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Grupos de WhatsApp: cambia… todo cambia… (¿o no?)

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- No nací en el ’63 (como Fito…). Fue en enero del ’64 y ya pasaron 54 años. Nos vamos poniendo viejos… Y de repente, zas… Una chance para muchos de reflotar recuerdos y revivirlos o borrarlos para siempre. Una oportunidad de renacer añejas relaciones, de recrear pasadas anécdotas, de evocar noviazgos, de promover “juntadas” y hasta de iniciarse nuevos vínculos. WhatsApp una aplicación que desde hace casi una década cambió la vida para varios.

 

El “wasap” o “guasap” ha resultado una herramienta de mensajería instantánea para teléfonos inteligentes, que envía y recibe mensajes mediante Internet, complementando servicios de correo electrónico, servicio de mensajes cortos o sistema de mensajería multimedia.

Además de utilizar la mensajería en modo texto, los usuarios de la libreta de contacto pueden crear grupos y enviarse mutuamente, imágenes, vídeos, grabaciones de audio y videollamadas. Más de mil 1000 millones de usuarios explican el fenómeno.

 

Y hablando de “crear grupos”, ésta actividad concita la Editorial de hoy. Hay grupos de todo y para todos los gustos. Claro que, no entrás a los mismos de modo directo sino que precisás ser agregado por un (o más) “administrador/es” que tiene/n el poder de incorporar o “eliminar” personas.

Desde hace unos años, explotó el uso de la APP entre los mayores de 40 para compartir hechos inherentes al devenir del tiempo, el transcurso de la vida, las dichas y prosperidades; o los infortunios, las adversidades, como además ha resultado una fuente inagotable de intercambiar “mundologías” peculiares de cada miembro.

 

Grupos de Promoción de ciclos educativos, de trabajo, de deporte, de padres/madres, de política, de viajes de egresados, de fiestas de egresados, etc, etc. Hay incontables “congregaciones”, y las singularidades de cada individuo hacen que puedan tener que invertir tiempo en varios a la vez.

La pregunta eminente es: ¿vale la pena…?

 

La respuesta es muy simple: depende de los quehaceres profesionales, familiares, y espacios/lapsos con que se cuente. También, lógicamente, de las ganas y esencialmente de la afinidad.

En esta Columna apunto a los Grupos de “Promociones” de períodos educacionales. Prometo para los próximos días hablar de los Grupos de Padres de Clubes, y Padres de Colegios.

Como expresé renglones más arriba,  las particularidades de cada persona lo hacen interesante, un “sufrimiento”, una sana distracción, un despuntar la curiosidad de ver qué pasa con el resto, o hasta desnudar desinhibiciones contenidas en otra época y tristemente suelen devenirse desilusiones.

 

Ni hablar de los rasgos psicofísicos en lo inherente a cómo perfilaban nuestras vidas y a lo que finalmente terminamos siendo como personas, o lo que logramos ser profesionalmente y hasta financieramente.

Hay una combinación de faces, de perfiles, que predeterminan actitudes, intereses, valoraciones.

 

Están los “líderes” por naturaleza, arrastrando esa característica desde la Secundaria, o han germinado nuevos “cabecillas” por el mero hecho de haber dado primarios pasos en la concepción de dichos grupos.

Y son estos “caciques” los que impulsan “normas”, “códigos” o predeterminan de qué se puede o no hablar, obviamente que mediante un consenso más allá del tono “jerarca” que se le puedan conferir.

 

En verdad, si bien hay “rectores” que sugieren instituir estas reglas, la plena libertad o libre albedrío posibilita una autodesafectación espontánea de no sentirse la comodidad imprescindible que toda relación debe exhibir.

Por ende, si bien puede haber una dosis de encubierta imposición en cuanto a temáticas, no existen coacciones. En criollo: nadie te obliga a estar. Te invitan. Probás. Evaluás. Decidís si te agrada o no.

