Los obispos piden un compromiso integral contra el narcotráfico
|En el marco de las III Jornadas sobre Narcotráfico y su impacto en la República Argentina, que se desarrollaron el 19 de octubre en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), el obispo de Merlo-Moreno y referente de la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, monseñor Fernando Carlos Maletti, y el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, disertaron sobre el tema.
El obispo de Merlo-Moreno y delegado episcopal de la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia, monseñor Fernando Carlos Maletti, y el obispo de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Lugones SJ, disertaron este 19 de octubre durante las III Jornadas sobre Narcotráfico y su impacto en la República Argentina.
El encuentro -que contó con la participación de expertos e intelectuales que se reunieron para “analizar posibles soluciones y generar conciencia sobre esta problemática”- fue organizado por esa Casa de Altos Estudios con el auspicio de la Secretaria de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), la Asociación de Graduados de la Facultad de Derecho, la Asociación de Docentes e Investigadores de la UNLZ, la Pastoral de Adicciones y la Pastoral Universitaria de la diócesis.
Mons. Maletti: “El drogadicto es el leproso de hoy”
Monseñor Maletti integró el primer panel, “Cómo prevenir Drogadependencia”, junto con el presbítero Osvaldo Mouriño, delegado diocesano de la Pastoral de Adicciones, la doctora Jorgelina Devoto y el licenciado Horacio Marzo. “El drogadicto es el leproso de hoy”, afirmó el obispo de Merlo-Moreno, “es una persona humana enferma, y es una persona humana víctima de un mal que es el narcotráfico”, añadió.
“El adicto fundamentalmente es una víctima de sus carencias de valores humanos y espirituales, que no se han fomentado oportunamente, es una víctima de las experiencias y los problemas difíciles en la familia, de la inmadurez humana y afectiva, de la falta de perspectivas y metas válidas y alcanzables y de las decepciones humanas y sociales”, detalló el prelado, y expresó su alegría de ver entre los presentes a jóvenes que “personal y comunitariamente van a contener a mucha gente en lugares tan especiales como lo es el ámbito penitenciario”.
El prelado consideró que “como todo ser humano, el adicto va en busca de la felicidad. Al no encontrarla según sus gustos, se construye su propio paraíso, pero lo busca en la puerta fácil y ancha de la enajenación, la sensualidad y la felicidad efímera”.
“La situación del adicto trae también otros problemas: miedo, rechazo y marginación. Podríamos ver, como les dije, tener a un leproso de hoy, como los que Jesús encontraba en su camino. Él escucha su grito, oye la desesperación de quien camina entre sepulcros, entre la muerte, no tiene miedo a acompañarlo física y espiritualmente”, continuó.
El obispo explicó que existe una Comisión Episcopal de Pastoral Social, de la que él es miembro, y aclaró que “si bien es un tema muy amplio, en el que desde hace muchos años se viene trabajando, en la solidaridad, en la caridad, y en la promoción humana y social que promueve la Iglesia, hoy gracias a Dios, en el tema de las adicciones y la drogadependencia, se va afinando el camino, se va puliendo mucho más el objetivo, y se está articulando y trabajando en conjunto con otras Iglesias no católicas, con otras religiones, con distintas ONG’s y con los Estados en articulación, porque ya no es más ‘lo nacional’, ‘lo provincial’, ‘lo municipal’, como si fueran compartimentos estancos, sino toda una única proyección de una problemática común”, expuso.
Prevención, contención y recuperación
En cuanto al papel de la Iglesia, monseñor Maletti recordó algunos mensajes de la Conferencia Episcopal Argentina, en los que plantean la necesidad de “consolidar redes de cohesión social para evitar que se enquiste en cualquier lugar la plaga de la droga y el delito. Las políticas públicas se deben orientar de manera clara a desalentar el consumo de las drogas”, señaló. Destacó también la importancia de la “triple tarea” que es la prevención, la contención y la utopía de la recuperación.
No obstante, reconoció que “como obispos no hemos sido lo suficientemente eficaces en provocar una pastoral que convoque y contenga a los adolescentes y jóvenes”. Por último, consideró que “el narcotráfico está en contradicción con la naturaleza del Estado: si lo primero busca el beneficio de unos pocos, el segundo debe velar por la justicia para todos. Instalando su propia ley, el narcotráfico va carcomiendo el Estado de derecho”.
