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Periodistas, medios, políticos y redes sociales…

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- De la misma manera que la irrupción de internet ha redefinido el papel de los elementos comunicacionales, los contenidos que circulan en la red también se han visto modificados. Así, el criterio periodístico a la hora de colocar unos temas u otros en primera línea informativa ha sufrido ligeras transformaciones. A pesar de ello, el medio periodístico sigue teniendo ese poder viralizador y casi exclusivo de crear opinión pública y editar las informaciones que luego serán noticia. En tanto, la clase política sigue ignorando la acuciante necesidad de contar con eficaces asesores en Comunicación, Relaciones Públicas e Imagen.

 

Durante los últimos años redes sociales como Facebook, Twitter o Google han entrado a formar parte de nuestras vidas. Se han convertido en una rutina más dentro de nuestros trabajos, nuestras relaciones y nuestro ocio.

Estas nuevas plataformas penetran por igual en cualquier sector de la sociedad, no distinguen de edad, sexo o de nacionalidad. Un fenómeno que hace que las empresas de cualquier sector, y en especial el de la comunicación, las tengan más presentes que nunca en sus estrategias y modelos de negocio.

 

La cantidad de información que hay en las redes sociales y el número de usuarios que tienen han convertido a estas plataformas sociales en herramientas periodísticas muy potentes para la distribución de información y la potencial accesibilidad a fuentes alternativas.

La tendencia actual de los medios digitales a dedicar espacios, o en algunos casos secciones a los temas de los que se habla en las redes sociales, reflejan una puesta por cubrir contenidos alternativos a la agenda tradicional.

 

Todo ello, sin olvidar que algunos de estos temas sobre los que se conversa o discute en las redes sociales, son parte de otras agendas corporativas o institucionales, organizaciones que pretenden introducir sus temas en los medios a través de estos nuevos canales alternativos.

El público continúa utilizando las pistas que le dan los medios informativos para elaborar así su propia agenda dentro de su muro en Facebook o desde su timeline en Twitter. Los temas más tuiteados, los más compartidos por usuarios de redes sociales, los más buscados, y en definitiva, sobre los que más se escribe y se publica en la web son aquellos que han surgido en un medio de comunicación de referencia, o de cualquier multinacional, lobby u organización con poder en los medios.

 

Hoy, resulta primordial verificar los conocimientos y destrezas que se requieren del periodista en el entorno laboral actual. Un entorno cada vez más cambiante y en el que los futuros periodistas tendrán que competir con mayor iniciativa, creatividad y asumiendo una tarea de reciclaje continúo de conocimientos.

Las redes sociales de internet (Facebook, Twitter…) aunque son tratadas como un fenómeno novedoso, ni son nuevas ni son exclusivas del medio. Hablar de red social es hablar del conjunto de relaciones que cada persona establece con los diferentes círculos en los que se relaciona: familia, amigos, trabajo, etc.

 

Está claro que cuando la sociedad adopta un nuevo instrumento de comunicación la cultura se transforma y estas transformaciones conllevan una modificación sustancial de las formas sociales del espacio y del tiempo.

La televisión, la radio o los periódicos han tenido que ir adaptando sus formas tradicionales de hacer y distribuir información a diferentes situaciones, generadas por los cambios tecnológicos que se han producido a lo largo de sus años de existencia.

 

Hasta llegar a un momento, el digital, en el que consumir noticias es cada vez más veloz y obliga a a reinventarse a diario y poner en práctica mecanismos que les ayuden a subsistir en un mercado informacionalmente saturado. Los canales de televisión, las emisoras de radio o los periódicos se han adaptado a los servicios que ofrece la web gracias a la convergencia que brinda internet.

Internet, y las redes sociales en particular, han modificado los pilares clásicos en los que se sustentaban los tradicionales sistemas y modelos de comunicación mediática.

 

Por primera vez, en la historia de los medios de comunicación masiva, el público tradicional, denominado “pasivo” por las clásicas teorías de comunicación, puede interactuar en el medio. Sus comentarios, búsquedas o publicaciones pasan a formar parte del contenido mediático.

