Maran Suites & Towers

Peñarol-Regatas: situación límite para Paolo y Cia.

Desde las 22.10, Peñarol de Mar del Plata y Regatas Corrientes afrontan el 4° juego por la Serie Final de la LNB 2013/2014 en el Polideportivo “Islas Malvinas” de La Feliz. Dirigen Fernando Sampietro, Fabricio Vito y Oscar Brítez. El “Milrrayitas”, lidera 2-1.

 

Urgente rehabilitación precisan cristalizar los dirigidos por Nicolás Casalánguida, que luego de ganar el primer chico en Corrientes (86-77), cayeron sucesivamente en los juegos dos y tres (103-82 en el “José Jorge Contte” y 94-77 ya en el Poli marplatense).

 

La última imagen del actual monarca fue la de un equipo confundido, y hasta abatido, ante la de un Peñarol robustecido y agigantado, con la moral y la confianza, el básquetbol, por las nubes.

 

Mérito de Peñarol, de sus amplios recursos y el oportunismo de los conducidos por Fernando Rivero en aprovechar lo que la final les brindó.

 

Defecto de Regatas que no evidenció una actitud positiva, la imperiosa concentración, la imprescindible recuperación defensiva, incurriendo en desacertadas decisiones ofensivas.

 

Así, los correntinos deben reinventarse si pretenden retener la corona. Más que preocuparse por frenar el crecimiento de Peñarol, Regatas deberá ocuparse de frenar su caída en la serie, la de las últimas dos jornadas finalistas, y de recuperar la memoria, ser quien supo ser hasta el juego uno de la final, de lo contrario un tropezón más lo dejará al borde del abismo en el mano a mano con el Campazzo Team.

 

Además, para Regatas, un triunfo esta noche borrará casi de un plumazo el mal trance vivido entre viernes y martes: de obtenerlo, el 2-2 atenuará la suerte de amnesia basquetbolística que hoy aqueja al “Fantasma” y se presenta como su peor enemigo.

 

Entre otras cuestiones, el campeón deberá bajarle el goleo a su adversario ya que no puede permitirse otro juego con Peña cercano a los 100 puntos. No es una misión sencilla, porque enfrente están Facu Campazzo, Leo Gutiérrez, Martín Leiva o Adrián Boccia, hasta aquí el jugador de la serie, demostraron su grueso calibre.

 

En otras cuestiones, Regatas deberá ser ese equipo largo donde cada pieza aporta su granito de arena en la faz ofensiva, de primerísimas opciones ofensivas (el entrerriano Paolo Quinteros, por ejemplo), pero también de otras herramientas para castigar al canasto rival (Hopson, Martina o el propio Martínez, también por ejemplo).

 

Un equipo de filosofía de pase extra, esa que tan buenos resultados les dio, de mejores porcentajes en sus tiros (particularmente los lanzamientos externos, muy por debajo de su media últimamente).

 

Pero por sobre todas las cosas, Regatas necesita un golpe de efecto nacido de su fuego sagrado, ese que demostró en más de una ocasión en la actual temporada, un sagrado fuego capaz de poner en duda hasta al mejor Peñarol.

 

El encuentro puede marcar una tendencia casi decisiva o, en todo caso, cambiar el rumbo de la llave.

Adelante por 2-1 luego de dos triunfos consecutivos, Peñarol podría situarse en opción de “match-point” en caso de obtener la victoria esta noche.

 

Expresado de otra forma, si el “Milrayitas” gana, quedará a sólo una victoria de llegar a su quinto título en la Liga Nacional “A” de Básquetbol. Y tendría tres oportunidades por delante para lograr el triunfo restante, una de ellas en su casa.

 

Sin embargo, en caso de ganar Regatas, el actual campeón del torneo recuperaría la ventaja de la localía, empataría la serie 2-2 y podría modificar por completo el mapa de esta última eliminatoria de la temporada.

 

Después del indiscutido triunfo correntino en la apertura de las finales, Peñarol hilvanó dos victorias consecutivas tan rotundas como inapelables. Con rendimiento superlativo y exhibiendo una superioridad por momentos abrumadora frente a su encumbrado oponente.

En el Polideportivo, tanto como en el balance global de la serie hasta aquí, Peñarol se siente muy cómodo, su juego se despliega más naturalmente, y defensivamente cada vez aplica más trabas sobre su adversario, que ha anotado en orden decreciente conforme avanzaron los partidos (86-82-77).

 

La solidez atrás permite que Peñarol pueda desplegar todas sus virtudes lanzado en velocidad al contraataque, mientras aparecen por las nubes sus porcentajes en tiros de tres puntos (42,1% en toda la serie), vitales para la filosofía de juego que promueve el entrenador Fernando Rivero, en una continuidad de la era de Sergio Hernández con cierta impronta propia.

 

Está todo dispuesto para vivir un nuevo capítulo de una final que presenta un alto nivel de básquet pero -por ahora- ha carecido de la emoción que despiertan los desarrollos y cierres bien apretados.