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La necesidad impostergable de un rediseño integral del sistema de movilidad con enfoque metropolitano

ESPECIAL – Por Maximiliano Gómez (*).- Las últimas noticias en torno al conflicto en el transporte urbano de pasajeros en Paraná resultan desalentadoras: a casi 15 días de iniciado el paro, la empresa prestataria del servicio afirma que, así como está funcionando, “el sistema resulta inviable”; los chóferes (nucleados en UTA) se mantienen inflexibles en su postura de continuar la huelga hasta no recibir la totalidad de los pagos reclamados y los gobiernos municipales, provincial y nacional no terminan de concertar y coordinar un rumbo a seguir para destrabar la situación.

 

Más allá de la coyuntura actual, el transporte en Paraná y su área metropolitana (que involucra no solo a localidades como Oro Verde, San Benito y Colonia Avellaneda, sino también la conectividad con Santa Fe y su conurbación) ha sido eje de conflictos reiterados en los últimos años: quejas de los usuarios por las deficiencias del servicio, inexistencia de alternativas más amigables con el medio ambiente y falta de ámbitos permanentes para desplegar un enfoque estratégico de planificación de la movilidad urbana. Las vigentes son políticas diseñadas para centros urbanos con dinámicas muy distintas a las actuales.

 

Quienes entendemos que las ciudades son sistemas de información organizada y centros globales de producción, comercio y desarrollo, somos conscientes que interesa en ellas no sólo su posición en relación con los medios de transporte, sino también su conectividad e impacto directo en la calidad de vida de sus habitantes. En otras palabras, cómo nos movemos en las ciudades tiene un efecto inmediato sobre nuestra capacidad de producir riqueza, generar consumo e invertir.

 

Como el desarrollo de las ciudades se ha tornado cada vez más caótico, hay cierto consenso sobre el valor estratégico para el desarrollo urbano sostenible que poseen la creación y gestión de nuevos esquemas de transporte y movilidad.

 

Uno de los grandes desafíos de una planificación como la que aquí se plantea, es que ésta sea coherente con la escala que aborda, sistémica, integral y eficiente, llevando consigo metas y prioridades que hoy se ven lejanas, sobre todo por la manera desintegrada y atomizada para tomar decisiones, con atribuciones y competencias dispersas, actores que buscan objetivos distintos y que, -naturalmente-, no siempre actúan entre sí con la coordinación y coherencia necesarias.

 

La concentración de actividades en territorios urbanos de cada vez mayor tamaño va generando crecientes niveles de congestión y contaminación, y los sistemas de transporte y movilidad por lo general no son capaces de sobreponerse adecuadamente a ello. Finalmente terminan adaptándose tardíamente a la estructura urbana cambiante, con todas las imperfecciones y externalidades que eso conlleva.

 

De esta forma, entendemos que la coyuntura actual demuestra que el sistema de movilidad urbana de Paraná y su zona metropolitana necesita un rediseño integral, donde no solo se atiendan las cuestiones vinculadas con los servicios de transporte, sino que particularmente se priorice que las personas se puedan mover de forma rápida, segura, eficiente, cómoda y sustentable.

 

En primer lugar, el proceso de toma de decisiones y de ejecución política debe modificarse: hay que avanzar hacia una Agencia Metropolitana de Transporte, donde los diferentes actores se reúnan en torno a la misma mesa para debatir y delinear políticas comunes. El eje principal debe ser el incentivo a la utilización del transporte público, fundamentalmente colectivos (que progresivamente incorporen biodiesel o funcionen con electricidad), contemplando la incorporación del ferrocarril para servicios de cercanía (los buenos resultados de las líneas hacia Oro Verde o Colonia Avellaneda desde Paraná son una referencia a tener en cuenta). Por otro lado, cada municipio debe regular el funcionamiento de las líneas de autobuses que inician y finalizan su recorrido dentro del ejido, mientras que la Provincia debe participar en la regulación directa de aquellas que inicien su recorrido en una localidad pero finalizan en otra distinta.

 

El gobierno nacional no debe escapar a su rol rector: tiene que interactuar y fortalecer las capacidades técnicas, institucionales y económicas de los niveles de gobierno subnacional y local, brindando su acompañamiento en la necesaria modernización que estos cambios requieren. Sin ir más lejos, el servicio de colectivos entre Paraná y Santa Fe aún hoy es regulado por el Ministerio de Transporte de la Nación. La cesión de facultades o la corresponsabilidad de gestión son dos opciones posibles que se presentan como alternativas.

 

Asimismo, es virtuoso plantear la necesidad de incorporar a las políticas de planificación territorial, temáticas como la integración social, la igualdad de acceso a las oportunidades de la ciudad y la participación ciudadana. Se releva la necesidad de potenciar proyectos que respeten y contemplen la escala humana, generando menor congestión y emisión de gases de efecto invernadero y garantizando el derecho a la ciudad. ¿Cómo se puede lograr esto?: promoviendo la construcción de ciclovías dentro de las ciudades y en circuitos alternativos, promocionando senderos para “distancias caminables”, desincentivando el uso del automóvil de forma particular y estimulando su uso compartido con instrumentos fiscales, etc. Todo esto, sumado a anhelos de importar referentes de sistemas de movilidad existentes en otros países, que potencien el marketing urbano a través de la incorporación de una alternativa por vía fluvial que permita conectar las dos capitales provinciales (Paraná-Santa Fe) asentadas de ambos lados del río.

 

(*) Licenciado en Ciencia Política (UNER). Maestrando en Planificación y Gestión de las Ciudades (UBA).-