 

Las nuevas relaciones que las redacciones han establecido con sus audiencias, a través de estas plataformas participativas, han hecho que el público cuente con más canales para llegar a los medios y exponer sus opiniones, aunque luego estas no siempre sean tenidas en cuenta.

El tradicional modelo periodístico que todos conocemos, se ha visto modificado por un sistema en donde las relaciones entre fuente, periodista y receptor han sufrido transformaciones.

 

De hecho, algunas fuentes se han convertido en medios. En este momento ya no hace falta ser periodista para conocer el último anuncio del Ministerio de Justicia; cualquier ciudadano puede ir directamente a su web y como si de un medio se tratase informarse de los últimos acontecimientos.

Los receptores son también fuentes que, a través de las redes sociales o sus espacios personales en la web, pueden nutrir de información al periodista que está en la redacción elaborando una noticia. Por ende, cualquiera puede publicar o leer un dato y rectificarlo inmediatamente con las múltiples herramientas de participación que ofrecen los nuevos medios.

 

Más allá de ello, la fuente sigue constituyéndose como el elemento clave y prioritario para cualquier periodista. Un periodismo sin fuentes es como un pintor sin herramientas, no se puede llevar a cabo ningún buen trabajo periodístico si antes no ha existido una buena gestión de las fuentes, esto es: contacto, contraste y verificación. Pilares fundamentales en la profesión periodística.

Entendiéndose a las fuentes informativas como personas o instituciones que proporcionan a los periodistas datos e información de primera mano para elaborar las noticias, además de otorgar valor al medio.

 

La potencia informativa del periódico se pone de manifiesto entonces en el número, la calidad y el pluralismo de sus fuentes de información. Ante un hecho noticiable determinado, el periódico necesita disponer de varias fuentes contrastables para que su propia versión no sea una mera transcripción o reproducción de la que la ha proporcionado una sola fuente, ni refleje tan sólo la versión de una de las partes del hecho.

 

Por consiguiente, debemos admitir que el entorno digital en el que trabaja el profesional de la información ha hecho que la relación entre periodista y fuente se haya transformado. En algunos aspectos mejorando el acceso a las mismas y en otros dificultando la filtración o el contraste.

Hete aquí que podemos poner de relieve ciertos aspectos como la flexibilidad. El profesional puede acceder a internet para buscar y consultar fuentes institucionales, o no, en cualquier momento del día y en cualquier lugar. Esta facilidad a la hora de acceder a las fuentes, relacionada con la ubicuidad de la que hablábamos antes, es sin duda una mejora sustancial.

 

Las redes sociales han contribuido a esta flexibilidad para conseguir contactos o llegar a conectar con personas que en cualquier otro momento hubiera resultado complicado, si el redactor de turno no cuenta con el número de teléfono o el correo del contacto.

En nuestro caso, con casi tres décadas de trayectoria en los medios, el periodista siempre ha tenido que luchar con la escasez de fuentes, ahora internet facilita la búsqueda de fuentes, aunque las más fiables siguen resultando difíciles de encontrar entre la gran cantidad de información que existe en el medio.

 

Por lo tanto, no es incoherente el percibir que estamos ante un exceso informativo, y así la labor del periodista consiste más en destacar, en diferenciar y en detectar donde puede esconderse una manipulación informativa.

La intoxicación periodística a la que estamos sometidos actualmente se hace también presente en la materia prima que el periodista tiene que consultar antes de elaborar una nota y que le llega desde numerosos canales.

 

Una saturación a la que también han contribuido las redes sociales, ya que desde diferentes estamentos utilizan estos canales para transmitir información, para difundir contenidos, en muchísimos casos mediante asesores NO APTOS, NO IDÓNEOS, NO CAPACITADOS para ejercer esa función.

Por esta razón los periodistas deben atender estos nuevos canales de información, de la misma forma que hacen con las notas de prensa o los teletipos.

