Monseñor Lozano: “necesitamos un timonel para la barca de la Iglesia”
|El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, consideró que “Necesitamos un timonel para la barca de la Iglesia. No un ‘factotum’ (‘alguien que haga todo’), sino quien nos presida en el amor y nos guíe a la misión dejándonos conducir por el Espíritu Santo”.
Tras reconocer que “seguramente algunos tendrán tentaciones de poder o deseos mundanos en su corazón”, sostuvo que “también los hay entregados, generosos, servidores de los pobres y con libertad para jugarse el pellejo por los demás. Yo conozco unos cuantos que son así”. “Recemos para que seamos en la Iglesia transparencia de la belleza de la fe”, pidió.
El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Eduardo Lozano, afirmó que en los comentarios periodísticos sobre la renuncia de Benedicto XVI “cuesta encontrar una mirada de fe” y cuestionó: “A veces se ve a la Iglesia como una ONG, o una asociación religioso-cultural, sin percibir su dimensión espiritual. Pongo un ejemplo: es como si alguien evocara la figura de mi mamá por su condición de profesora de tejido (que lo era, y muy buena por cierto) sin tener en cuenta lo que ella significaba para la familia y sus amigos. Sería una mirada parcial, reducida y, en el fondo, pobre”.
Al referirse al Papa, recordó que “él explicitó en varias oportunidades los motivos de esta decisión tomada con entera libertad y por sentir que no le responden las fuerzas físicas y anímicas para una misión sin dudas exigente”.
El prelado destacó que “la ‘despedida’ de Benedicto XVI, su última audiencia pública el miércoles pasado, fueron signos elocuentes de su estilo pastoral. Una plaza colmada por cientos de miles de feligreses. Un discurso sobrio y sencillo. Nada de fuegos artificiales ni armados de espectáculo. Sólo unas pocas palabras, la oración del Padre Nuestro y la bendición”.
“Palabras serenas y profundas que nos insistían en el amor a la Iglesia de Benedicto XVI. Saludos en diversos idiomas que encendían aplausos desde distintos sectores de la Plaza San Pedro. Su retiro en Castelgandolfo el jueves pasado: ‘Seré simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra. Pero quisiera aún, con mi corazón, con mi amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien común de la Iglesia y de la humanidad’”, puntualizó.
Monseñor Lozano consideró que en el tiempo de sede vacante se puede “realizar un buen ejercicio para nuestra oración y pensar en quién necesitamos que sea el sucesor. No tanto en nombres o candidatos, ya que seguramente conozcamos unos pocos Cardenales, sino más bien qué nos hace falta en la Iglesia. ¿Qué cosas deberíamos mejorar? ¿Cuáles cambiar? ¿Qué desafíos tenemos para la fe? Dialoguemos desde una mirada evangélica”.
“Necesitamos un timonel para la barca de la Iglesia. No un ‘factotum’ (‘alguien que haga todo’), sino quien nos presida en el amor y nos guíe a la misión dejándonos conducir por el Espíritu Santo”, aseguró.
El obispo gualeguaychense comentó que “algunos fieles en estos días me acercaron dudas o preguntas, preocupados por algunas versiones de corrupción o manejos turbios en la Iglesia o los cardenales que serán electores. Benedicto XVI varias veces nos ha dicho que necesitamos un espíritu de conversión en la Iglesia. Somos limitados, pequeños y también pecadores”.
Tras reconocer que “seguramente algunos tendrán tentaciones de poder o deseos mundanos en su corazón”, sostuvo que “también los hay entregados, generosos, servidores de los pobres y con libertad para jugarse el pellejo por los demás. Yo conozco unos cuantos que son así”.
“Recemos para que seamos en la Iglesia transparencia de la belleza de la fe”, pidió.
Por último, monseñor Lozano señaló que “el Papa es el servidor de los servidores de Dios. Seguramente mucha gente de fe de nuestro pueblo así lo percibe, y por eso expresan sentimientos que trasuntan cierta sensación de orfandad en estos días. Es normal que este tiempo lo estemos viviendo con expectativa y hasta con cierta ansiedad. Aprovechemos para rezar más, con mayor insistencia y disponibilidad. El Señor Jesús nunca nos abandona. Él es quien nos conduce y alimenta. Renovemos nuestra fe”.