Las medialunas de Mar del Plata… ¿son las más ricas y caras de la Argentina?

Sol, arena, reposera, sombrilla, mate y medialunas son una clásica postal que se repite cada verano en La Feliz. Para los marplatenses, las medialunas son un infaltable “porque sí” y para los turistas, porque “en Mar del Plata las medialunas son más ricas”. Lo cierto es que, para darse este gustito, al menos para lo que resta del año, deberán destinarse algo menos de diez mil pesos, dependiendo el lugar, si son clásicas o rellenas, o si está dispuesto a pagar hasta 2.700 pesos por unidad.
Si de medialunas artesanales clásicas hablamos, la docena -ya sea dulce o salada, de grasa o manteca- tiene un costo de $9.500 en SAO, que las ofrece a mil pesos por unidad, aunque trepan a $1.400 las opciones rellenas (crema pastelera, dulce de leche, mixto, de avellanas, crema de marroc o pistacho, y el nuevo sabor: Bubbaloo).
En la conocida panadería de Independencia y Formosa la docena de medialunas (o cualquier factura) sale hoy 7.000 pesos, aunque las medialunas no son la especialidad de la casa.
En los locales de La Reina del Parque la docena se consigue por 7.800 pesos, pero hay opciones de conseguir medialunas libres de gluten, por un precio más elevado, para que todos puedan disfrutarlas.
Otras clásicas medialunas de muy buen nivel se venden en Croissant Café, que hace poco inició nueva etapa es el desarrollo de una línea de medialunas de alta calidad disponible para la venta mayorista y minorista con la incorporación estratégica de exintegrantes del equipo de La Boston. Allí, la docena sale 8.900 pesos.
Si querés tomarte un café acompañado de una medialuna, en La Fonte D´Oro cada medialuna clásica o rellena sale 1.080 pesos, mientras que en un café de especialidad de Güemes entre A. Brown y Falucho se consiguen a 1.050 pesos.
El precio trepa hasta los 2.700 por unidad en la famosa cadena que abrió hace pocas semanas su primera sucursal en Mar del Plata.
Pero, también pueden acceder a promociones de medialunas de receta tradicional de una docena por poco más de cinco mil pesos en algunas panaderías de barrio, y hasta hay locales que ofrecen una docena de facturas surtidas con media docena de medialunas dulces de regalo.
Palabra especializada
Consultado por los colegas de 0223, el reconocido pastelero Juan Manuel Herrera asegura que la clave para lograr una buena medialuna es que la masa sea crujiente por fuera y bien esponjosa por dentro y que el almíbar no compita con el sabor de la masa.
“Creo que Mar del Plata supo instalar el producto en una época en la que no era habitual”, dice Herrera al tiempo que señala que en la ciudad encuentra propuestas particularmente interesantes del producto. Consultado sobre cuáles son las claves para que una medialuna sea exitosa, el pastelero asegura que el amasado es fundamental.
“Vos y yo podemos tener la misma receta, las mismas proporciones, los mismos ingredientes, pero cada uno le va a dar un toque que las hace diferentes”, sostiene al tiempo que considera que Mar del Plata forma parte de una de las dos ciudades claves que se relacionan con las medialunas y, en parte también se da por la tradición pastelera de la ciudad y por la calidad de los productos que se consiguen.
Para el pastelero, en materia de medialunas marplatenses “caminan” tanto la de grasa como la de manteca “aunque la de grasa en los últimos años no se produzca tanto”, dice al tiempo que reconoce que fue en “La Boston” donde probó una de las mejores medialunas de Mar del Plata.
Para Cristian y Sofía, dos de los exempleados de La Bostón que trabajan en la flamante sede de Constitución “desde el amasijo todo tiene un secreto”. “El amasijo, el amasado, el horneado, el almíbar, todo tiene una particularidad que hace que el resultado final sea de excelencia”, aseguran al tiempo que resaltan que la calidad de la materia prima es fundamental.
El agua, ¿mito o realidad?
El licenciado Marcelo Scagliola, gerente de calidad de Obras Sanitarias Sociedad de Estado (Osse), la empresa estatal responsable del suministro de agua de red en la ciudad, explicó a través de 0223 que “en Mar del Plata somos afortunados en poder suministrar íntegramente el agua de red de origen subterráneo”.
“Solamente el 3% de la población mundial puede abastecerse de esta manera”, indicó, y reveló: “El agua subterránea adquiere sus condiciones de potabilidad naturalmente, en el caso de Mar del Plata no necesitamos una planta potabilizadora. Cuando se requiere de una de estas plantas, para llegar al estado de potabilidad, hay que hacer algunos tratamientos físico-químicos, donde se le agregan materiales o algún tipo de sustancias, para limpiar el agua. Uno está agregando aditivos químicos para que el resultado final sea un agua potable”.
“En el caso del agua subterránea, el filtrado es a través del terreno, lo que se llama la zona no saturada del acuífero, o la parte que no tiene agua. El agua de lluvia penetra en el suelo y por la gravedad va yendo hacia un lugar en donde se puede acumular y desde ahí la extraemos. En ese proceso se limpia el agua y a la vez se mineraliza. Va perdiendo sustancias de la atmósfera que perjudicarían la calidad del agua y se limpia naturalmente en las arcillas del suelo por intercambio aniónico y catiónico. Mientras se limpia, también se disuelven del suelo partículas que le confieren una calidad particular. Hay sales que va a ir incorporando el agua de lluvia, de las que carece”, detalló Scagliola en los laboratorios de Osse, empresa modelo, una de las más importantes de la ciudad.
“Cuando llega a la zona saturada del acuífero -agregó-, que es la zona de explotación de donde nosotros extraemos el agua, tiene una calidad fisico-química con una carga de iones que le confieren un sabor particular. En definitiva, es rica porque es agua con sales. La definición de agua mineral empieza con “el agua que se mineraliza naturalmente” y generalmente las aguas subterráneas tienen esa capacidad.
Y pormenorizó: “El agua que se consume en Capital Federal, en su gran mayoría, se obtiene de la potabilización de aguas provenientes del Río de la Plata y, por lo tanto, se requiere de plantas potabilizadoras que adecúan la calidad del agua. El agua del Río de la Plata no es potable y puede estar influenciada por distintos procesos de lo que también se vuelca al río. A su vez, estas aguas provienen de la confluencia de los ríos Paraná y Uruguay, es decir, que hay muchísima influencia de arrastre de sustancias naturales y antrópicas porque están las descargas de cada una de las ciudades que están en las márgenes de estos ríos. Lo que llega al Río de la Plata, hay que tomar esas aguas, hacer un proceso físico-químico de potabilización, desinfectarla y enviarla a la red. En el proceso de desinfección se le agrega cloro, que es lo primero que uno percibe del agua de Buenos Aires. La diferencia con el agua de Mar del Plata es que nosotros le ponemos cloro, porque está bien que así sea, pero en niveles mucho más bajos”.