 

Las nuevas tecnologías no han cuestionado la función democrática del periodismo, sino tan sólo modificado la manera en que los periodistas la llevan a cabo. Por tanto el papel del periodista sigue siendo  clave a pesar de la emergencia de las redes sociales y la multitud de información que en ellas se maneja:

El papel del periodista es fundamental, en este proceso de profundos cambios. Las redes sociales son un complemento, pero no un fin en sí mismo. Saber hacer las informaciones, saber contarlas, tenerlas contrastadas, escribirlas bien, que sean propias y de calidad, sigue siendo VITAL.

 

Los periodistas son fundamentales para filtrar, valorar e interpretar. Son los que tienen que elaborar el material en bruto.

El periodismo atraviesa una crisis estructural y económica, probablemente la peor que se ha vivido en los últimos 100 años. De lo que no cabe duda es que el papel del periodista sigue siendo fundamental, al menos para ayudar a los ciudadanos a asimilar o distinguir la gran cantidad de información que manejan y la saturación a la que están expuestos.

 

Los nuevos profesionales deben ser capaces de utilizar, o al menos mostrar interés, por lo que acontece a nivel tecnológico. Se trata más que de perfiles emergentes, de funciones emergentes que deben desempeñar los periodistas.

 

Las redes sociales son herramientas que se deben conocer porque están a la orden del día. No se trata de ser experto en tecnología, pero sí de que haya un grado de implicación, es decir ese grado de interés por cuáles son las nuevas vías de comunicación y por conocer las herramientas de hoy. Pero la base periodística, la trayectoria, los estudios son básicos requisitos.

 

Tampoco es descabellado concebir que las redes sociales no han hecho más que contribuir a que, en el ya saturado mundo de la información que propició internet, la información se mueva aún más, en mayor volumen y más de prisa, lo que a veces puede provocar un efecto ‘desinformador’. Precisamente, una parte de la labor periodística es discernir, de toda la información, la que realmente merece la pena, es interesante y es veraz.

 

Expuesto ello, debemos discernir que todos los partidos políticos precisan contar con gabinetes de prensa y de comunicación para hacer llegar lineamientos de gestión a medios y mediante redes sociales, sabiendo discernir entre aquellos temas que realmente tienen una relevancia pública, de los que no.

La política, por tanto, reclama en sus filas a profesionales de la comunicación o, como mínimo, a profesionales que entiendan, que se manejen sagazmente con los nuevos recursos tecnológicos.

 

Así, el político o el partido que mejor entienda las necesidades, el tiempo y el lenguaje de los medios y de las redes podrá transmitir su mensaje con mayor eficacia y oportunismo.

Queda claro que los discursos de los políticos deben adaptarse a las necesidades de los medios y de las redes, tanto en cuanto al lenguaje como en cuanto al momento de difundir determinados mensajes. Una evolución perfectamente lógica si tenemos en cuenta que todos los políticos quieren que su mensaje llegue de la manera más eficiente posible y de manera masiva.

 

De éste modo, un buen político con aspiraciones a gobernar una nación, provincia, o localidad, debe contar sí o sí con un equipo de comunicación y estrategia, cada vez más nutrido y con profesionales preparados, formados y sobre todo avezados en cuanto a las transformaciones comunicacionales mediante los adelantos tecnológicos en relación al  contexto de nuestra sociedad.

La precarización laboral en este aspecto genera resultados nocivos y hay varios candidatos que saben, se dan cuenta, pero continúan inconmovibles o apelando al “no tengo presupuesto”… Patético, por cierto.

 

Asumida esta necesidad de profesionalización del ámbito comunicacional de la política, y partiendo del conocimiento y de la experiencia acumulada en democracias que nos pueden servir como espejos parciales, las relaciones entre política y periodistas deberían cambiar, evolucionar y aprender de errores propios y extraños.

En esta dirección, es imprescindible atender a la dialéctica entre políticos y medios, en una relación de marcaje mutuo que linda con lo obsesivo y que genera debates endogámicos a menudo percibidos como desconectados del resto por la ciudadanía.

