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Patrimonio arquitectónico: recuperemos el Club Social

El Patrimonio arquitectónico de Paraná está jalonado de exquisitos detalles y noble historia. Cada edificio denota la calidad y el oficio de los arquitectos que lo diseñaron con lo mejor de su época. Ubicado en San Martín 958 el Club Social Fue, junto con la plaza 1º de Mayo, el centro de la vida social y cívica de principios de siglo. Hoy, más allá de inaugurarse un nuevo bar en su frente, y de reconvertirse en un recinto de ediles, lo profundo de la sede ha sufrido desguaces y un tristísimo abandono. Galería de fotos.

 

El edificio fue construido por Bernardo Rígoli entre los años 1906 y 1908 habiendo sido fundada la institución en 1904, en reemplazo del club Gimnasia y Esgrima. El lugar fue erigido en el sitio donde estuvo la casa de doña Gregoria Perez y Larramendi de Denis, patricia argentina, quien donó sus haciendas y bienes a Belgrano para la expedición al Paraguay.

 

Por su sede pasaron caracterizados socios y dirigentes poniéndole el hombro a una institución que supo tener claroscuros pronunciados en lo inherente al tema que hoy -precisamente- nos convoca.

En la actualidad, su padrón de asociados se ha reducido sensiblemente, pero no deja de contar el listado personalidades ilustres que son parte de su historia. Citar apellidos como Beades, Taboada, Moia, Murga, Cacik, Nanni, Cerini, Wolf, Negri Aranguren, Cavallaro, Vásquez, Benítez, Ibáñez, Figueroa, Rodríguez Vagaría, Marcó, Camet, Izaguirre, Sartori Ratto, Grippo, Bretto, Vasallo, es revelar que HAY PRESENTE y HAY FUTURO sabiendo lo que ocurrió, lo bueno que se hizo, lo malo que se realizó, y/o lo que se omitió en perjuicio del PROGRESO.

 

¿Por qué no hurgar en los árboles genealógicos de insignes socios Vitalicios o extintos para ver si sus hijos, sus nietos recuerdan su infancia en el club, su crecimiento, y quieren obsequiarle una cuota de desvelo por su renacimiento?

 

Hay que desempolvar registros, nóminas, y se constatará que a los apellidos aludidos podrían sumarse nuevas generaciones de Bonilla, Carminio, Faggi, Calderón, Ferrari, Glaría, Cruset, Laferriere, Mors, Piñón, Maiztegui, Ricciardi, Vairetti, Riestra, Villarrodona, Comaleras, y tantas otras familias distinguidas de nuestra Comunidad.

 

Pero además, ¿por qué no reflexionar dónde estuvo la clave en tantos años de apatía, de desánimo que hicieron mella en su crédito social? ¿Por qué no enfocar la mirada en el replanteo de su suntuosa, pomposa o señorial imagen tributada al Pueblo de Paraná?

 

¿Por qué no emprender un sinceramiento, un acérrimo replanteo en lo concerniente a abrir el círculo “virtuoso” y promover una nueva generación más abierta, de mayor participación, profundizando el rico debate, propendiendo a la consulta antes de las decisiones arbitrarias o peor aún, evitando la sensación de dejadez como la que hoy motiva estas sentidas líneas?

 

Las postales lo dicen todo. Y si bien el espacio está a disposición de la dirigencia encabezada por el Dr. Martín Gabioud para cuando gusten expresarse en este humilde y joven Diario Digital, las imágenes son indiscutibles, expresan sin ocultamientos un presente que puede mutar si se cristaliza la intervención dirigencial pertinente A TIEMPO.

 

Una pena ver cómo se ha levantado parte del piso del colonial patio, o cómo luce el tejado. Ni que hablar de cuánto mutó la imagen con el montaje de una parrilla de ladrillos. O las bolsas de suciedad,  recipientes de diversa índole, botellas que le confieren una imagen mucho más desteñida a un sitio en el cual supieron desarrollarse tertulias fastuosas con lo más granado de la sociedad de otras épocas.

 

Pena, recóndita por cierto, produjo el enterarnos del achicamiento del patrimonio por un acuerdo con el IAPSER del cual, sinceramente, nunca nos anoticiamos.

Como inevitable abatimiento nos generó apreciar tantas puertas con candado, obrando de  CONSUELO la inauguración del Bar Almendra o la evolución que ha tenido el Gimnasio Simao.

 

Ya lo enunciamos una vez… Nostalgia afligida nos produjo ver mobiliario añejo apilado, sucio, descuidado, o cuadros que supimos valorar de pequeños y conservamos no solo en las retinas sino en el corazón.

 

Es evidente que las tareas de reacondicionamiento de La Casa de la Ciudad perjudican al añejo y valiosísimo mobiliario que por un lado está amontonado en un rincón.

 

A fines de 2012 el Concejo Deliberante sancionó por unanimidad la creación de un programa que concentrará la actividad de la ciudad. El viceintendente Gastón Grand, impulsor de la iniciativa, fundamentaba por aquellos días que “se propone facilitar nuevos espacios para promover la gestión democrática en la participación e integración social, cultural y política de Paraná, que bregará por el bien común, con una mirada pluralista, solidaria, abierta e integradora”.

 

Con ese propósito y como acción motriz se halló en el centro urbano e histórico paranaense, el espacio físico emblemático necesario para la convivencia y cohesión social, un edificio que reúne la jerarquía y las condiciones básicas para contener y dar vida al programa.

 

De este modo, el Club Social posibilitaría al Concejo Deliberante y a otras instituciones de la ciudad, disponer del uso y goce de su inmueble, en virtud de un convenio suscripto al efecto constituyéndose el predio en una plataforma de lanzamiento de políticas, proyectos, productos, campañas turísticas y certámenes, que involucren y comprometan a Paraná como ciudad y capital de la provincia de Entre Ríos.

 

Distintos emprendimientos, sucesos se fueron desarrollando bajo organización del Cuerpo Legislativo Comunal, como también prosiguieron realizándose acontecimientos desde la órbita privada y fiestas particulares en sus salones.

 

Ello implicó que se adopte la saludable medida de reacondicionar el lugar y hoy se observa justamente actividad propia de albañilería y otras tareas propias de una restauración, INSISTIMOS, del hall central y salones, instalaciones más utilizadas por los ediles del HCD, no así del resto de las dependencias que dejan esa sensación amarga cargada sobre nuestros hombros y mente al retirarnos del céntrico predio.