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Los jóvenes entre el ser y el parecer, entre el consumo de alcohol o “no pertenecer”

Un informe de 2018 de la Organización Mundial de la Salud reveló que Argentina está entre los países que tienen el consumo per cápita más alto del mundo: 9,8 litros (según datos de 2016). Y que las cifras aumentan en la franja etaria entre 15 y 19 años. El licenciado en Psicología Miguel Espeche trabaja en la temática de adolescencia y consumos problemáticos y asegura que el consumo de alcohol es una de las causas que produce los actos que se vivieron recientemente, pero no la única.

 

“Hay corrientes que ven al alcohol como el agente primordial de estos episodios. Otras -entre las que me encuentro-, que si bien no dejan de ver al alcohol como un elemento químico que, bebido socialmente y comercializado, es favorecedor de ese tipo de situaciones, se preocupa por qué es lo que habita en esa violencia. Es decir, qué es lo que hace transparentar”. En este sentido, aclara: “El alcohol por sí solo no genera violencia: es una condición propiciatoria, pero no la única. Son factores preexistentes los que hacen que llevan a la violencia”.

 

En cuanto a los jóvenes, sabe que es cada vez más temprana la edad en que empiezan a consumir. Espeche está convencido de que “no hay que tenerle miedo al alcohol”, sino que hay que actuar con prudencia y enseñar al respecto; con un rol fundamental de los padres y el Estado, “escuchando lo que los y las adolescentes tienen para decir”.

 

“Muchas veces toman como forma de integrarse, para evadir la timidez; también para quitar la angustia, la ansiedad, las penas. (…) Por otra parte, se ha inducido sobre todo en los últimos tiempos, al alcohol como un elemento cool, de pertenencia”, agrega. Con estas palabras, introduce el tema de la propaganda y la presión social que pesa, especialmente, sobre los más chicos.

 

“Los adolescentes buscan epopeyas. Creo que es un proceso natural, pero nosotros, como grandes, podemos decirles que atraviesen ese proceso de otra forma. No es de ‘poderoso’ o ‘bancársela’ subordinarse al mercado de ventas de alcohol. Como tampoco que los varones tengan que ‘demostrar hombría’ o valentía permanentemente y subordinarse a esas reglas de juego”, reflexiona el profesional.

 

“Es discutible la forma que tienen las empresas para vender, mostrando al alcohol como motivo permanente de reunión y algarabía. De todas formas, soy más crítico con las bebidas que ‘les dan alas’ a los chicos, que con las publicidades de las cerveceras, por ejemplo. La idea de masificación (‘si todos lo hacen, vos lo tenés que hacer’) para encarar un producto no es solo patrimonio de las empresas que comercializan alcohol. Me parece hipócrita centrarlo solamente en ese terreno. Ahora, si a través de la toma de conciencia por el último aviso de Brahma se hace una crítica general a la publicidad, lo veo bárbaro” concluyó Espeche.