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Mario Poli instó a adoptar “actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos”

El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, aseguró este domingo que “cuando se cierran las puertas” que la gente suele golpear en procura de satisfacer sus necesidades, “se abren las puertas del santuario” de San Cayetano, el patrono del pan y del trabajo que “intercede ante el Jesús para que todos reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando”.

“Si han llegado hasta aquí, es porque saben bien que, cuando se cierran las puertas que han golpeado muchas veces, se abren las puertas del santuario y se encuentran con San Cayetano, quien intercede ante el Jesús que tiene en sus brazos, para que todos reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando”, dijo Poli durante la misa central de la celebración que tiene su epicentro en el santuario de Liniers.

Mario Poli exhortó este domingo a la feligresía a adoptar “actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos” y en la que “el pan que alimenta nuestra vida diariamente se hace más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante”.

Al referirse al relato “del buen samaritano” relatada en el evangelio del día, Poli pidió a los miles de fieles que asisten a la misa central de la celebración de San Cayetano en Linier que se dejen “interpelar por la parábola, capaz de poner de manifiesto las actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos”.

El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, destacó la labor de “muchos ‘Cayetanos’ anónimos, hombres y mujeres que no pasan de largo ante el dolor de los que están en la banquina del camino de la vida”, durante la homilía pronunciada en la misa central de la celebración del patrono del pan y del trabajo.

“Tenemos que dar gracias al cielo porque hay muchos ‘Cayetanos’ anónimos, hombres y mujeres que no pasan de largo ante el dolor de los que están en la banquina del camino de la vida; son los samaritanos de nuestros días que comparten su tiempo y sus bienes, y sin medir sacrificios renuevan en el cuerpo social el anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano: la esperanza, la virtud que sostiene en las pruebas y nos hace esperar tiempos de encuentro y paz entre los argentinos”, dijo.

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