 

A lo sumo, lo que puede darse es apego o hasta genuflexión a lo que formulan los “regentes”. Como sucedía en la misma Secundaria (o Primaria), más allá que unos lo niegan, otros lo olvidaron y hay quienes poseen una original facilidad para “bloquear” el pasado, hasta convirtiéndose en improvisados jueces de lo que se habla con una dosis paradójica de histrionismo o mordacidad.

Por ello es que suele generar sorpresa y hasta estupor las abigarradas conexiones nuevas entre quienes en cierta época eran los “populares”, los híper estudiosos o aislados (sea auto o discriminados…), potenciándose la actividad de los -en su momento- frustrados “Busca Fama”.

 

WhatsApp crea una especie de “mundo paralelo”. Están los que recrean las experiencias auténticas, y los que forjan supuestas aventuras y relaciones quizás pretendiendo ser en el presente lo que en el pretérito no ocurrió, y/o lejos estuvo de darse.

Están los que hicieron Jardín, Primaria y Secundaria juntos y disfrutan con inocultable gozo este reencuentro, o los que estuvieron tres años en un mismo curso y luego se dividieron en los dos últimos del Bachillerato, o hasta los que se sumaron más tarde a un Colegio/Escuela.

 

Podemos ver a los que se dedicaron al estudio a full, los que pasaron una infancia-adolescencia plácida, o en zona de confort plena, los de clase media y los que sufrieron bastante por distintas carencias, sobre todo coyunturas familiares.

Están los que aglutinaron, los que no segregaron, y los que en su momento conformaron una élite pero hoy, asombrosamente, exhiben una apertura que tiene lecturas diversas.

 

Están los lindos y “célebres”, como los no tan agraciados que hoy por sus presentes, profesiones, dotes monetarias o simplemente empatía/simpatía han sido “aceptados” en el “Club de la plena diversidad”.

Donde aquel flaco pintón, hoy es un pelado antiestético. Donde aquel deportista musculoso terminó siendo un panzón arruinado por efectos múltiples.

 

Están los que pudieron formar familias sólidas, los que no consiguieron esa armonía, como los que el destino les deparó quedarse en soledad.

Están los que se deleitan por posiciones económicas consistentes y los que la pelearon duro en las últimas tres décadas y pico sin resultados óptimos.

 

Y lo más extravagante es que las diferencias del ayer para algunos pasaron al olvido absoluto. Como si se pretendiese renegar de lo remoto. Tal vez, en pos de no sufrir, a lo mejor para permitirse el lujo tan anhelado de “pertenecer”.

Sostengo… Es un cóctel, un mix de personalidades, de idiosincrasias, de naturalezas que el tiempo moldeó, con arquetipos perennes en unos, y metamorfosis prodigiosas en otros.

 

No se habla de política pese a la crisis socio-económica de un país que precisa nuevas ideas y el compromiso social en involucrarse.

La impresión es que no todos están al tanto de la situación política de la Argentina, o quizás hay extrema polaridad ideológica en cuanto a lo que ha ocurrido especialmente desde el advenimiento de la Democracia a la actualidad.

 

De tal modo, hay temor a que alguien podría ofenderse, y no hay crédito a que el Grupo se ha mezclado en verdad por adultos educados, ilustrados, coherentes que pueden en plena independencia discrepar, disentir sin agresiones.

Se deduce entonces a que desde la misma composición hay temor a que la miscelánea sea en verdad un rejunte de intolerantes, intransigentes, intemperantes que están en riesgo de traspasar la divergencia y convertirla en injuria.

 

No se habla de religión, pese a la libertad incondicional de culto o credos impresa en la Constitución.

De hecho, además del catolicismo, en Argentina se encuentran adherentes de diversas religiones y creencias. Entre las más destacadas se encuentran las distintas iglesias protestantes (presbiterianismo, metodismo, iglesia bautista, pentecostalismo, etc.) y otras denominaciones cristianas como la iglesia de los Santos de los Últimos Días y los Testigos de Jehová.

