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Marruecos tuvo más peso dentro y fuera de la cancha: Argentina perdió por defecto propio más un escandaloso arbitraje y organizativo del COI 

Infartante y bochornoso. Así fue el cierre del partido entre la selección argentina Sub 23 y Marruecos en los Juegos Olímpicos de París 2024. El equipo de Javier Mascherano perdía 2-0 y había logrado una remontada a puro coraje gracias al descuento de Giuliano Simeone y al gol agónico de Cristian Medina, pero el árbitro lo terminó anulando casi una hora y media después. La reconstrucción del escándalo.

El tanto del jugador de Boca se dio cuando ya se habían cumplido los 15 minutos adicionados por el árbitro sueco Glenn Nyberg.

Un remate de Thiago Almada se desvió en Munir El Kajoui. La pelota quedó dando vueltas en el área y la interceptó el capitán Nicolás Otamendi, pero su disparo dio en el travesaño. El rebote lo tomó el defensor Bruno Amione con el mismo destino. Medina, casi abajo del arco, acertó de cabeza.

Sin embargo, cuando Amione tocó la pelota, su botín izquierdo estaba apenas adelantado. Y por eso, con los equipos todavía en el vestuario, cuando la transmisión oficial mostró la imagen que analizaba el VAR se supuso lo peor.

El empate había detonado en un cierre escandaloso. Hubo invasión hinchas al campo de juego del estadio Geoffroy-Guichard de Saint-Etienne, y lanzaron botellazos y petardos contra el banco de suplentes de los argentinos. El árbitro sueco ordenó a los planteles retirarse a los vestuarios.

Al volver a la cancha, donde ya no había público -que se había retirado creyendo que el partido había terminado 2 a 2-, el árbitro Glenn Nyberg fue llamado por el VAR, observó la imagen en el monitor y decretó la anulación del gol de Medina.

O sea… solo juzgó el offside, pero no así un PENAL de un mallorquí y MENOS aún se animó a dar por terminada antes la contienda por la agresiva actitud de los hinchas del a la postre vencedor.

Argentina, campeón olímpico en 2004 y 2008, aspira a continuar en el fútbol de los Juegos la estela de títulos que conquistó en los últimos tres años, entre ellos la Copa del Mundo en 2022 y el reciente bicampeonato de la Copa América.

Males propios, virtudes ajenas

El partido había comenzado favorable para la Argentina, que presionaban arriba y recuperaban constantemente en campo contrario, aunque les faltaba precisión para generar situaciones claras. Faltaba creatividad y profundidad desde mitad de cancha para arriba.

Los marroquíes, poco a poco, se fueron metiendo en partido, empezaron a generar peligro con contraataques rápidos y en los últimos 15 minutos tuvieron contra las cuerdas a los argentinos que sufrían en la zona media de contención izquierda y por el mismo andarivel defensivo.

Cuando parecía que ambas selecciones se iban a ir al entretiempo empatando sin goles, Rahimi definió solo en el área chica tras una gran jugada colectiva del conjunto africano para abrir el marcador.

El complemento comenzó muy cuesta arriba para la selección, que recibió un nuevo gol a los seis minutos, cuando Rahimi transformó un penal en gol gracias a una buena definición cruzada imposible de atajar para Gerónimo Rulli, que había adivinado el lugar.

A partir de allí, los dirigidos por Javier Mascherano salieron desesperados a buscar el descuento, que llegó a los 23 minutos de la segunda mitad, cuando Simeone definió solo frente al arco tras un gran buscapié del defensor Joaquín García.

Cuando faltaban segundos para que se cumplieran los 15 minutos de adición, Thiago Almada apiló rivales en la medialuna del área y sacó un derechazo envenenado que no pudo controlar el arquero marroquí. En el rebote, Nicolás Otamendi sacó un mediavuelta que se desvió en el N°1, reventó el travesaño, picó sobre la línea y salió.

Pero hubo más carambolas en esa misma jugada: Bruno Amione cabeceó de emboquillada, la pelota volvió a rozar el posteo horizontal y, solo en la línea de meta, el volante de Boca convirtió el 2-2.

