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Liliana Rivas tiene su conciencia tranquila

Su aparición, caminando sola por los pasillos de los Tribunales de Paraná, no pasó inadvertida para nadie. El caso del asesinato del ex basquetbolista Enzo Benedetich, ocurrido en la noche del sábado 26 de septiembre de este año, hizo conocido su rostro. Desde fines de septiembre, y para el imaginario popular, es la dueña de la verdad en el misterio sobre este crimen.

Liliana Rivas llegó aproximadamente a las 11 para tramitar en la sucursal bancaria del Palacio de Justicia el pago de un monto de dinero que le fijara el juez como embargo, y mientras muchas miradas la seguían, causando murmullos a su paso, pese a cierta resistencia a hablar sobre el tema cruzó algunas palabras con el periodista Mauricio Antematten, de El Diario.

“Yo solo quiero que aquí en el juzgado se hagan las cosas como se deben, es lo único que espero; Justicia y que encuentren al asesino de mi marido”, comenzó a decir, casi anticipándose a cualquier pregunta de las tantas que a un periodista se le ocurren ante un encuentro casual con la protagonista de uno de los casos mas resonantes de los últimos tiempos.

Pero tanto los investigadores policiales como la deducción de juez de la causa, apuntan a desconfiar de aquellas famosas dos diferentes versiones brindadas por Liliana Rivas al inicio de la investigación. La primera diciendo que un desconocido abordó el automóvil en el que iba con su marido, Enzo Benedetich, y la segunda que levantaron al extraño sujeto –para ella-, pero conocido de Enzo, en calle Miguel David y allí comenzó la odisea.

Sobre este punto, muy nerviosa, Liliana Rivas dijo: “No sé, mirá, yo tuve miedo, yo lo único que quiero es que lo encuentren… yo tengo familia también, tengo hijas, un padre que se siente dolidos por todo esto que se sienten muy dolidas por esto que estoy pasando”, narró.

Ante la propuesta periodística, que ella se coloque en el lugar del juez como investigador para analizar si justificaría las dudas que plantea hoy el magistrado para procesarla, Rivas, quien seguía mostrándose muy nerviosa dijo que “eso tendrá que verlo el juez, que el juez lo vea y que investigue a fondo todo lo que tenga que investigar, pero yo hoy tengo la conciencia mas que tranquila, eso te lo puedo asegurar, y por eso es que me duele tanto esto. Demasiado ya con que me mataron a mi marido… entendeme por favor”, dijo, quebrándose de a ratos en llantos.

Por cierto la pregunta que Rivas nunca quiso responder ante el diálogo con los medios que la han entrevistado hasta hoy fue respecto al albañil Rubén Flores.

Como se recordará, Flores era funcionario policial pero no uniformado y se desempeñaba como albañil en el área de Logística y había efectuado trabajos de refacción en la casa de Rivas-Benedetich, en calle Sosa Loyola.

Se han comprobado muchos contactos telefónicos entre los celulares de Rivas y de Flores durante los últimos 30 días, antes del asesinato de Benedetich.

Tanto esto, como que fueran vistos tomando cerveza dentro del coche particular de Rivas y el aporte del testigo Ramón Lorenzi, que escuchó decir a Flores “me voy a ver a la negra”, saliendo luego en dirección a donde vivía Rivas con su esposo y “tengo que hacer un tipo”, en clara alusión a que le decía que tenía que matar a alguien, fueron elementos que ya forman parte del expediente.

Pero si Flores tenía un secreto, se lo llevó a la tumba, pues el 29 de septiembre desapareció y recién su cuerpo, en avanzado estado de descomposición, fue encontrado casi un mes después, en cercanías de la quinta del empresario y ex funcionario Félix Esquivel, donde oficiaba de casero y cuidador junto a su familia.

La hipótesis es que se suicidó, ya que se encontró su arma reglamentaria al lado del cuerpo desmembrado por la acción de alimañas y la descomposición orgánica.

“Flores era mi albañil desde hace 20 años, y de toda la familia, de todo el barrio”, se apresuró a contestar Rivas.

En cuanto a la supuesta amistad o posible relación entre ambos, su énfasis tuvo un acento especial para expresar que “era una muy buena persona, no era un perro de la calle… o sea, yo trato bien al albañil, al que vende diarios, a todo el mundo”.

No obstante, eran otras las miradas con la que algunos testimonios observaban este posible exceso de confianza, como por ejemplo compañeros de trabajo y amigos de Enzo. Estas mismas declaraciones aseguran haberla visto en el vehículo con Flores y, en una ocasión, tomando cerveza.

“¡No, no, no, no..! pero era una relación con una persona, nada mas, lo acerqué hasta la casa ese día y decidimos tomar una cerveza y después se sumó Enzo y nada más… ¡Qué tiene de malo! ¡Qué tiene de malo! Me entendés, ¡no era un perro! O sea, ya de todo se hace un circo,… ¡Basta!”, dijo en tono muy enfático, aunque admitiendo aquella circunstancia particular.

Testigos

Off the record, allegados al entorno de Rivas niegan que aquella persona que la pareja levantó en el auto esa fatídica noche fuera Rubén Flores, así como la imputada desconoce la posibilidad o intenciones de algún vínculo sentimental que hubiera tenido el policía albañil.

Por otro lado, tampoco caben dudas que muchos de quienes declararon sobre la vida particular de la pareja hicieron hincapié en las “persecuciones obsesivas” de Rivas hacia su marido, y que incluso le quemaba la ropa cuando se enojaba, se la manchaba con lavandina o mandaba gente a seguirlo y que hasta le contaba las galletitas que comían los hijos del primer matrimonio de Enzo, aduciendo que “ella no tenía porqué mantenerlos”, según el testimonio particular de una empleada que trabajó en su casa.

También existieron declaraciones que mencionaron cartas con intimidaciones y hasta de una amenaza de quemarlos en el auto si lo encontraba con otra mujer y de que mostró a una testigo una botella con combustible que llevaba en su anterior coche.

Rivas volvió a insistir negando insistentemente: “No, no, no, no! Es la décima parte de lo que dicen y fue en el año 2003, cuando tuvimos una separación con Enzo y problemas como cualquier pareja, pero por algo luego nos casamos”, llegó a confesar, como aduciendo que había logrado estabilizar su situación. Llamativamente, hasta hoy, Rivas se ha abstenido de prestar declaración ante el juez Eduardo Ruhl, pero de alguna manera se puede analizar que tiene cosas para decir, no obstante los mismos abogados defensores, Rubén Pagliotto y Guillermo Vartorelli asumen que “no declara por consejo nuestro, no porque ella no quiera hablar”.

“Lamentable” para Rodríguez Allende

Mientras tanto, al ser consultado por estas nuevas declaraciones públicas, el querellante en representación de la familia Benedetich, doctor Marcos Rodríguez Allende dijo que “resulta lamentable que ejerza su defensa por intermedio de los medios periodísticos y se manifieste ante una cámara, sin tan siquiera haber ejercido su defensa material que obviamente es su derecho. En consecuencia, todo lo que exprese, de ninguna manera puede ser tenido en cuenta, ya que en el expediente no surge ninguna de estas reflexiones”, consideró.