Monseñor Puiggari: “Den su vida día a día”
|Monseñor Juan Alberto Puíggari, arzobispo de Paraná, confirió el orden presbiteral a los diáconos Miguel Oviedo y Julián Muñoz, provenientes de la comunidad arquidiocesana local. Durante su mensaje a los ordenandos, el obispo les indicó que “den su vida día a día”, e insistió en que la Eucaristía “llegue a ser una escuela de vida” para ellos, que “marianicen” sus ministerios pastorales y que amen a la Iglesia y la hagan bella “por la belleza de sus vidas santas”.
El arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puíggari, confirió el orden presbiteral a los diáconos Miguel Oviedo y Julián Muñoz, provenientes de la comunidad arquidiocesana local. Durante su mensaje a los ordenandos, el obispo les indicó que “den su vida día a día”, e insistió en que la Eucaristía “llegue a ser una escuela de vida” para ellos, que “marianicen” sus ministerios pastorales y que amen a la Iglesia y la hagan bella “por la belleza de sus vidas santas”.
La ordenación sacerdotal de los ahora presbíteros se llevó a cabo el sábado 1 de diciembre a las 10 en la catedral de Nuestra Señora del Rosario. Además, la primera misa de Miguel Oviedo tuvo lugar en la parroquia San José, del departamento de San José Feliciano, el domingo 2 a las 20, mientras que Julián Muñoz celebró en la noche del sábado 1 en la parroquia San Francisco de Borja, de la capital entrerriana.
Homilía del arzobispo
“En esta mañana, la Iglesia que peregrina en Paraná es testigo de la fidelidad de Nuestro Buen Dios con la ordenación de dos nuevos sacerdotes. Demos gracias porque los ha enviado para dar buena noticia a los que sufren y proclamar la liberación de los cautivos”, señaló monseñor Puíggari, citando al profeta Isaías.
A continuación, el prelado discurrió sobre el sentido del sacerdocio, y afirmó que la vocación sacerdotal “es un misterio de elección divina” que estremece el corazón de todo sacerdote.
A su vez, recordó que estas ordenaciones sucedieron “providencialmente” en el transcurso del Año de la Fe convocado por el Santo padre Benedicto XVI, y subrayó que “el sacerdote tiene como gran misión anunciar la Fe, proclamarla de palabra y con su vida”. “Debe presentarse, ante todo, como un hombre de fe”, puntualizó el prelado.
“Vivimos tiempos difíciles –reconoció el obispo-, la advertencia de Benedicto sobre la dictadura del relativismo se hace más patente; y sin embargo, sigue siendo válido afirmar que la única respuesta verdadero es Jesucristo”.
En otro pasaje de su alocución, monseñor Puíggari parafraseó a san Juan María Vianney, quien afirmó en su tiempo: “si comprendiéramos el misterio del sacerdocio, moriríamos de amor. Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Jesucristo no servirían de nada, ya que ellos continúan la obra de la redención sobre la tierra”.
El arzobispo de Paraná enseñó a los jóvenes diáconos que ser sacerdote “significa, ante todo, ser administrador de los misterios de Dios” y un testigo del “maravilloso intercambio entre Él y los hombres”. “Si no se percibe este misterio de intercambio, no se logra entender que un joven, escuchando la palabra ‘¡sígueme!’ renuncie a todo por Cristo”, reflexionó.
“Serán instrumentos, pobres y humildes, que no deben atribuirse el mérito de la gracia transmitida, ya que no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo, el Señor”, les indicó el prelado.
“Queridos Julián y Miguel –les expresó el obispo-, ¡qué maravilla es ejercer nuestra triple misión de anunciadores de la buena nueva, dispensadores de los misterios de Dios y constructores de la comunión entre los cristianos!”.
Finalmente, el obispo les pidió que se hagan “prisioneros del confesionario” para acercar a los hombres la paz del corazón y la misericordia de Dios; además, les aconsejó que la Eucaristía “llegue a ser escuela de vida”, que “marianicen” sus sacerdocios” y que amen a la Iglesia y la hagan fecunda de santidad “por la belleza de sus vidas santas”.
“Que la Virgen del Rosario, nuestra patrona, derrame su manto protector sobre todos nosotros”, rogó el arzobispo.
Fuente: Prensa AICA.-