“Como pastores hemos acordado, a la luz de las enseñanzas del papa Francisco tres cosas, que promovemos en la gente que rodea nuestras comunidades: parroquias, capillas, escuelas, diócesis, etc. Y en la gente sea o no católica, que está en torno también a la promoción humana y social que comparte la Iglesia con otras realidades e instituciones. Estas tres cosas son: estar en contacto con la gente, no podemos hacer como un avestruz; en segundo lugar escuchar sus dolores y preocupaciones reales, y conocer lo mejor posible la realidad global”.
“Desde la Comisión Episcopal y la Pastoral Social de la Iglesia nacional, estamos abocados en este tema con muchísima fuerza y poniendo también nuestra esperanza en Jesús, que no vino a ser servido sino a servir y a dar la vida, y por lo tanto sabemos que en este tema debemos saber servir y compartir, que es lo que más nos cuesta hoy por hoy: compartir tiempo, talentos y recursos”, concluyó.
Mons. Lugones: “Una inclusión sin integración deja gente afuera”
Monseñor Jorge Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora, fue el encargado, junto con la decana de la Universidad de Lomas de Zamora, doctora María Fernanda Vázquez, de exponer las conclusiones del encuentro. Monseñor Lugones subrayó que el tema del narcotráfico “es un problema social que tenemos que abordarlo entre todos”.
Citando estadísticas del Barómetro de la Deuda Social que elabora la Universidad Católica Argentina, el obispo sostuvo que “la pobreza es determinante en la proliferación del narcomenudeo”: “Sin pretender una linealidad entre consumo y delincuencia, es indudable que la pobreza y la falta de inclusión empuja a miles de jóvenes y niños al narcomenudeo y el consumo”, dijo.
El prelado mencionó además “la gravedad de los índices de pobreza multifactoriales” que refiere la Organización de las Naciones Unidas sobre Educación, Salud, Vivienda, Trabajo y Protección de los niños y adolescentes. En este sentido, aseguró que “tenemos un déficit educacional en el conurbano, en nuestra educación de gestión pública y privada, donde las familias hacen colas en diciembre para poder entrar en un colegio”, y destacó “la importancia del abordaje preventivo a través del mejoramiento de las condiciones socioeconómicas y educativas de niños y jóvenes”.
Monseñor Lugones destacó también la necesidad de un “pacto cultural”, como lo propone el papa Francisco, que “implica visibilizar la persona y su situación, pero haciéndonos cargo, porque hablamos mucho en la sociedad y en la política se habla de inclusión, pero una inclusión sin integración deja la gente afuera, y entonces seguimos sin visibilizar”.
El obispo reconoció que “en los últimos dos años, si bien se ha mejorado la disposición de recursos en el área de rehabilitación, no es acompañada por políticas coherentes y sostenidas de gobierno enfocadas a la prevención y a la promoción de conductas saludables”, y señaló que “no vemos en la actualidad discusiones sobre una ayuda integral, sino acciones individuales, donde hacemos lo que podemos, y tampoco vemos que el consumo es un problema social que excede la reducción a un problema de salud”.
“La integralidad significa que no solo tenemos que hacer un diagnóstico, sino ver qué prospectiva ofrecen distintos sectores como Educación, Salud, las pastorales”, afirmó el prelado, y sostuvo que “el pacto cultural se logra cuando cada persona se hace cargo de visibilizar al prójimo y, especialmente, al prójimo caído”. Por eso “hay que animarnos a que el otro no pase inadvertido a mi realidad”.
“Sin un compromiso interinstitucional, en el que todos pongamos el hombro, sin diferenciarnos y donde cada uno aporte lo que pueda y crea de buena voluntad pero con compromiso, y visibilizando al prójimo caído en el camino, va a ser difícil, seguiremos poniendo parches, pero no vamos a tener realmente una política de integración, especialmente con los más débiles”, insistió.
En su presentación, además, el obispo valoró la labor de la pastoral de drogadependencia a nivel nacional y diocesano, “en la certeza de la importancia de fortalecer la inclusión de niños y jóvenes en las escuelas, en el barrio, en nuestra comunidad y en el club. Es intención de la pastoral ofrecer alternativas para el área de educación e integración de chicos que no están en nada, como por ejemplo, los Cuidadores de la Casa Común”.
“El combate al narcotráfico y prevención del lavado de activos provenientes del narcotráfico. Complejidad del problema. Dimensiones implicadas”, “Narcotráfico y justicia” y “El impacto de la drogadicción en la salud, la educación y el deporte”, fueron los otros paneles de temas que se debatieron durante el día.