Patronato depende de si mismo
|Patronato cumplió su misión. Hizo dos goles, ganó y si bien le anotaron uno la victoria le consolida sus chances de clasificar. Triunfo clave por la 4ª fecha del Pentagonal Zona A, frente a otro de los aspirantes. Ahora viaja a Salta con el fin de vencer a Juventud Antoniana, partido que iría en cancha de Gimnasia y Tiro.
El “Rojinegro” dio un paso trascendental rumbo a semifinales. Costó, y mucho, pero ganó y todos felices. Dejó dos imágenes: la del primer tiempo, esa en la que generalmente se lleva al rival por delante, y de nuevo llegaron las dudas, las desinteligencias, las distracciones, los excesos de tensión en el segundo a la hora de contener las reacciones de la oposición.
Pero en el balance, vale más ser optimistas y resaltar lo positivo ya que mantenemos la idea: primera temporada en el retorno al Argentino A y finalista. Ahora, Pentagonal, y posibilidad firme de ocupar plaza semifinal. Demasiado, más aún si uno contempla lo rendido al lado de otras “potencias” que se armaron con claras intenciones de lograr el Ascenso, SEA COMO SEA.
En los 45 iniciales el equipo de Amaya funcionó como un relojito. Firme en defensa, cohesionado en la zona media y codicioso de tres cuartos para adelante.
Hubo actitud y aptitud al servicio del objetivo en común. Hubo temperamento, consistencia y solidez para contrarrestar las bondades del enemigo. Hubo talento y sagacidad para traducir la recuperación de la pelota en una transición ofensiva que logró intimidar al adversario y hasta dejarlo pintado con algunas virtudes llamativas.
Todo arrancó magníficamente. El 4-4-1-1 trajo sus frutos otorgándole dinámica, intensidad y un enlace balanceado entre las líneas, colaborando unos con otros.
Y enseguida vino el premio. Unión no vino a especular y su planteo sintió un cachetazo prematuro. Los dos querían ir al frente, pero fue el dueño de casa el que golpeó primero: Brites recibió, aguantó la marca, cedió a Bianchini que se proyectaba por el lateral y el Nico mandó un centro que Urresti capitalizó conectando el esférico para mandarlo a besar los piolines.
El gol produjo un estallido de ilusiones “Rojinegras” y significó un baldazo lleno de cubitos de hielo para el “Verde” sunchalense.
Unión sufrió ese desnivel en contra y el “Santo” quiso más. Combinaron Graciani y Urresti por un lado, López le dio el toque de distinción al quite y proyección, Ferrero fue una máquina constante de restar claridad al oponente y Brítes tuvo astucia para moverse y gestar acciones de peligro ante la valla de Núñez.
Atrás, tranquilos. Unión sufrió el shock y se replanteó su apetito inicial. Así, Bértoli y sus hombres se movieron sin pasar sustos notorios.
En concreto, era una de las producciones más positivas de la temporada. Solo faltaba otro gol para que el “Grella” reviente y la segunda anotación llegó sobre el final. Mariano Echagüe asistió a ese tiempista que es Héctor López y el “Tucu” fue derribado dentro del área santafesina.
Mazzón cobró penal, y mostró la roja a José Ibarra. Desde los doce pasos Edgardo Brites tradujo la pena en un grito de gol que hizo vibrar a toda Villa Sarmiento y el Tiro Federal.
El técnico del “Verde” no se quedó obviamente y confió en Emiliano Romay, duchándose antes Nicolás Pautasso.
Por unos minutos Patronato reguló las pretensiones de Unión, pero poco a poco las energías se redujeron y así el elenco de Forestello empezó a inquietar.
El trajín del primer capítulo iba desgastando de modo progresivo a los dueños de casa que empezaron a perder criterio en el trato del balón y ya no hubo tanta sincronización del medio para adelante o para atrás.
Claro está… También hubo un rival, qué iba a vender cara la derrota, y así como los de Amaya tuvieron una merma, Unión cambió. Por eso, no era tanto el bajón o declinación paranaense como sí el replanteo de los visitantes.
Y el premio a los de Forestello se veía venir. Y llegó. Aunque con complicidad de un Colo Zuvinikar que sufrió un resbalón lo cual le valió a Triverio para poder fusilar a Bértoli.
Unión se agrandó, aunque Patronato no se dejó apabullar. Sí, creció la ansiedad, aumentó la adrenalina. Todo pasó a ser un torbellino de garra, de voluntades y lo bueno del conjunto de Paraná fue su carácter, su temple para no permitir que se desborden los de la Cuenca Lechera santafesina.
Y si algo le faltaba eran más expulsiones por parte de un árbitro que alternó aciertos con fallos polémicos. Zarate dejó a su plantel con 9 por doble acrílico amarillo y después Urresti siguió el camino al túnel.
Unión no claudicó, pero Patronato se paró de modo consistente y sacó raudos contraataques. Núñez sufrió no menos de tres sofocones pero lo que dejó mudo a la mayor parte del estudio fue esa última maniobra en la que Leichner mandó la pelota por sobre el horizontal cuando todos creímos que Bértoli corría peligro de ser acribillado.
Final y victoria. Difícil, complicadísima, pero tres puntos de platino que valen para ir a Salta con un sueño más afianzado.