La arquidiócesis de Paraná celebró su fiesta patronal en honor a la Virgen del Rosario
|En la festividad de Nuestra Señora del Rosario, la arquidiócesis de Paraná celebró sus patronales con una misa solemne presidida por el arzobispo, monseñor Juan Alberto Puiggari, este jueves 7 de octubre en el atrio de la catedral local.
El lema que convocó este año fue: “Nuestra Señora del Rosario y san José, custodien a la familia”. En su homilía, el arzobispo comenzó con una acción de gracias: “Nuestros corazones están llenos de distintos sentimientos, pero sobre todo de alegría y gratitud a Nuestra Madre; cuánto que agradecer por toda su protección a lo largo de nuestra historia (a partir de 1730) pero sobre toda su presencia silenciosa, cercana y maternal en este tiempo tan difícil de la pandemia”.
Con sus reflexiones sobre este contexto, observó que “mirando a nuestra Madre, queremos decirle que nos duele cómo nos hemos alejado del proyecto de Jesús. Nos ha invadido el frío de una nueva ola de secularismo, hemos avanzado en la anticultura de la muerte, con la trágica promulgación de la ley del aborto que en su lógica nos está llevando a la eutanasia, la legalización de la droga, el desprecio de la vida que se manifiesta en la violencia y en la inseguridad”.
Y agregó: “Nos duele, Madre, estar tan divididos, ver cuántos hermanos e hijos tuyos son pobres, cuánta injusticia”.
“No queremos quedarnos en el lamento, no es propio de los que queremos seguir a tu Hijo pascual”, argumentó. Y, en este deseo de “renovar el impulso evangelizador”, expresó que “contemplar hoy a María, esperanza nuestra, nos enseña a esperar”.
También, profundizó: “La esencia de nuestra esperanza es la salvación, el cielo, la posesión de Dios. Al cual hay que alcanzar, viviendo aquí en la tierra con un compromiso con su voluntad y trabajando en construir un mundo más refeljo de la casa de Dios, anticipo de su casa definitiva. María nos enseña a pedirla como gracia”.
“Ella nos dice: no están para pequeñas satisfacciones del mundo, sino para grandes alegrías, el cielo”, advirtió.
Con relación al lema de este año, mencionó el ejemplo de vida de san José, que “vivía enamorado de María y amaba como padre de manera tierna y entrañable a su hijo adoptivo. Lo que unifica la vida de José es el amor. Su corazón rebosa de amor por ellos y por Dios su Padre. Es un amor que manifiesta un don total de sí mismo”.
En ese sentido, citó unas palabras del papa emérito, Benedicto XVI: “Si los asalta el desánimo, piensen en la fe de José; si los invade la inquietud, piensen en la esperanza de José, descendiente de Abrahán, que esperaba contra toda esperanza; si la desgana o el odio los embarga, piensen en el amor de José, que fue el primer hombre que descubrió el rostro humano de Dios en la persona del Niño, concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María”.
En cuanto a esto, el arzobispo resaltó el valor de la familia y referenció al cardenal Mario Poli: “Apuesten a sus familias. Dedíquenle tiempo. Ahí están nuestros principales valores, es lo mejor que tiene la Patria. Dedíquenle tiempo porque todo lo que recibimos en la familia, todo lo que se mama en la familia, nos dura la vida entera. Ahí se cultiva el amor, ahí está la fuerza de nuestra Nación. Apuesten a la familia”.
Terminó rezando una oración a la Sagrada Familia y concluyó con esta intención: “Madre del Rosario te pedimos por los hogares que se elevan y por los hogares que amenazan ruinas”.
Al término de la misa central se efectuó una caravana con la Virgen del Rosario que comenzó a las 9 y pasó por distintas parroquias, que recibíana la Virgen con globos y vivas, para terminar a las 15.30 en la catedral, en un recorrido de casi seis horas. La caravana iba acompañada con oraciones, cantos, aplausos y ciclistas.