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Miente, miente… ¿Punto de vista o hipocresía?

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- ¿Por qué cuesta tanto decir la verdad?… Seguro que algunos se reirán y/o ironizarán la pregunta en un mundo cada vez más frívolo, más vano, donde la trivialidad, la superficialidad son moneda corriente. Donde es lo mismo un burro que un gran profesor. O en el cual la mentira es el recurso más simple que utilizan algunos para crecer o meramente perdurar sin escrúpulos. Pero sentía la necesidad de transmitirles el pesar de percibir que le estamos dejando una herencia repugnante a las generaciones futuras. Por hoy solo apuntaré al deporte, más adelante a la política y así seguiré desentrañando procederes repugnantes.

 

Está claro que uno, habiéndose interiorizado sobre tantos capítulos trascendentales de nuestra historia, es consciente que SIEMPRE hubo embusteros, farsantes, estafadores, tramposos, en diferentes ámbitos de la sociedad.

Basta repasar coyunturas varias para percatarse que hubo fundamentalistas, mesiánicos criminales que a lo largo y ancho del planeta destruyeron civilizaciones primero engañando, falseando, con actitudes de plena hipocresía, y luego actuando con alevosa brutalidad. ¿Recuerdan a Caín y Abel???… ¿Se acuerdan de Poncio Pilatos???…Y puedo ser aún más específico con otras personalidades funestas…

 

Por ello es que estoy preocupado con lo que está pasando en nuestros “micro-mundos” que son la Argentina, Entre Ríos, o específicamente Paraná con tanto hipócrita dando vueltas… Sin dudas que tanta doblez, tanta simulación en diferentes sectores de la vida cotidiana provocan no solo asco sino honda inquietud.

Una profunda intranquilidad me invade por el futuro de una comunidad a la cual parece importarle poco el respeto por los valores, los principios que supieron inculcarnos. Y uno de los dogmas prioritarios era obrar con la verdad. Ser lo más veraz posible, ser auténtico, en palabra y hechos.

 

En ésta humilde Columna hoy apunto brevemente al deporte. Es que con el paso de jóvenes 25 años en la profesión de Periodista Deportivo considero poder aportar unos conceptos que de una buena vez por todas abran cabezas de los protagonistas de distintas actividades.

Extraña rotundamente que ni siquiera la incorporación de psicólogos en éste estamento, sobre todo el profesional, sea útil para inculcar a técnicos y jugadores que se puede blandir una expresión clara, cierta, a la hora de ejercer la autocrítica ante el diálogo con la prensa que es la depositaria cabal de las palabras “oficiales”.

 

¿Cuesta tanto expresarse sin tapujos, sin anteponer excusas, justificaciones en algunos casos grotescas? ¡Ya ni siquiera nadie se pone colorado!!! … ¡Se ha perdido hasta el rubor!!! Y se podrá decir que hay diferentes concepciones, puntos de vista, apreciaciones o hasta apelar a que la “mentira está en la naturaleza humana…” y quedarse en esa noción.

Aclaramos… La mentira no se ciñe simplemente al hecho de decir cosas que no son verdad. También se miente al ocultar información, o al decir algo falso que el interlocutor pueda interpretar como verdadero.

 

Y partiendo de ello, me gustaría leer entrevistas no tan huecas, no tan vacías, que desentrañen realidades, que expliquen circunstancias o situaciones, que especifiquen razones de una campaña adversa o de resultados no halagüeños.

Estoy harto de leer notas en los diarios locales o páginas colegas, o peor aún, ver entrevistas por la tele donde se aprecia a las claras -con la gestualidad- cómo se le miente descaradamente al receptor del mensaje. Lamentablemente es usual que deportistas o entrenadores de alto rendimiento se refieran a una derrota o a una serie adversa con subterfugios  comunes como la tarea de los jueces, el estado de una cancha, lesiones, ausencias o hasta potenciando la jerarquía del oponente, aun siendo el mismo del grupo de retaguardia.

 

Pero más se agrava la mentira cuando lo que se manifiesta tiene una alta cuota de desvergüenza al procurar ocultar males propios, defectos elocuentes, indisimulables como una falta de línea de juego, una filosofía, un estilo que contribuyan a un funcionamiento colectivo lo más afianzado posible, y decir con soltura “estamos bien… veo bien al equipo…me gusta como estamos jugando…”

Lógicamente que respetamos lo subjetivo. Cada uno opina, piensa, siente distinto. Difícil que tengamos una sociedad en la cual todos estemos siempre de acuerdo. Pero al menos, solo pedimos coherencia a la hora de emitir mensajes, criterio, mesura, equilibrio. Tablas de posiciones, récords o registros entre victorias y caídas, calidades de oponentes con los cuales se cayó o se ganó ceñidamente, estadísticas, dejan al desnudo tan infame mentira.

 

Que no nos vendan humo y en esto muchísima complicidad tiene esa prensa a la cual le da lo mismo el triunfo o la derrota y formula crónicas mediocres, a las apuradas, si tal o cual equipo desciende, si tal o cual club desaparece,  como más grave aún es aquella -de tenor parcial- que no tiene decoro en exponer juicios ultra positivos de manera permanente y recién se acuerda de enarbolar la bandera de la crítica con el hecho contraproducente consumado.

 

Pero el dirigente deportivo mismo debería empezar a repensar lo que se dice de parte de sus “empleados” ocasionales. El directivo es quien se sacrifica a pleno por crear las condiciones necesarias para afrontar una campaña. Es aquel que recibe las críticas más despiadadas de sus socios o de sus simpatizantes. Es el cual muchas veces asume compromisos con patrimonios propios o firma convenios, acuerdos, contratos, garantizando los mismos con sus patrimonios.

Ese dirigente RESPONSABLE debería llamar a la cordura a sus profesionales y que se cuiden mucho de lo que manifiestan, en pro y/o en contra. Solo se requiere prudencia. Cautela. NI una autocrítica acérrima, que trasunte vacilaciones y hasta pueda resquebrajar aún más estados de ánimo desfavorables, como MUCHO MENOS una retórica visiblemente FALSA en la cual nadie cree y tras el fracaso rotundo llegan las réplicas de toda índole, en especial, el DESCRÉDITO, la DESCONFIANZA, la SUSPICACIA.

 

Clara y tristemente, desde una perspectiva evolucionista, el uso “sensato” del engaño es mucho mejor que la honestidad total. Precisamente por eso, abundan tantos mentirosos expertos. Aunque sea una pena, a menudo los falsarios son los ganadores del juego de la vida pues mentir permite cristalizar fines espurios mediante la manipulación y la explotación de otros individuos.

No defiendo la deshonestidad, la repruebo, me da asco, pero debo admitir que en éste Siglo XXI cunde la idea que mentir es ventajoso; y quienes rechazamos de plano esa práctica evidentemente nos vamos transformando en neo marginados sociales.

 

Sin embargo, podremos ingresar a la categoría de “excluidos” para algunos, mientras que para otros (en éste caso 3.000 lectores del sitio y no menos de 600 lectores permanentes de nuestras notas…), seguiremos siendo la herramienta principal para desenmascarar a falsos, hipócritas, a la corta o a la larga descubiertos cuando se sucede ese fracaso que pudieron evitar diciendo la verdad en el momento apropiado.