Pasión turca puede con el talento serbio
|Una bandeja agónica de Tunceri da el pase a la gran final del Mundobasket a la anfitriona (82-83). El encuentro fue dominado por Serbia, pero los otomanos se llevaron el partido en un último minuto de infarto.
El baloncesto es así. Serbia dominó durante prácticamente 37 minutos el encuentro (20-17, min. 10; 42-35, min. 20 y 63-60, min. 30). Con Milos Teodosic (13 puntos, 6 rebotes y 11 asistencias) como mariscal de campo, dominando todo lo que ocurría en la cancha; Nenad Krstic (15 puntos y 7 rebotes) trabajando duramente en la pintura; y Marko Keselj (18 puntos y 7 rebotes) y Dusko Savanovic (15 puntos) martilleando desde el perímetro el aro rival de forma inmisericorde, la selección balcánica hacía enmudecer el Sinam Erdem Dome de Estambul. Turquía ponía el deseo, la pasión, pero se veía impotente ante el gran baloncesto serbio.
Un triple de Milos Teodosic a 5 minutos del final, ponía el encuentro realmente cuesta arriba a los anfitriones (72-64, min. 35). Fue ese el momento en el que una Turquía muy emotiva, pero poco acertada hasta ese instante, despertó y se puso las pilas, sabiendo que era su última oportunidad de coger el tren hacia la final de “su” Mundobasket. En una selección donde destaca poderosamente su potente juego interior, fueron curiosamente sus hombres pequeños los que accionaron la remontada otomana. Tunceri, Arslan y Onan encontraban el acierto y claridad de ideas necesarias para encontrar el camino hacia el aro, un camino que estaba siendo negado por la eficaz defensa Serbia.
Con el público tributando un aliento ensordecedor a los suyos, se llegaba al último minuto con 2 de ventaja para Turquía (77-79). Las malas decisiones en ataque de Hedo Turkoglu, que a pesar de sumar 16 puntos completó un encuentro deficiente, y el buen pulso de los serbios desde la línea de tiros libres daban de nuevo la delantera en el luminoso a los balcánicos con medio minuto por disputarse (80-79). El balón era para Turquía. Tunceri encontró una vía para penetrar hacia canasta y dar una precisa asistencia a Semih Erden para que machacara la canasta, además de provocar la 5ª falta de Krstic. Jugada perfecta. Erden fallaba el adicional, dejando a su equipo uno por delante (80-81) con 16 segundos para que Serbia pudiera jugarse un último balón. Los de Ivkovic trenzaron una acción de libro para que Velickovic anotara desde debajo de la canasta y diera medio partido a los suyos. El tablero marcaba 82-81 para Serbia y restaban únicamente 4 segundos para la finalización. Tiempo suficiente para que Turquía sacara de fondo y Tunceri aprovechase un error defensivo serbio para anotar una bandeja que hacía estallar de júbilo el pabellón. Era la pasión turca. Serbia aún tendría la posibilidad de en 0.5 segundos lanzar un balón para que Velickovic intentara anotar en el aire. Erden se lo impediría… Al final, victoria turca por 82-83 en un desenlace que convierte automáticamente este encuentro en todo un clásico para el recuerdo (un instant classic como suele decirse en la el universo NBA).
Fue uno de esos finales de desenlace incierto que diferencian el baloncesto de otros deportes por equipos y que ofrecen unas sensaciones inigualables (pasar de ganador a perdedor y viceversa en pocos segundos), que hacen que amemos con pasión este deporte.
En definitiva, puede decirse que no fue un resultado justo. Serbia dominó el encuentro y solamente la emotividad turca y un par de errores garrafales les privaron de jugar una final que era prácticamente suya. Al final, la épica llevó a Turquía hacia una victoria de tintes dramáticos. Kerem Tunceri (12 puntos, 3 rebotes y 5 asistencias) se convirtió en el héroe de un país que ya sueña con luchar férreamente ante la todopoderosa selección estadounidense en la final del Mundobasket.