No está bueno ocultar la realidad… Cacerolazos con poca manija
|ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- A lo largo y ancho del país crecen las muestras de disconformidad para con la gestión presidencial de Mauricio Macri. No solo las encuestas lo reflejan sino la vuelta de ese manifiesto tan genuino como particular del “Ruidazo” o “Cacerolazo”, hoy ocultado por los grandes medios de prensa. No es la primera vez que abordamos esto. Pero indigna tanta censura.
Seremos MUY claros… Aumentan los signos de contrariedad en el ciudadano argentino, como siempre partiendo desde suelo porteño o bonaerense los reproches más airados y las manifestaciones de más acentuado tono político.
La Argentina profunda aún no se ha agitado de modo sensible, pero ya hay focos de sedición que tampoco han tenido un aceitado mecanismo de propagación ni siquiera a través de las redes.
Constituimos una sociedad, o un país paradójico, contradictorio, donde los sindicatos, se toman en serio vacaciones, feriados, o todo día “no laborable”.
Sin ir más lejos, miren las pantallas principales de TV, los medios de mayor repercusión y se percatarán de la nimia participación de reconocidos o potentes dirigentes gremiales.
Ya es típico… Y no está bueno por cierto. Hay millones de argentinos angustiados, inquietos por la situación desesperante que atraviesan y no son solo sectores habitualmente humildes…
Macri fue sinónimo de mentira, de engaño, de desempleo, de pérdidas estrepitosas. Lo peor es que lo sigue siendo al menos hasta diciembre.
Y se podrá seguir hablando de “la grieta”, o de “la herencia”; se podrá continuar pidiendo que “devuelvan la guita” y hablando como juzgando al Kirchnerismo por su Gobierno también controvertido pero JAMÁS de espaldas al Pueblo.
Y no es una ultra defensa a los “K”. Sabemos MUY BIEN lo MALO que hizo Cristina Fernández de Kirchner y su Equipo, o conocemos también los pasos discordantes de Néstor y sus fieles miembros de Gabinete.
Pero en tres años Macri pudo hacer un Gobierno más prolijo, más equilibrado, más justo. Y se pudo rodear de ministros y otras autoridades cercanas a la gente, no tan soberbios, déspotas, opresores y tan o mucho más codiciosos de quienes mancillaron la “Gestión K”.
De esto no se habla en los grandes medios de Prensa que en pleno ejercicio Kirchnerista se encargaron de crear una maquinaria de denuncias, diatribas, invectivas disfrazando, maquillando una nueva intención de proscripción, de destierro, de confinamiento a un Peronismo “Kirchnerizado” que jamás supo controlar y/o nunca valoró la trascendencia de contar con vehículos difusores de lo bueno que también se hizo.
Amén de lo ilegal, de lo ilícito (que sin hesitar lo hubo…), Cristina Fernández de Kirchner y sobre todo el Peronismo GENUINO, no supieron proyectarse. No fraguaron el futuro, y así les fue, y así les va…
Hoy sufren persecución, cárcel, pérdida de credibilidad y prosiguen aferrados a pequeños espacios partidarios en escasísimos medios de pocos seguidores, con una estructura de Redes Sociales tan o más deficitaria y con los mismos voceros que no lograron, ni mintiendo, convencer a la ciudadanía de evitar el cambio.
Y es tanta la terquedad, la soberbia, que continúan aferrados a posturas obnubiladas, creyendo que el argentino común se va a contagiar fácilmente instaurando una multitudinaria muestra de queja, de reprobación al engañoso Cambio de un presidente embustero como Mauricio Macri.
El Kirchnerismo, y en sí el Peronismo no reaccionan, por ello se agiganta la grieta interna, la diáspora incongruente, incomprensible que difícilmente seduzca al elector con tan marcada disgregación.
Mientras, Jaime Durán Barba y Hernán Lombardi aprovechan sus relaciones carnales con los principales medios periodísticos y ese control o esa manipulación conlleva una administración resguardada, garantida, del mensaje que llega al Pueblo.
Pan y Circo… Lamentable, pero … con este marco comunicacional, es cada vez más firme la chance que Macri sea reelecto, ejerciendo un “divide y reinarás…”, que el Justicialismo pareciera no discernir. ¿Por qué…? Simple: demasiada codicia a la hora de dar el brazo a torcer y comprender que se necesitan nuevos líderes y otro estilo, más llano, de llegarle a la gente.