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Otro ataque de rugbiers, pero en Santiago del Estero

“Si no se metía un chico, que fue mi ángel de la guarda, moría asfixiado”, dijo la víctima de un grupo de rugbiers en Santiago del Estero. Juan Cruz Mussi, joven estudiante de abogacía sostuvo: “Me golpearon por violentos nada más. Nunca hubo un motivo”.

 

Juan Cruz Mussi Amado -de 24 años, estudiante de abogacía- reveló que aún sufre en su cuerpo las dolencias del brutal ataque que sufrió a manos de Exequiel Chedid, Francisco Piatti y otros rugbiers, cuando se encontraban en un boliche de la autopista en la madrugada del domingo 26.

 

El joven manifestó que el primer incidente comenzó en el VIP del baile cuando Piatti lo golpeó en el estómago. “Cuando me golpea y me deja sin aire, me di vuelta y le dije: ¿qué te pasa pendejo? y me responde: ‘vos vas a ligar a la salida o algo así”.

 

“Fue sin ninguna explicación de la agresión y con prepotencia. Comportamiento clásico del rugbista que te bardea para que después tenga motivos para pelear. Son unos soberbios, pero ante todo son unos cobardes que se manejan en manada para agredir, a mí me atacaron de violentos que son nada más”, señaló.

 

Juan Cruz dijo que siguió con sus amigos sin darle mayor importancia. “No les dimos importancia y seguimos en lo nuestro. Nosotros fuimos a divertirnos, no a pelear”, recordó.

 

Según manifestó el estudiante de abogacía, quien reside en Córdoba por cuestiones de estudio: “Mientras estábamos en el VIP, uno de mis cuatro amigos fue y les habló a ellos. Les pidió que la corten diciéndoles que éramos personas grandes que no teníamos por qué andar peleando”.

 

Pese al pedido de sus amigos, según expresó Juan Cruz, los rugbiers nunca cambiaron de actitud. “Todo el tiempo quisieron pelear. Les hablaron como en cinco oportunidades, pero seguían diciendo que a la salida iba a cobrar”, sostuvo el joven estudiante.

 

“Cuando salimos al estacionamiento, de atrás Chedid me toca por la espalda y me pega una piña. Me di vuelta y me defendí. Hasta ese momento estaba bien, digamos porque era una pelea de uno contra uno”, indicó Juan Cruz y continuó diciendo: “Nos separan los patovicas y parece que este chico quedó con bronca y fue a buscar a sus amigos. Nosotros subimos a mi camioneta y nos fuimos”.

 

“Cuando salíamos a la autopista sentimos un fuerte piedrazo en la camioneta. Nos bajamos los cuatro y tres se acercan a ellos, pero siempre fue con intención de evitar pelear. En ningún momento quisimos pelear en toda la noche”, indicó.

 

Juan Cruz contó: “Mis amigos les decían ‘hermano por qué hacen esas cosas, no sean así’, y en ese momento aparecen otros diez más dispuestos a pegar. Allí nos defendimos porque éramos duplicados en cantidad”.

 

“Dos de mis amigos, que son personas cero violentas ingresaron a la camioneta. Quedo yo y mi otro amigo -de apellido Hubner- pero él en todo momento quería evitar la pelea, cuando me golpean se mete para defenderme y también recibe una piña’, explicó.

 

Juan Cruz dijo que cuando quedó solo, la golpiza fue peor. “Yo me podía defender de dos o tres, pero siempre había un cuarto, un quinto, un sexto que aparecía y me pegaba o me agarraban de los brazos para que Chedid y Piatti me sigan golpeando”.

 

“Piatti, ahí me hace una toma mata león, que me tenía asfixiado. Ahí aparece un chico -de apellido Gauna- que yo le dije que fue mi ángel de la guarda y le agradecí mil veces, porque hizo que el rugbier sacara la mano”, contó.

 

“Nosotros salimos a pasarla bien y terminamos pasándola muy mal por estos cobardes. Si no aparecía este ángel de la guarda hoy yo estaba muerto, porque él si no me asfixiaba y me mataba”, precisó.

 

Juan Cruz manifestó que no se trata de la contextura física, sino de la cantidad. “Se manejan en manada y eso hace que se empoderen, más el consumo de alcohol. Los que salimos a pasarla bien terminamos pasándola mal y ellos logran su cometido”.

 

Por orden de la fiscalía, Juan Cruz fue examinado por el médico forense quien le constató lesiones curables en 10 días. Además, su abogada defensora, Dra. Carol Gadán presentó las prendas de la víctima, manchas con sangre y rasgada por la violencia física con la que fue lesionado.