 

Otras religiones de irrebatible importancia en el país son el judaísmo, el islam, las religiones afroamericanas, y el budismo, entre otras.

Por otra parte, Argentina es uno de los países de la región que cuenta con una gran población irreligiosa, es decir, que no adhiere a ninguna religión o creencia en particular, entre los cuales destacan los ateos, agnósticos, y humanistas, entre otros.

 

Ni se te ocurra aludir a un Boca-River, o un River-Boca… Es una apuesta riesgosa que puede implicar una expulsión. Tema delicado. Imposible manifestarse en paz o a lo sumo con el “folclore” bien argentino, en una República donde el fútbol es pasión de multitudes.

 

Los “Moderadores” sugieren, aconsejan, advierten no hablar de ello… Las “reglas” de comportamiento representan un tema muy subjetivo, y argumentan que se procura evitar herir susceptibilidades o incluso romper relaciones. ¿Por qué tal hipótesis? ¿Será porque realmente cada uno de los miembros conoce su pasado y hay miedo a que exploten viejos y contenidos reproches?

O sea… la sensación es que no hay paciencia, prudencia, tolerancia, comprensión y respeto por las creencias de los demás.

 

¿O la percepción es  que las décadas transitadas no sirvieron para acumular madurez, lucidez, raciocinio?

Eso sí… pareciera que no hay “estatutos” en cuanto al uso de “memes”, chistes. Contradictorio. Hay GIF que suelen ser densos, pero todo depende de quien lo envíe.

 

También se da una abstención a hablar de temas delicados como la orientación sexual de las personas, la violencia de género, el aborto, etc…

La profundidad de nuestros pensamientos pasa a estar constreñida por prejuicios, por conjeturas de hipotéticos fastidios.

 

O si hasta de música hablamos, suele haber un “DJ” y si es uno de los “capos” de la Promoción por su carisma, siempre será vanagloriado por más que puso para abrir el día el tema más horripilante que Katunga compuso (ejemplo cáustico…).

Pero otro ofrece un repertorio que evoca nostalgia y es ínfimamente reconocido, obteniendo elogios contados con los dedos de una mano pues el “DJ” genuino es “insustituible” (que se interprete correctamente, el designado “DJ” no tiene la culpa, él solo pone su mejor onda…).

 

En fin… ¿Estar o no estar? Esa es la cuestión. Algo muy positivo es conocer el presente fecundo de algunos ex compañeros que nos representan con loable distinción en otras tierras.

Y creo que lo más trascendente es colectar teléfonos, renovar la agenda propia, estar atento por si hay algún mensaje de utilidad (enfermedad, solidaridad, deceso, etc…) o compartir dichas con amigos entrañables e incondicionales más allá del paso del tiempo.

 

Otro factor útil, lucrativo, para mentes sagaces: uno puede “explotar” sus idoneidades profesionales. Nada mejor que acudir a alguien de confianza. Y allí radica a su vez la astucia de quienes tratan con sutileza los contenidos.

Acá coincido a full con Doña Mirtha: “no se peleen, no discutan, la vida es corta y vale la pena ser vivida; como te ven te tratan, si te ven mal te maltratan y si te ven bien, te contratan…”.

 

Del mismo modo, a tener en cuenta… Para varios que suelen destacarse por su perspicacia, un grupo de WhatsApp es un pretexto ideal para desenterrar viejos amores, reestructurar sus vidas dándole una nueva oportunidad al corazón, o por qué no, hallar un “alma gemela” en la búsqueda de salir de la rutina.

Si uno es mesurado, prudente, cauteloso, paciente, y no espera el clamor simpático, jovial, mayoritario; y se resigna a que solo tendrá primaria respuesta afectiva-expresiva de quienes siempre lo quisieron de corazón, corresponder a un grupo de WhatsApp está bueno. Mi voto es positivo.

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