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Por la crisis social, Sebastián Piñera cancela la organización de la Cumbre contra el Cambio Climático

El estallido social con masivas movilizaciones del pueblo chileno acaba de voltear dos cumbres internacionales que el presidente Sebastián Piñera iba a hospedar antes de que terminase el año. Se trata de la Cumbre contra el cambio climático (COP 25) y del Foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC). Por diferentes razones, los dos encuentros revisten suma importancia y deben ser relocalizados en muy poco tiempo.

 

Según el presidente chileno, por “las difíciles circunstancias que ha vivido el país en las últimas semanas, la primera preocupación y prioridad es restablecer el orden público y seguridad ciudadana”. La impericia del Ejecutivo trasandino, y de toda la clase política, para diagnosticar  y manejar la crisis sociopolítica lo ha llevado de ser ejemplo de modelo exitoso a ventana donde se puede ver las profundidades de las desigualdades económicas y sociales. Así las cosas Chile se muestra como un ejemplo de cuánto los modelos de exclusión social pueden perjudicar la agenda de la lucha contra el cambio climático. No se debe descartar que la crisis que vive Chile también es medioambiental, ya que se trata de uno de los pocos países que ha privatizado el servicio de agua, considerado es un Derecho Humano, a la vez que es utilizada en grandes cantidades por las empresas extractivas, de cobre y litio especialmente. El agua es un bien de lujo en varias regiones del país.

 

Resultará complejo reubicar el encuentro contra el cambio climático de la ONU, que esperaba contar con la presencia de 25 mil delegados oficiales de todo el mundo sin contar a los miles de activistas y representantes de ONG ambientalistas, como la joven Greta Thunberg. El país que ya suena para ser el nuevo anfitrión de la COP es Costa Rica, por ser de los que mejor ha interpretado las recomendaciones de la Cumbre de París 2015, aunque no hay nada definido aún.

 

La autodescalificación de Piñera como organizador de la COP 25 muestra la íntima relación que existe entre los problemas sociales y el cambio climático, por eso muchos parlamentarios chilenos ya salieron a reclamar, como Félix González, presidente de la Comisión de Medio Ambiente, quien sostuvo que “es doloroso que haya suspendido la COP 25, ha habido europarlamentarios que presionaron para que se hiciera, necesitamos que la COP 25 se haga, lo importante no es Piñera ni este gobierno, lo que importa es empujar y obligar a los gobiernos hacer los cambios que sean necesarios, le pedimos a los ecologistas que se movilicen en venir a Chile en diciembre”.

 

La COP 25 es la encargada de terminar de escribir la letra chica de los Acuerdos de París que entran en vigencia el año próximo. Esta conferencia era una oportunidad para la región, ya que ponía muy cerca la discusión de una agenda urgente que los políticos de todos los colores de América Latina minimizan y se vuelcan hacia modelos de consumo y energéticos contaminantes, que siguen aumentando la crisis global que, según los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), llevará la temperatura del planeta en diez años a un punto de no retorno.

 

En definitiva, la cancelación de Chile como sede de la COP 25 no es una buena noticia para la agenda contra el cambio climático, un evento urgente para todo el planeta. Tampoco lo es para Argentina ni para la región. En nuestro país, la cada vez más fuerte presencia de empresas extractivistas y el impulso que se le da a Vaca Muerta no da cuenta del pasivo ambiental que implica su explotación, por caso. Tampoco es buena noticia para Brasil, porque hubiese puesto blanco sobre negro las mentiras en las que se basa la posición negacionista de su presidente Jair Bolsonaro, especialmente expuestas por los graves incendios que afectaron a la selva amazónica como resultado de sus políticas a favor de la tala, la agroindustria y la explotación minera.

 

La otra reunión que se cancela es la APEC, que iba a realizarse el 16 y 17 de noviembre en Santiago de Chile, sería el escenario para que China y Estados Unidos firmasen un acuerdo para poner fin a la guerra comercial que enfrenta a ambos países y que tiene en jaque a buena parte de la economía global. El martes, Donald Trump se había expresado sobre la situación chilena: “Sé que tienen algunas dificultades en este momento. Pero conozco a los chilenos y estoy seguro de que podrán resolverlo”, e incluso había anticipado que podría adelantar su viaje “para firmar una parte muy importante del acuerdo con China”.

 

Las expectativas estadounidenses en ese sentido se ven defraudadas y, aunque el encuentro se realizará de todas maneras en Malasia en 2020, Chile perdió la oportunidad de mostrarse nuevamente como ejemplo de modelo económico y social. El crecimiento económico sin inclusión social que según varios analistas llevó a la crisis chilena no sólo repercute en el estallido interno, con muertos y violaciones a los derechos humanos, sino que se desnuda al mundo a través de estas decisiones del presidente Piñera.