenas condiciones.
Este es el componente fisiológico de la definición, que se completa indicando la consecuente “carestía y miseria generalizada”.
Aquí ingresamos en la condición profunda del ser humano hambriento. Desde esta perspectiva, se nos presentan las cuatro dimensiones del hambre: angustia, sufrimiento, degradación y temor.
El hambre como símbolo último de la impotencia.
Ahora bien… ¿Se puede ser tan maquiavélico de observar en forma inequívoca cuántas miles (¿millones?) de personas viven en la angustia de no poder elegir lo que sería bueno para su familia, de ver a los seres queridos morir de hambre, la humillación de encontrarse en una situación casi peor que la de los animales, y el miedo a las consecuencias de protestar, defender sus derechos o simplemente levantar la cabeza, Y NO HACER NADA para revertir semejante flagelo?
No es la primera vez que lo decimos… Una persona mal alimentada no tiene energía para trabajar. Un niño desnutrido, hijo de una madre desnutrida, tiene altísimas posibilidades de tomar una enfermedad y morir.
Y de no ser así, suponiendo que tenga la oportunidad de estudiar, difícilmente la aproveche porque no podrá concentrarse, aprender y ser constante estando desnutrido y hambriento.
Es la cuadragésima novena vez que lo afirmamos… El hambre incapacita, limita los recursos psico-somáticos, reduce la actividad física y mental a la mínima expresión, condena a una pobreza insuperable. Vuelve a la persona impotente y muy frecuentemente inhábil para la vida humana.
¿Debemos entender estas fotos relacionando al hambre como herramienta de opresión y dominio?
¿Cuántos documentales hemos apreciado de África y Asia donde el hambre es un monstruo grande y pisa fuerte?
Ahora bien… Estos reportes fotográficos tomados ayer a la siesta a dos cuadras de la Peatonal en la capital entrerriana, ¿no invitan a una profunda reflexión en cuanto a que el hambre no es un accidente de la naturaleza?
¿Cuánto más va pretender disimularse este patético azote, este castigo insondable?
¿Cuánto más vamos a dilatar la imperiosa necesidad de una transformación del ordenamiento social, económico y político?
A nosotros nos corresponde cambiar todo aquello que sea necesario para eliminar esta herramienta de destrucción e ignominia que es el hambre.
Cuando hayan terminado de ver estas fotos, pregúntense a Uds. mismos… ¿Alguna vez revolví una bolsa de basura buscando comida?
¿Comí una fruta o un pedazo de carne frío recién rescatado de un tacho de residuos?
¿Junté la yerba tirada por otros y con ella me hice un mate?
¿Me desmayé de hambre alguna vez?
No hay duda que para comer de la basura sin que el asco te atribule hay que tener hambre de verdad. Sentir esa honda descompostura que destroza todos los pudores todos los límites, todas las barreras inherentes a la dignidad.
Para comer de un tacho de basura realmente hay que estar indigestado de hambruna, y lo que vimos hace pocas horas nos conmovió pues si bien en nuestra faceta docente hemos desarrollado Censos Nacionales nada más y nada menos que en zona del Volcadero, observando mil y una postales perturbadoras, la imagen con la cual nos cruzamos involuntariamente, dejó al desnudo una historia de la Argentina no tan profunda, una historia de tantas, que reveló la inacción de TODA la clase política ante esta tragedia que tememos se vuelva cotidiana más allá de las buenas intenciones de algunos.