Apenas se sacudieron las redes, Javier Mascherano lo festejó con alma y vida en el banco de suplentes. Un desahogo enorme, al igual que el de todos los jugadores. Por un lado, la euforia argentina. Por otro, la bronca marroquí. Mientras celebraban en el campo de juego, desde las tribunas volaron varias proyectiles y hasta explotó una bomba de estruendo cerca de Julián Álvarez, quien minutos atrás había sido abrazado por un hincha que invadió el verde césped para abrazarlo y pedirle una foto. También cayó otro petardo al lado de Mascherano.

Los jugadores se retiraron del terreno escoltados por la policía, tapándose la cara por la gran cantidad de cosas que les tiraban desde lo alto del estadio, y todo terminó en un verdadero escándalo, a tal punto que los propios protagonistas no sabían si el encuentro había terminado o estaba interrumpido por incidentes. El juez sueco Glenn Nyberg se tomó unos minutos para evaluar la situación y no dio por finalizado el partido.

Si bien en el vestuario albiceleste nadie quiso cambiarse a la espera del fallo final del árbitro, en el sitio web de los Juegos Olímpicos el encuentro tuvo la etiqueta de “finalizado”. Aunque no duró mucho tiempo, ya que al rato el mismo sistema informó que se estaba revisando un posible offisde.

El público del país africano se descargó sobre el cierre y se retiró muy molesto del estadio en Saint-Étienne. De hecho, hubo insultos y señas obscenas frente a las cámaras de TyC Sports.

En medio de este tire y afloje, integrantes del Comité Olímpico manifestaron su deseo que el encuentro continuara, al menos los últimos restantes. Sin embargo, ambas selecciones se negaron a salir nuevamente a la cancha después de tal bochorno.

Una hora y media después de que los jugadores se hayan retirado del verde césped en medio de botellazos, las autoridades deportivas los obligaron a ingresar nuevamente para que llevaran a cabo los movimientos precompetitivos, a la espera del fallo definitivo del árbitro, quien iba a revisar en el VAR una supuesta posición adelantada previa al 2-2 de Argentina. Si no se detectaba el offiside, el partido terminaba ahí. Caso contrario, se jugaban un puñado de minutos más.

Nyberg, quien ya había sido avisado de un posible offside por parte de Bruno Amione, se acercó a una de las pantallas que está al costado del terreno de juego, notó que el defensor argentino estaba centímetros adelantado e invalidó el 2-2.

Apenas el silbato principal anuló la conquista, varios jugadores se le fueron al humo, entre ellos Nicolás Otamendi, la voz de mando de esta Sub 23. Javier Mascherano, por su parte, no se quedó callado y descargó toda su bronca en el corralito: “Es el circo más grande que vi en mi vida”.

La próxima presentación de la Sub 23 será el sábado a las 10 de la mañana, ante Irak.

La síntesis

Argentina 1 – 2 Marruecos

Juegos Olímpicos de París. Fase de grupos.

Estadio: Geoffroy-Guichard, Saint-Etienne.

Árbitro: Glenn Nyberg (Suecia).

Argentina: Gerónimo Rulli; Joaquín García, Marco Di Césare, Nicolás Otamendi, Julio Soler; Thiago Almada, Santiago Hezze, Cristian Medina, Kevin Zenón; Lucas Beltrán y Julián Álvarez. DT: Javier Mascherano.

Marruecos: Munir Mohamedi; Zakaria El Ouahdi, Oussama Targhalline, Mehdi Boukamir, Achreaf Hakimi; Oussama El Azzouzi, Amir Richardson; Eliesse Ben Seghir, Bilal El Khannouss, Ilias Akhomach; Soufiame Rahimi. DT: Tarik Sektioui.

Gol en el primer tiempo: 45+2m. Soufiame Rahimi (MAR).

Gol en el segundo tiempo: 51m. Soufiame Rahimi (MAR) y 68m. Giuliano Simeone (ARG).

Sin embargo, el que sonrió último fue Marruecos, que aguantó los tres minutos que le siguieron a la decisión del VAR y se quedó con el triunfo. “Es el circo más grande que vi en mi vida”, lanzó Mascherano al aire, palabras que retumbaron en un estadio vacío.

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