 

La relación entre estos dos mundos, centrada más en la forma que en el fondo, en la generación de conflicto, en el enfrentamiento, en la dialéctica de ganadores contra perdedores y en la simplificación y personalización de los mensajes, merece un replanteamiento.

Que periodistas y políticos demuestren que su máximo interés no es el titular sino los protagonistas de estos titulares, que de fondo ha de ser siempre el conjunto de la sociedad en sus diferentes representaciones, es básico. Vital para la supervivencia a medio y largo plazo de estos dos frentes y de sus profesionales.

 

En la dialéctica y en el pulso política-media por imponerse como constructores de agenda, si este hecho se convierte en (y se proyecta como) el gran objetivo por encima de “marcar la agenda a fin de qué en beneficio de la sociedad”, el desgaste está asegurado.

El circuito de los medios de comunicación tradicionales debe ser compatible y compartir cada día más protagonismo con formas de comunicación por ejemplo a través de las redes sociales (y con la complicidad necesaria de una sociedad más exigente) pueden contribuir a  la transparencia, a la mayor difusión de la acción política, a una mayor participación de los ciudadanos y a una más eficaz y real colaboración de éstos con partidos e instituciones.

 

Con profesionales de la comunicación política dedicados a estas funciones, más dedicados a comunicar que a “maquillar” (ocultar o tergiversar) y con unos medios de comunicación que puedan fiscalizar en paralelo la acción política e institucional como le es función primigenia demasiado a menudo olvidada totalmente o parcialmente, el periodismo político juega un papel esencial en el contexto democrático.

Su práctica profesional está vinculada al desempeño de una serie de responsabilidades y funciones normativas que contribuyen al correcto funcionamiento de una comunidad política y social. Por lo tanto, la calidad democrática dependerá, en parte, del ejercicio del periodismo y, a la vez, redundará en el mismo, fortaleciéndolo o debilitándolo.

 

El papel del periodista y el periodismo son absolutamente imprescindibles. El hecho de que existan medios de comunicación y canales alternativos como las redes sociales no garantiza que estemos mejor o más informados. Si antes el periodismo hacía falta para comunicar los hechos y controlar la labor de la Administración Pública, ahora es mucho más necesario para distinguir el grano de la paja, lo que es información de lo que no.

 

Las redes sociales han irrumpido con fuerza. Cada vez son menos las organizaciones o empresas que ignoran la potencialidad de los medios sociales. Desde la gestión de emergencias hasta los departamentos de marketing o comunicación de las empresas, pasando por las organizaciones no gubernamentales y sin olvidar a los partidos políticos y las clases dirigentes de la sociedad, todos hacen uso de estas plataformas sociales. Las cuales con mayor o menor acierto se están utilizando para conseguir diversos objetivos.

 

Obviamente, no todo lo que sale en internet o se difunde por las redes sociales es creíble, de hecho sólo se le empieza a dar credibilidad a un hecho cuando éste es confirmado en un medio de comunicación; otra cosa diferente es que los medios, en su lucha por la audiencia, se hagan eco de noticias sin contrastar sólo por la atracción superficial de lo que conlleva dicha información.

 

El rol del periodista en esencia es el mismo que hace años, su razón de ser es la de divulgar la actualidad, explicar lo más complejo didácticamente para que lo entienda cualquier persona y ayudar a la gente a comprender el mundo. En la época que atravesamos esta función es más prioritaria que nunca.

Hoy en día los periodistas se ven inundados por una cantidad cada vez mayor de información que ordenar, tamizar o filtrar y procesa, por ello la mediación se convierte en una función clave dentro de este nuevo panorama informativo emergente.

 

Para algunos profesionales las redes sociales se han convertido en fuentes alternativas a las tradicionales que les ayudan a buscar pistas y pulsar la realidad de una manera más rápida, aunque no más segura.

Por ello, el periodista debe ser capaz de filtrar, comprobar y acreditar esos nuevos contenidos que se generan en los Social Media y llevar a cabo un trabajo informativo completo y eficaz, sin olvidar la veracidad y el rigor que debe desprenderse de cualquier noticia.