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Lituania destruyó nuestra fábrica de ilusiones

Lituania sacó a Argentina de la carrera por las medallas al vencerla 104 a 85 en partido correspondiente a los cuartos de final del Mundial 2010. El próximo rival del seleccionado nacional será Rusia para definir juntamente a España y Eslovenia un lugar entre el quinto y el octavo puesto. Los lituanos fueron superiores desde el inicio y elaboraron un triunfo inobjetable en el cual alcanzaron una diferencia máxima de treinta y dos puntos.


Hay juegos que requieren de análisis más profundos. La derrota ante Lituania nos exime de ahondar en apreciaciones subjetivas. No en sí el revés como resultado, sino la paliza que absorbió la selección Argentina, es lo que facilita la redacción de un artículo que no esperábamos elaborar. Hubo un solo equipo en cancha y fue el báltico. El último bastión sudamericano fue un fantasma.

Por ello hoy no se puede abordar un estudio pormenorizado del team CABB. Ni siquiera de sus fragilidades, carencias o imperfecciones.
Acá está clarísimo que Lituania fue tan impecable, como implacable, destrozando a los argentinos sin atenuantes.
La defensa báltica con hombres corpulentos, no de tanta altura como si potencia muscular, sumado a una dinámica increíble (observando los centímetros volcados en cancha) y una eficacia extraordinaria en lanzamientos fuera de 6m25 resultaron factores esenciales.

Lisa y llanamente, Argentina no pudo entrar nunca en partido. Se vio desbordado por un adversario inclemente, despiadado que defendió con una rigurosidad y sagacidad admirables y atacó con una formidable rapidez de piernas y mental, anexando tanta virtud como azar en sus tiros de Tres.

Lo que es más… Nos animamos a afirmarlo: ésta producción de Lituania fue la mejor que vimos del certamen (al menos de los partidos televisados). Sin otro calificativo más adecuado que PERFECTA.

Argentina???: lejos de su ideal. Por momentos abúlica, lenta, errática, como pesándole los movimientos el doble que a su oponente. Como pasando factura al esfuerzo doble tributado ante Brasil o las demás jornadas sin Oberto que obligaron a multiplicarse.
Pero asimismo se vio una selección inconsistente y desequilibrada en defensa, o luciendo previsible en extremo en ataque, sin variables colectivas ni inspiraciones individuales que puedan torcer el destino.

No queremos pecar de reiterativos… Lituania jugó de modo IDEAL, se movió cómoda, casi sin oposición. Argentina POCO hizo para revertir ese destino tan adverso como cruento.
Y honestamente, sea cual fuere el rival, creemos con firmeza que así a Lietuva NADIE le ganaba con semejante planilla fuera de los 6m25 o tan contundente aceleración en la transición, más una custodia intuitiva y fogosa, cortando los circuitos vitales del equipo de Hernández.

Fue una cátedra, una lección de básquet, aplicada dentro de la cancha pero pergeñada afuera. Lituania supo descubrir nuestras carencias y aristas endebles con un scouting maravilloso, pero le anexó una alta cuota de inmensa fortuna en que todo lo lanzado para Tres fue adentro.
Claro que se podrá decir (y es cierto…) que Argentina “regaló” espacios y ángulos con posturas inconducentes, o que el coach curiosamente rotó poco la formación y así el desgaste fue creciendo hasta verse por momentos a Scola como entumecido y a Delfino hasta distraído.
Pero mantenemos firme el postulado: son partidos que se dan…Argentina no tuvo respuestas físicas y psíquicas para revertir semejante dominio. Punto.


Resumen cronológico


Lituania pegó de entrada y dejó al equipo argentino groggy por todo el resto del partido hasta liquidarlo a poco de iniciado el tercer cuarto. Solamente la hidalguía con la cual la formación Albiceleste finalizó la contienda y una Lituania que empezó a regular la intensidad para su compromiso futuro permitió decorar un resultado que fue mucho más amplio que los diecinueve puntos de diferencia.

Lituania tuvo la fortuna de sumar 12/24 triples y combinar prácticamente un porcentaje ideal en el rubro en el primer tiempo (8/9 triples) contra nada de Argentina. Sin embargo, no todo pasó por un aspecto de efectividad sino que la derrota en parte fue consecuencia de una contundente defensa que ejercieron los lituanos (especialmente sobre Scola), quienes parecieron tener perfectamente scouteado a su rival de turno.
Con una Argentina imposibilitada de tener ocasiones claras en la pintura y sin soluciones desde afuera (0/11 triples en el primer tiempo) la diferencia se retroalimentó y resolvió el juego por vía rápida.

Lituania en el primer tiempo se mostró como un equipo ágil, extremadamente intenso al defender y veloz al desplazarse. Una gran parte de las ofensivas las ejecutó con tiros cómodos y seleccionados.

En esas condiciones la ventaja en favor de los bálticos se amplió de manera incesante ante un rival que se vio privado de su jugador franquicia, al que alejaron del cesto, y que no encontró un remedio alternativo, más allá de las intermitentes apariciones de Delfino debatiéndose entre dos y tres lituanos a la vez.

La paridad apenas tuvo lugar en los primeros cinco minutos (9-10). Después en el siguiente Lituania clavó dos triples (Pocius y Jasaitis) y para la Argentina se inició una especie de calvario.

Un par de incursiones voluntariosas de Jasen dieron la chance de acortar (21-17) pero un triple y un doble de Delininkaitis más un jump de Jankunas elevaron la brecha a diez (28-18). En el segundo período el panorama poco cambió. Por el contrario, el presente argentino se ensombreció definitivamente porque Lituania repartió más su goleo y agigantada anímicamente encontró puntos en todo su plantel ante una defensa endeble (50-30).

Si quedaba alguna esperanza de reacción se disipó en pocos minutos del tercer cuarto, Argentina recién pudo encestar el primer triple en el minuto veinticinco pero la diferencia era enorme y no tenía retorno (66-39) porque la defensa del equipo nacional no pudo contra la rapidez lituana (una formación cuatro años más joven) y como resultante recibió treinta y cinco puntos en contra en lo que fue una especie de suicidio. A 13″ del final del segmento un triple más de Delininkaitis elevó la máxima a 32 (85-53).

El último cuarto a Argentina le sirvió para suavizar un poco su caída y reducir como mucho a diecisiete (92-75), lo paradójico que lo mejor del team CABB se vio (si bien con partido resuelto) con mayoría de relevos en cancha, algo que aún no pudimos digerir de las medidas/omisiones del entrenador bahiense en ésta ocasión.