Murió Justina: dolor no tiene fin
|Durante tres meses, Justina Lo Cane esperó un corazón. La niña de 12 años estaba primera en la lista del Incucai desde principios de noviembre, pero su cuerpo no resistió. Justina falleció durante la mañana de este miércoles, en la clínica Favaloro, donde permanecía internada.
La niña sufría una cardiopatía congénita que le había sido diagnosticada a los 18 meses de vida y su historia de lucha, junto a los pedidos de sus padres para que las personas donen sus órganos, conmovió al país.
Si bien existió la posibilidad de que se encuentren donantes, no se logró hallar un corazón que fuera compatible con el de la niña.
La campaña lanzada por su familia para divulgar su pedido había llegado a distintos puntos del país, despertando una solidaridad ejemplar en gran parte de la ciudadanía. Había sido la nena quien, tras entrar a la lista de espera en el Incucai, le pidió a su familia lanzar una campaña para concientizar sobre la importancia de donar órganos.
Su papá, Ezequiel, la ayudó a crear la campaña “Multiplicate por Siete” que, con el hashtag #LaCampañaDeJustina, se viralizó rápidamente y sumó el apoyo de artistas, deportistas y personalidades de distintos ámbitos.
A Justina le detectaron cuando tenía un año y medio una cardiopatía que podía agravarse con los años. Y eso sucedió a fines de julio pasado.
Estaba internada desde el 7 de septiembre pasado cuando fue ingresada de urgencia en terapia intensiva de la Fundación Favaloro. Dos días más tarde cuando todos sus órganos comenzaron a fallar debió ser conectada a un ECMO, soporte cardíaco y respiratorio, y desde entonces aguardaba al tope de la lista de Emergencia Nacional del Incucai por un corazón que le permita seguir con vida, soportando una trombosis en su pierna derecha.
Llevaba casi tres meses en cama. Su piel tenía ampollas. Le dolía el cuerpo, el alma. Pero era una leona y se aferró hasta hoy a la vida.
Por último, el 9 de diciembre Justina iba a cumplir 13 años. Ella logró que muchos se inscriban como donantes de órganos en el INCUCAI. Su ejemplo debe servir para que todo se multiplique, una y mil veces más, que todos seamos donantes de órganos.